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Cuatro días en Katmandú y alrededores

Cuatro días en Katmandú y alrededores

Nepal es un país fascinante, especialmente para quienes buscan naturaleza a lo grande, con inolvidables rutas senderistas y paisajes decorados con las montañas más altas del mundo. Y así fue nuestro caso, en que el principal motivo para visitar el país fue realizar el trekking al Campo base del Everest.
Sin embargo, Nepal es un país que también tiene mucho que ofrecer desde el punto de vista cultural. Y su capital, Katmandú, posee una rica historia que queda plasmada en sus siempre ajetreadas calles y en sus centenarios templos. Pero más allá de la propia capital, las cercanas ciudades de Patan (también conocida como Lalitpur) y Bhaktapur conforman un impresionante triángulo cultural que bien merece la pena conocer, comprender y disfrutar.
Hoy te contamos las visitas imprescindibles y algunas recomendaciones para poder visitar Katmandú y alrededores en cuatro días. ¿Nos acompañas a saber un poco más?

¿Cómo llegar a Katmandú?

Situada en la región central de Nepal, Katmandú es la capital y la ciudad más poblada del país, con unos ochocientos mil habitantes (en torno a millón y medio si consideramos todo el Valle de Katmandú).
Se trata de la principal puerta de acceso al país, puesto que casi todos los visitantes acceden al mismo en avión, llegando al Aeropuerto Internacional de Katmandú (KTM). Así, se estima que unos siete millones de viajeros utilizan el aeropuerto anualmente.
En el momento actual (2023) no hay vuelos directos desde Europa hasta Nepal, debiendo hacerse escala habitualmente en algún país de Oriente Medio (aeropuertos de Doha, Dubai, Jeddah…). Los precios son elevados, puesto que a fecha de 2023 no bajan de los 1000 o 1100€.

Situación de Katmandú en Nepal.

¿Qué permisos son necesarios para entrar a Nepal?

El acceso a Nepal para ciudadanos europeos es relativamente sencillo aunque, como siempre, se requieren una serie de documentos:
Pasaporte: con validez mínima de seis meses.
– Certificado de vacunación de COVID.
Visa on arrival: aunque existe la posibilidad de solicitar un visado previamente en alguna embajada de Nepal, la manera más sencilla de obtenerlo es a la llegada al aeropuerto. Al bajar del avión, justo antes del control de pasaportes hay unos pequeños kioscos electrónicos donde se debe rellenar un formulario (Tourist visa form), muy sencillo (hay personal para ayudar si se tiene alguna duda). Una vez rellenado el formulario, se debe acceder a una taquilla para pagar el permiso (15 días 30 dólares; 30 días 50 dólares; 90 días 125 dólares). Con el recibo del pago, se debe ir al control de pasaportes, donde revisan el pasaporte y te dan el visado. El trámite completo es relativamente rápido, aunque en temporada alta pueden formarse filas bastante largas.
Permisos para trekking: desde abril de 2023 es obligatorio contar con un guía que tenga licencia a través de una agencia de trekking registrada por el gobierno nepalí.
Toda la información actual sobre estos documentos, así como ulteriores modificaciones se pueden encontrar en la web del Ministerio de Turismo nepalí.

Clara información a la llegada.

¿Cómo moverse por Katmandú?

Katmandú es una ciudad muy extensa, con más de un millón de habitantes y casi tres en su área metropolitana. Dado que los diversos puntos de interés de la ciudad no se concentran en una zona sino que se hallan dispersos por toda ella (y poblaciones de los alrededores), Katmandú es una ciudad que resulta difícil de explorar caminando.
Por tanto, en algún momento de nuestra visita va a ser necesario tomar algún tipo de transporte público. Hay que tener en cuenta que el tráfico en Katmandú está extremadamente congestionado (con la polución que ello conlleva, y que casi literalmente se “palpa” en el ambiente), por lo que es precisa una dosis extra de paciencia para desplazarse por la ciudad.
Así, existen diversas opciones que pasamos a comentar:
Pathao: se trata de la versión nepalí de las VTC (tipo Uber o Cabify). Resulta sencillo descargar la aplicación y bastante intuitivo su manejo. Aunque, en realidad, muchas veces el tiempo de espera desde que se solicita un vehículo hasta que llega al punto de recogida del usuario es algo desesperante. Precio no negociable pero bastante económico (lo estipula la propia aplicación una vez se indica el trayecto deseado); se paga en efectivo al finalizar el viaje. Nuestra experiencia con Pathao fue muy buena, aunque en alguna ocasión el tiempo de espera fue excesivo (probablemente debido al tráfico intenso). Como curiosidad, todos los conductores nos llamaron por teléfono una vez aceptada nuestra solicitud para confirmar el punto de recogida (en ocasiones complicado entenderse en inglés por teléfono con ellos). Para nosotros, la manera ideal de moverse por Katmandú.

Pathao: aplicación imprescindible.

Taxi: el taxi convencional es otra opción buena para moverse por la ciudad. Resulta muy sencillo reconocerlos y, en muchas ocasiones, son los propios taxistas los que preguntan al viajero si necesita un taxi. El precio del trayecto se negocia al montar en el taxi; casi siempre piden un precio mucho más elevado de lo que correspondería, por lo que es preciso regatear y, en muchas ocasiones se puede rebajar hasta la mitad o un poco más. Una buena opción es calcular, de manera aproximada, cuánto costaría dicho trayecto mediante la aplicación Pathao y luego hacer una oferta parecida (redondeando hacia arriba: 360 rupias → 400 rupias, por ejemplo). Nuestra experiencia con el taxi también fue muy buena, la mayor parte de los trayectos por Katmandú nos costaron 400 o 500 rupias para trayectos largos (3,2 – 4 €).
Autobús urbano: existe una notable red de transporte urbano en autobús, servido por varias compañías. Para el viajero resulta bastante complejo aclararse con las paradas y las líneas (las paradas y destinos pueden no estar escritas en inglés) aunque, por otro lado, no resulta difícil preguntar a los conductores o a algún pasajero que se encuentre en la parada esperando. Gran parte de las líneas de autobús que recorren Katmandú y las poblaciones de sus alrededores parte del entorno del Ratna Park, cercano al barrio de Thamel. Una buena idea es preguntar en el hotel el punto de salida exacto del bus que necesitamos. Los precios, eso sí, muy económicos (por ejemplo, Katmandú – Bhaktapur 50 rp por persona).
En nuestro caso nos movimos caminando, sobre todo por Thamel, la Plaza Durbar y su entorno; utilizando Pathao (y algún taxi convencional) para los desplazamientos más alejados por la ciudad. 

Siempre es una excelente idea utilizar el transporte local. Y el autobús, para ir a Bhaktapur, es la mejor opción.

¿Cómo llegar a Patan y Bhaktapur?

Las poblaciones de Patan y Bhaktapur, a pesar de pertenecer a la enorme aglomeración urbana de Katmandú, se hallan a varios kilómetros del Barrio de Thamel, por lo que conviene organizarse bien a la hora de plantear su visita.
Patan: la Plaza Durbar de Patan se encuentra a poco más de cinco kilómetros de Thamel. Se trata de una distancia que puede realizarse caminando (si se tiene ganas y se quiere conocer el Katmandú menos turístico), lo cual lleva aproximadamente una hora o un poco más (es lo que hicimos nosotros para la ida, se hace un poco largo pero es una buena opción). Otra opción, que nosotros empleamos para regresar es tomar un Pathao, opción siempre recomendable en Katmandú (en nuestro caso nos costó 700 rp desde Patan hasta la Estupa de Bouddhanath). Por último, existen frecuentes autobuses que parten del entorno del Parque Ratna, a unos diez minutos caminando de Thamel; basta con preguntar qué línea se debe tomar a Patán.
Bhaktapur: a diferencia de Patan, Bhaktapur se halla más lejos del Barrio de Thamel por lo que ir caminando no es viable. Si bien la opción de tomar un Pathao es posible, su precio será más elevado. En nuestro caso, tanto para la ida como para la vuelta tomamos un autobús en las proximidades del Parque Ratna (Bhaktapur Mini Bus park), que nos llevó a Bhaktapur en aproximadamente una hora (50 rp/persona). Al llegar a la caótica estación, preguntamos al primer conductor que vimos y, amablemente, nos guió hacia nuestro autobús.

¡Nos encanta movernos en autobús!

¿Dónde alojarse en Katmandú?

Aquí no queda duda: el barrio donde se aloja la totalidad de los viajeros en Katmandú es el célebre Barrio de Thamel. Turístico, animado y divertido, está repleto de bares, restaurantes, tiendas de recuerdos y tiendas con material de montaña.
Bien comunicado y con todos los servicios precisos para el viajero, es la zona idónea donde buscar nuestro alojamiento.
Las opciones son bastante variadas, desde albergues sencillos y económicos hasta hoteles de cierta calidad. En nuestro caso nos alojamos en el Karma Hotel, un hotel familiar con una relación calidad/precio bastante buena (131 € por cinco noches, incluyendo desayuno de dos días), con habitaciones bastante amplias y cuidadas) y que podemos recomendar.

Animado siempre el Barrio de Thamel.
Karma Hotel, nuestro alojamiento en Katmandú.

¿Dónde comer en Katmandú?

La comida siempre es uno de los alicientes de los viajes, y en Nepal no podía ser menos. A veces picante y especiada, siempre sabrosa y en muchas ocasiones vegetariana, la comida nepalí nos gustó bastante.
Aunque la oferta, sobre todo por el barrio de Thamel, es amplia, algunos de los lugares que podemos recomendar son:
Annakoot veg-vegan: situado en el corazón del barrio de Thamel; difícil encontrar la entrada (poco anunciada) de este sencillo restaurante. Momos y albóndigas vegetales de excelente sabor y mejor precio.
Tibetan and nepali kitchen: ambiente familiar, sencillo y precios moderados en un restaurante en que se juntan locales y turistas. Sopa y dal baat recomendados.
Classic Momo House: los momos son una de las delicias de Nepal, en este lugar están especializados en este manjar; recomendados los estilo kothey (ligeramente fritos además de hervidos).
New Try Again Momo Center: suele estar lleno de lugareños, que embadurnan sus momos en una gran variedad de salsas. Los momos vegetales, sin embargo, no nos fascinaron.

Classico Momo House y New Try Again Momo Center. Ambos ideales para probar buenos momos.

Western Tandoori and Naan Kitchen: a pesar de su entrada lúgubre, se trata de un gran restaurante siempre repleto de gente. Servicio rápido y atento. Nos gustó especialmente el naan de ajo, el paneer (queso) tikka masala y el arroz con vegetales. Económico y muy recomendable.
Legendary fresh food kitchen: minúsculo local, en un callejón, donde ofrecen completos menús de desayuno a precios ajustados. Recomendable el desayuno completo nepalí.
Cafe du Temple (Patan): precios algo elevados pero vistas incomparables a la Plaza Durbar de la población.
Gotama cafe: una de las múltiples cafeterías que circundan la Estupa de Bouddanath. Excelentes vistas de la misma con las luces del atardecer. Precios un poco elevados, pero merece la pena (dos smoothies, dos chocolates calientes y un rollito vegetal por unos 15 euros).
Loving heart: restaurante vegano en pleno corazón del Thamel. Familiar, cuidado y con muchos detalles. Agua gratuita. A destacar los momos estilo kothey, el falafel y el seitan chowmein. Muy recomendable.
Organic Cafe House: sitio muy agradable para desayunar, con buenos precios y menús completos de desayunos abundantes y bastante ricos.

Momos estilo kothey. Manjar.

¿Qué ver en Katmandú y alrededores?

A pesar de que consideramos que Katmandú no es una ciudad especialmente bonita, sí que posee un puñado de lugares destacados que merece la pena conocer y que, sin duda, suponen el grueso de la visita a la ciudad. Sin embargo, una de las cosas que nos fascinó fue pasear sin rumbo por sus calles más céntricas y comerciales, repletas de mercados y gentes, colores y olores. Por ello, además de recomendar visitar sus lugares más interesantes, aconsejamos también callejar por el norte de la Plaza Durbar, siempre ajetreado y entretenido.

Los principales sitios a visitar en Katmandú y alrededores son:
Plaza Durbar de Katmandú: en realidad se trata de un conjunto de varias plazas unidas entre sí, en las cuales se encuentran numerosos templos y palacios. Siempre abarrotada de gente, supone el principal lugar turístico de la ciudad. La plaza ha sido destruida en varias ocasiones por fuertes terremotos y, por tanto, remodelada; muchos de los edificios que en ella se encuentran son más antiguos y se han visto dañados/destruidos por el violento terremoto del año 2015 (muchos de ellos todavía no han sido reparados). Históricamente esta plaza ha sido el lugar en el que los reyes malla y shan eran coronados y desde el que ejercían el poder entre los años 1768 y 1896. Los principales puntos de interés en la Plaza Durbar de Kathmandú son el Kumari Bahal (Templo de la Kumari, donde habita la célebre niña-diosa), el Templo Shiva-Parvati (s XVIII, en el que destacan las figuras blanquecinas en madera de Shiva y su esposa), el Templo de Bhagwati (s XVI, cerrado al público pero espectacular por fuera), el Gaddhi Baitak (sorprendente edificio neoclásico), el Kaal Bhairav (colorida y antiquísima estatua), o el Hanuman Dhoka Museum (con espectaculares patios y estatuas), entre otros. La entrada a la Plaza Durbar cuesta 1000 rp por persona. Más información aquí.

Muchísimo ambiente en el entorno de la Plaza Durbar de Katmandú.

Templo de Pashupatinath: ubicado a orillas del sucio y contaminado Río Bagmati, se trata del principal templo hinduista de Nepal y uno de los más relevantes del mundo. De amplia extensión, incluye en su interior centenares de pequeños templos y una gran pagoda principal. Se desconoce, a ciencia cierta, la fecha de su construcción, pero existen testimonios escritos que lo nombran ya en el siglo V (aunque evidentemente ha sufrido numerosas remodelaciones). La entrada al templo principal está prohibida a los no hindúes, pero se puede pasear libremente por todo el recinto, especialmente animado al atardecer. Lo más impactante del mismo es presenciar las ceremonias de cremación de los difuntos a orillas del río. Entrada: 1000 rp por persona.

Sobrecogedor contemplar las cremaciones a orillas del Río Bagmati, en el Templo Pashupatinath.

Estupa Swayambhunath: situada al oeste de la ciudad, en lo alto de una colina y con impresionantes vistas de Katmandú, resulta otra de las visitas imprescindibles. Se trata de una estupa de gran tamaño, de color blanco y cúpula dorada, por la que corretean numerosos macacos (también se conoce al lugar como “templo de los monos”). Los fieles la rodean en sentido horario haciendo girar los molinillos de oración. Aunque fue construida hace unos quince siglos, sufrió una notable renovación en el año 2010, que le otorga un aire majestuoso. Además de la estupa, en el recinto hay numerosos templos y otras pequeñas estupas. Entrada: 200 rp por persona.

Luces del atardecer sobre la estupa.

Estupa de Bouddhanath: se trata de una estupa de enorme tamaño (la mayor de Asia), situada en la parte este de Katmandú. De colores espectaculares al atardecer, resulta uno de los lugares más fotogénicos e interesantes que ofrece la ciudad. Una buena idea es sentarse en alguna de las cafeterías o restaurantes que la rodean a tomar algo mientras se contemplan a los miles de fieles que la visitan cada día. Entrada: 400 rp/pax.

La estupa más grande de Asia. ¿Qué opinas?

Barrio de Thamel: más que una visita, es el lugar casi obligatorio donde alojarse, comprar recuerdos y/o comer y cenar. El barrio más turístico de la ciudad es apenas un pequeño conjunto de bulliciosas calles repletas de restaurantes, bares y hoteles, así como cantidad de tiendas donde adquirir un recuerdo o comprar algo de última hora para salir a hacer un trekking.
Plaza Durbar de Patan: es otra de las joyas de la arquitectura newa del Valle de Katmandú y, a pesar de que fue profundamente dañada en el terremoto del año 2015, sigue siendo un auténtico espectáculo. En este conjunto y sus alrededores se pueden encontrar más de cincuenta templos e incontables patios, estatuas y otros edificios de interés. Algunos de los principales son el Krishna Mandir (s. XVII, edificio de tres plantas erigido en piedra tallada), el Palacio Real (con sus patios Mul Chowk y Sundari Chowk, el Museo de Patan y su Puerta Dorada), el Templo de Bhimsen (s XVII, con bonitas ventanas doradas), el Templo Vishwanath (s XVII, dedicado a Shiva, con tallas de imágenes eróticas) o el Templo Taleju Bhawani (de cinco plantas). Entrada: 1000 rp por persona. Más información aquí.

Vista general de la Plaza Durbar de Patán.

Plaza Durbar de Bhaktapur: acogió a los reyes malla entre los siglos XIV y XV y a los reyes del Reino de Bhaktapur entre los siglos XV a XVIII. También fue dañada por el terremoto de 2015, encontrándose en proceso de restauración, todavía no finalizado. Aunque antaño la Plaza Durbar de Bhaktapur era la más grande de las del Valle de Katmandú, muchos edificios no han llegado a nuestros tiempos. Los principales puntos de interés de la misma son el Palacio Real (en cuyo interior se halla la Galería Nacional de Arte, el Palacio de las 55 ventanas, la Puerta Dorada o el Templo de Taleju), el Templo de Vatsala (en el que destacan sus tallas en piedra), el Templo Siddhi Lakshmi (s XVII, con estatuas de animales), el majestuoso Templo Nyatapola (la pagoda más alta de todo Nepal, con cinco plantas), el Templo de los Elefantes eróticos (su nombre describe a la perfección las tallas que en él se encuentran), o el Templo de Bairava Nath. . Entrada 1500 rp/pax. En las cercanías de la plaza merece la pena visitar la Plaza de los Alfareros (con, literamente, miles de piezas secándose al sol) o la plaza y el Templo de Dattatraya (de tres plantas, también con grabados de escenas eróticas). Más información aquí

Detalles de Bhaktapur.

Nuestra experiencia en Katmandú y alrededores

Día uno de viaje. Tras un largo vuelo llegamos al Aeropuerto de Katmandú, donde realizamos los trámites pertinentes, compramos una tarjeta SIM y nos recoge una furgoneta del hotel para llevarnos hasta el Barrio de Thamel.
Desde el primer momento nos fascina su encrucijada de calles estrechas, laberínticas, repletas de gente, luces, tiendas y restaurantes. Buena primera impresión, sin duda.
Dejamos las cosas en el hotel y, agotados, salimos a cenar a un restaurante cercano (Annakoot veg-vegan) antes de echarnos pronto a dormir.

Nos levantamos sin excesiva prisa y, tras desayunar en el propio hotel, preparamos concienzudamente nuestras mochilas. Llevaremos las de trekking grandes y dejamos todo lo que no necesitamos para nuestra aventura haciendo el Trekking al Campo Base del Everest en unas pequeñas mochilas que, amablemente, nos guardan en el alojamiento.
Cambiamos dinero y pedimos un taxi a través de la aplicación Pathao. A diferencia de la mayor parte de los viajeros, que se dirigen al Aeropuerto de Manthali en furgonetas para turistas, indicamos al conductor que nos lleve a la estación de autobús de Jadibuti, en el extremo este de Katmandú. Allí, el propio conductor del coche nos ayuda a encontrar el autobús que nos llevará al aeropuerto. Compramos los billetes y comenzamos la que, probablemente, será la mayor aventura de nuestras vidas… (haz clic aquí para leer todo sobre nuestro Trekking al Campo base del Everest).

No te pierdas todas las entradas del blog en las que contamos nuestra aventura hasta el Campo Base del Everest.


Han sido doce días de trekking recorriendo inmensos valles entre las montañas más altas del planeta, pero todo se acaba y regresamos a Katmandú, cansados y con ganas de dejar nuestras pesadas mochilas en el hotel.
Nos damos una merecidísima ducha y salimos a recorrer la ciudad. En primer lugar, tomamos un Pathao (405 rp) al Templo de Pashupatinath (entrada 1000 rp). Se trata de un conjunto de templos hinduistas; el más grande de ellos no puede ser visitado por quien no profesa dicha fe. Realmente, lo que más nos impresiona de dicho lugar, muy frecuentado y sobrecogedor con las luces del atardecer, es presenciar las ceremonias de cremación de los difuntos. Aunque no está prohibido tomar fotografías, sí que es preciso tener respeto y, en todo caso, tomarlas desde la distancia y evitando las situaciones más morbosas.

El templo se encuentra a orillas del Río Bagmati.
En el templo se pueden presenciar ceremonias de cremación de difuntos.
Entrada al templo principal, donde no está permitido el acceso a no hinduistas.

Estamos por allí un par de horas y decidimos regresar al Barrio de Thamel en coche (Pathao, 400 rp) y pasamos por la lavandería a recoger la ropa que habíamos dejado previamente.
Paseamos por el barrio, con mucho ambiente e infinidad de restaurantes y tiendas repletos de gente a estas horas. Cenamos en el restaurante Tibetan and Nepali Kitchen (recomendado), sencillo pero muy agradable. Regresamos pronto al alojamiento y, cansados, nos vamos a dormir.

Esperando, hambrienta, la cena.


Tras muchos días de trekking, esta primera noche hemos descansado de maravilla. Desayunamos en el hotel con calma y salimos a pasear por Katmandú.
Decidimos ir paseando hasta la Plaza Durbar, aunque antes de llegar a ella callejeamos por toda su zona norte, empapándonos de la vida cotidiana de la ciudad. Olores, sonidos, el caos del tráfico y gentes por doquier… la rutina de Katmandú nos fascina.

Las calles de Asia y sus infinitos cables.

Durante ese recorrido pasamos por algunos puntos de interés que, sin ser excesivamente destacados, sí nos llaman la atención. El primero de ellos es la Estupa Kathesimbu, de pequeño tamaño y enclavada en una minúscula plaza, pero con bastante encanto. Caminando hacia el sur pasamos por el Bazar Asan, un cruce de calles lleno de vida y de pequeñas tiendas. Cerca de allí se encuentra el Seto Machindranath, otro templo en el que presenciamos una curiosa ceremonia con ofrendas de flores, dinero y alimentos. Continuando hacia el sur llegamos a la Plaza Indrachok, otro animado cruce de calles comerciales, en el que nos detenemos brevemente a probar el lassi (bebida de yogur).

Disfrutando de la rutina de Katmandú, mientras callejeamos entre Thamel y la Plaza Durbar.
Colorida y ordenadísima tienda de telas.
Esencia de Katmandú.
Ofrendas en el Seto Machindranath.

El paseo se hace sumamente entrenido, puesto que está lleno de estímulos de todo tipo, y no paramos de retratar esas escenas más cotidianas pero igualmente interesantes que ocurren ante nuestros ojos.
Tras este recorrido decidimos parar a descansar y comer unos momos; para ello nos acercamos al Classic Momo House y al New Try Again Momo Center. Dos restaurantes contiguos en los que probamos estos suculentos tentempiés.
Con energías renovadas nos vamos a recorrer, ahora sí, la zona de Durbar Square. Pagamos la entrada (1000 rp/pax) y accedemos al conjunto de calles y plazas que lo conforman. Inicialmente resulta algo difícil orientarse, pero con el mapa que nos entregan y con el de la guía que llevamos al final nos apañamos. Estamos aproximadamente unas tres horas por el recinto, en el que destacan la Plaza Basantapur (diáfana, muy animada), el Kasthamanbap (un notable edificio de tres plantas), el Gaddi Baithak (un llamativo palacio neoclásico) o el Royal Mahendra Museum.

Hermosos detalles de madera.
Vista general de la Plaza Durbar, con el Palacio de la Kumari en primer plano.
¡Foto, foto!
Kaal Bhairav.

Pero, sin lugar a dudas, la visita imprescindible es al Templo de la Kumari (Kumari Bahal). Se trata de un sencillo templo en el que habita la kumari (niña considerada diosa viviente), la cual se asoma en determinados momentos del día a mirar a través de un balcón. En nuestro caso lo hizo a las cuatro de la tarde (conviene preguntar en la entrada de la Plaza Durbar); no obstante, el halo de misterio que rodea esta figura nos pareció algo controvertido, puesto que realmente se trata de una niña que permanece encerrada en un templo hasta su pubertad. Al asomarse nos mira con un gesto tan anodino como melancólico. Costumbres y tradiciones que nos dejan un raro sabor de boca.

Por ese balcón asoma la Kumari (hacerle fotos está estrictamente prohibido).
En el Palacio de la Kumari apenas se puede visitar, brevemente, el patio durante unos minutos.

Tras ello tomamos un taxi (400 rp) y vamos a la Estupa Swayambhunath (entrada 200 rp/pax), uno de los iconos de la ciudad. Se halla en lo alto de una colina, lo que otorga unas espectaculares vistas de la ciudad. Una vez en el recinto, ascendemos hasta lo más alto, donde se halla la estupa propiamente dicha, junto a la cual juguetea una cantidad ingente de monos.
El ambiente con las luces del atardecer es extraordinario, por lo que subimos a tomar un chocolate caliente a una cafetería con terraza y buenas vistas de la estupa.
Pasamos algo más de una hora en el recinto, pero toca regresar a Thamel, para lo cual vamos en taxi (400 rp). Cenamos en el muy recomendable Western Tandoori and Naan House y nos vamos más o menos temprano a dormir.

Barriadas de Katmandú desde la Estupa Swayambhunath.
Imponente estampa al anochecer.


Suena el despertador temprano y salimos a desayunar a una cafetería cercana. Hoy nos toca ir hasta la cercana localidad de Patan. Aunque lo habitual es ir en transporte público, son unos cinco kilómetros caminando por la ciudad, por lo que nos planteamos ir caminando para ver el ambiente del Katmandú menos turístico y, de paso, acercarnos a un templo que tenemos fichado y no parece demasiado popular.
Inicialmente caminamos por amplias avenidas, de tráfico intenso y polución más intensa todavía; pronto optamos por callejear y buscar rincones más tranquilos, donde poder ver el día a día de la gente allí.
De camino pasamos por dos templos, cuyo nombre desconocemos y que, a pesar de hallarse en proceso de rehabilitación, presentan unas tallas de madera que nos parecen espectaculares.

Bonitos templos, absolutamente cero turísticos.

Tras aproximadamente una hora caminando llegamos a la entrada sur de la Plaza Durbar de Patan, donde pagamos la entrada (1000 rp/pax). Nos dan una acreditación que debemos llevar colgada del cuello, además de las entradas.
Estamos unas tres horas visitando todo el recinto, sin prisa pero sin pausa. El museo resulta una visita imprescindible, aunque nos parece que podría estar algo más explicado y se nos hace un poco aburrido. El Templo Taleju nos gusta bastante, sobre todo por los detalles en madera de sus patios; también nos parecen bonitos el Templo Krishna, de inspiración hindú, y el Templo Viswanath, custodiado por dos grandes elefantes de piedra.

Fascinante la Plaza Durbar de Patan.
En primer plano el Templo Viswanath, custodiado por dos grandes elefantes.
Dorados detalles.
Vista general de la plaza.

Nos detenemos un rato a descansar mientras tomamos algo en el Cafe du Temple (precios algo elevados pero excelentes vistas del recinto) y, después, decidimos recorrer los alrededores de la Plaza Durbar para conocer algo más de la vida cotidiana de la población. Recorriendo sus calles visitamos también el Templo Dorado (Hiranyavarna Mahavihara, 100 rp/pax) y el Templo Kumbheshwor, con su esbelta pagoda de cinco pisos.

Templo dorado.

Tomamos un coche (Pathao, 700 rp) para regresar a Katmandú, a visitar la Estupa de Boudhanath, otro de los iconos de la ciudad. Pagamos la entrada (400 rp/pax) y accedemos al impresionante recinto de morfología circular, en cuyo centro se halla la colosal estupa. Rodeándola, una colosal muralla de tiendas, hoteles y cafeterías. La gente da vueltas a su alrededor en sentido horario, estando especialmente transitada y bonita con las luces del atardecer.
Nos unimos a la muchedumbre y la rodeamos a paso tranquilo, disfrutando del ambiente y las cada vez más tenues luces del sol vespertino. Entramos a un pequeño monasterio de la zona y salimos a caminar por el cercano barrio tibetano.
No nos entretenemos demasiado puesto que queremos contemplar el atardecer sobre la estupa, por lo que vamos a una cafetería (Gotama Cafe) donde tomamos algo mientras disfrutamos de los tonos intensamente dorados y blancos de la estupa al atardecer.

Nos saluda la Estupa Bouddhanath.
Paseando por el barrio tibetano.
Atardece sobre la majestuosa estupa.

Regresamos al hotel en taxi (500 rp) y salimos a cenar al restaurante Loving Heart, una notable opción vegana cercana a nuestro alojamiento (recomendable). Tras ello, cansados después de un largo día, nos vamos a dormir.

Tras un desayuno en el Yala Cafe (bastante turístico y precios algo elevados, aunque menús de desayuno muy completos) nos ponemos en marcha y salimos, caminando, hacia una estación de autobuses cercana a Ratna Park, donde parte el autobús a Bakthapur. Al llegar al cruce de calles vemos un caos de gente y autobuses en todas direcciones, por lo que encontrar el nuestro se antoja misión complicada. Nada más lejos de la realidad: preguntamos a un conductor y amablemente nos acompaña hasta el nuestro.
El trayecto a Bakthapur (50 rp/pax) se hace largo, puesto que el tráfico está congestionado y el autobús hace incontables paradas. En total, tardamos aproximadamente una hora.
Descendemos del autobús y el propio conductor nos indica por dónde ir hacia la Plaza Durbar de Bakthapur, que apenas dista unos trescientos o cuatrocientos metros de donde nos encontramos.
Pagamos la entrada (1500 rp/pax) y accedemos al recinto de la plaza bajo un sol que comienza a ser intenso. Un primer vistazo a la misma ya nos gusta; además, están rodando una película en la propia plaza y el ambiente es inmejorable.

Vista general de la plaza, donde están rodando una película.
Sonrisas.

La recorremos con calma, deteniéndonos a contemplar algunos edificios sobresalientes, como la Puerta Dorada o el Palacio de las 55 ventanas, con una fachada extraordinaria. Continuamos hacia la plaza que hay detrás, en que destaca el Templo Phasi Degah, cuya escalinata se halla custodiada por elefantes y leones de piedra.

Palacio de las cincuenta y cinco ventanas.
Pequeña parada a descansar.
En la escalinata del Templo Phasi Degah.

Como ya es costumbre en nuestras visitas, optamos también por recorrer los alrededores de la plaza para apartarnos un poco de lo turístico y disfrutar de otras escenas más mundanas pero sumamente interesantes y enriquecedoras. Así, realizamos un recorrido por la parte noreste de la Plaza Durbar, contemplando algún templo secundario y el quehacer diario de las gentes de la población. En dicho recorrido llegamos a la cautivadora (¡nos encantó!) Plaza Dattatraya, en que destacan el Templo Dattatraya o el Templo Bhimsen, entre otros.
En tan agradable lugar decidimos descansar un rato, mientras damos cuenta de un exquisito yogur en una sencilla cafetería.

Planeando la ruta por Bhaktapur.
Plaza de los Alfareros, con miles de piezas secándose al sol.
Escenas cotidianas.
Vista de la cautivadora Plaza Dattatraya, al este de la Plaza Durbar (¡visita obligatoria!)
Colores de Nepal.

Regresamos a la Plaza Durbar y optamos por entrar al Museo Nacional (150 rp/pax). Lo visitamos rápido puesto que no nos gusta demasiado, únicamente a destacar unas tallas de madera y unas imágenes del Kama Sutra.
Caminamos hasta el punto donde nos había dejado el autobús y enseguida damos con el lugar desde donde parte el de regreso (1 hora, 50 rp/pax).

Templo de los elefantes eróticos. ¿Por qué se llamará así?

Una vez en el Barrio de Thamel salimos a cenar al Lumbini Tandoori and Naan House, sencillo y agradable y, tras una notable cena, nos vamos a dormir.

Último día en Katmandú, último día en Nepal. Nos levantamos con calma y tras un agradable desayuno nos acercamos al Dream Garden (400 rp/pax), un pequeño parque bastante bien cuidado con un pequeño estanque en su interior. Sin embargo, lo que podría ser un remanso de paz en medio de Katmandú realmente no es tan placentero: el ruido del tráfico circundante es tal que se oye plenamente allí en medio del jardín. Una visita que, finalmente, consideramos prescindible.

Cuidado pero no demasiado placentero.

Decidimos salir, tras ello, a caminar por el sur de la Plaza Durbar para callejear, de manera aproximada, siguiendo un recorrido que sugiere nuestra guía de viajes. Finalmente hacemos un paseo de un par de horas, que nos permite conocer otro Katmandú menos turístico y más cotidiano.
Paramos a comer, de nuevo, en el Classic Momo House y vamos de camino al hotel parando en varias tiendas de recuerdos por el camino.
Se pasa, así, rápido el día.

Conversaciones al sur de la Plaza Durbar.
Las calles se animan al atardecer.

Cenamos en el restaurante Kathmandu Kitchen, sencillo y sin grandes excesos, pero barato y con comida bastante rica. Antes de irnos a dormir entramos en un bar a tomar un par de refrescos y disfrutar, aunque sea brevemente, de la entretenida vida nocturna de la ciudad.
Al día siguiente saldremos temprano hacia el aeropuerto, finalizando de este modo nuestra gran aventura por Nepal, en la que hemos caminado por valles infinitos, rodeados de gigantescas montañas y en la que hemos disfrutado de una ciudad que, a pesar de no tener grandes encantos, merece la pena recorrer con calma.

¡Hasta otra, Katmandú!¡Hasta otra, Nepal!

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