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Kandy. Visita al Templo del diente de Buda

Kandy. Visita al Templo del diente de Buda

Llegando al Templo del Diente de Buda, en día de poya.
Buscad “Kandy” en Google. “La capital de las montañas”, dicen unos; “la ciudad sagrada del budismo” aseveran otros. Alguien se atreve incluso a denominarla “la ciudad más bonita del mundo”.
Aunque probablemente esta última frase sea algo exagerada, hay que reconocer que la ciudad de Kandy tiene numerosos atractivos que merecen una pausada visita. No en vano, es Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO desde el año 1988.
Con unos 125000 habitantes, Kandy es la segunda mayor ciudad de Sri Lanka, siendo la capital de la provincia central. Se sitúa justo en el centro de la isla, a unos 500 metros de altitud en medio de las tierras altas, rodeada de montañas.
La ciudad se asienta sobre múltiples colinas alrededor de un gran lago artificial, ocupando una amplia extensión. La mayor parte de los hoteles/guesthouses se sitúan en estas colinas, por lo que las caminatas hacia el centro de la ciudad suelen ser largas y generalmente se requiere el tuk tuk para moverse por la ciudad.
Gran lago de Kandy, epicentro de la vida en la ciudad.
Kandy tiene una historia bastante interesante. Se cree que la ciudad se fundó a mitad del siglo XIV por el rey Vikamabrahu III; llegando a ser capital del Reino de Kandy hasta principios del siglo XIX, tras varias épocas convulsas. Ciudad importante ya en la época colonial británica, en la actualidad Kandy es una ajetreada urbe con todo tipo de servicios. Tiene una economía basada en el sector textil, las piedras preciosas y, cada vez en mayor medida, el turismo. Kandy es la ciudad sagrada de Sri Lanka, por lo que miles de ceilaneses budistas peregrinan todos los años para visitar sus templos más famosos y, en concreto, el Templo del diente de Buda.
A destacar la fiesta (Esala Perahera) que se celebra en los meses de julio y agosto coincidiendo con la poya (luna llena); dicho festival dura 10 días y destaca por la procesión de elefantes engalanados.
Fervientes budistas en el Templo del diente de Buda.

Qué ver en Kandy

A pesar de que es una ciudad extensa y de que el alojamiento estará, probablemente, alejado del centro, una vez que nos encontremos en la zona del lago podremos recorrer los lugares más destacados a pie:
Sri Dalada Maligawa (Templo del diente de Buda): data del siglo XVIII, y se trata de la principal atracción turística de la ciudad. Construido en materiales nobles (granito, mármol, madera esculpida, marfil…), en realidad se trata de un amplio conjunto arquitectónico formado por numerosos edificios religiosos y museos. El edificio principal, donde realmente se encuentra la reliquia del diente de Buda, es el Vahahitina Maligawa; otros edificios interesantes son el Alut Maligawa, el museo Sri Dalada y el Salón de Audiencias (Magul Maduwa). La entrada es de pago (1500 rupias/10€) y requiere un código de vestimenta (no pantalones cortos, hombros cubiertos, ir descalzo). En los días de poya está realmente masificado, aunque por otro lado merece la pena ver el peregrinaje de los budistas a su templo sagrado.
En la entrada del Templo del diente de Buda.
Lago de Kandy: epicentro de la ciudad, se creó en 1807. Merece la pena pasear por sus orillas contemplando la animada vida de Kandy.
Monasterios budistas: existen en la ciudad varios templos interesantes. El más céntrico es el de Malwatte Maha Vihara.
Mercado municipal: animado y bullicioso, es el más frecuentado por los locales. Siempre es interesante recorrer los estrechos pasillos de los mercados del mundo.
Torre del reloj: fue construída en 1950 en memoría de Mohamed Zacky Ismail, quien perdió la vida en un accidente de tráfico.
Queen’s Hotel: con una historia de más de 160 años, fue antiguamente la residencia del Gobernador  británico. Se trata de un edificio de estilo británico colonial situado en pleno centro de Kandy.
– Cerca de la ciudad existen otros puntos de interés, como el Jardín Botánico de Peradeniya, el Jardín de las especias de Matale o el Orfanato de elefantes de Pinnawela.
Atardece en Kandy.
Y nosotros, ¿qué hicimos en Kandy?
Salimos de Hatton en tren, disfrutando otra vez de un trayecto precioso entre campos de té y zonas rurales. A pesar de que no es el tramo más famoso, también merece la pena relajarnos en nuestros asientos mientras contemplamos los bellísimos paisajes. Sin embargo, nosotros estamos bastante cansados después de nuestro ascenso al Adam’s Peak y cuesta bastante mantener los ojos abiertos, estamos reventados…
Llegamos a Kandy y, nada más descender del tren, nos topamos con un abrupto cambio: hemos pasado de la tranquilidad rural de Dalhousie al bullicio y ajetreo de esta gran urbe. Rechazamos las ofertas insistentes de los primeros conductores de tuk tuk que vemos y optamos por alejarnos unos metros de la caótica estación. Unos metros más allá conseguimos que nos lleven a nuestro hotel, situado en una de las colinas de la ciudad, por 300 rupias (2€).
Llegamos al McLeod Inn, nuestro alojamiento, desde cuya terraza tenemos unas vistas impresionantes de Kandy. El dueño, muy amable, se ofrece para ayudarnos con la organización de nuestra estancia en la ciudad. Decidimos asistir a un espectáculo de danzas tradicionales (habíamos visto previamente por internet que es una de las actividades más típicas), por lo que tomamos otro tuk tuk para llegar al centro (esta vez solo 150 rupias, que lo contrata el dueño del hotel).
El espectáculo de danzas se celebra en el local de la Cruz Roja, y la entrada cuesta 1000 rupias (unos 6€). Pasamos un rato bastante entretenido, aunque el hecho de que sea para turistas hincha los precios sobremanera (tomar un refresco cuesta 300 rupias).
Haciendo equilibrios.
Las danzas son vistosas.
¡Bonito traje!
A la salida del espectáculo pasamos por delante del Templo del diente de Buda, que visitaremos al día siguiente. Hoy simplemente paseamos por el bullicioso centro de la ciudad, pasando por delante del bonito edificio del Queen’s Hotel y cenando en uno de los restaurantes de la zona. Ya de noche, tomamos un tuk tuk para regresar al hotel (250  rupias).
Queen’s hotel, donde se llegó a alojar la Reina de Inglaterra durante su estancia en Sri Lanka.

Madrugamos bastante pues queremos aprovechar al máximo nuestra estancia en Kandy. Desayunamos y salimos hacia el centro, caminando, puesto que en la ruta hay un par de miradores que merecen la pena. 
Posando con las «vistas» a la ciudad.
Bueno, estas sí que son las vistas a la ciudad.
Una vez llegamos a la parte baja de la ciudad pasamos por delante de la Torre del Reloj (Clock Tower) y entramos a uno de principales mercados de la ciudad. A pesar de que solo vamos a curiosear un poco, algunos de los dependientes son demasiado insistentes por lo que, cansados de rechazar ofertas, optamos por irnos rápido.
Torre del Reloj, en pleno centro de Kandy. Nótese el tráfico caótico.
Los mercados, como este que mostramos, son bulliciosos pero entretenidos.
Nuestro siguiente destino es el principal reclamo de la ciudad: el fabuloso Templo del diente de Buda. En la entrada nos percatamos de algo que no habíamos tenido en cuenta: hoy es día de poya, y podemos contar por miles los peregrinos que han acudido al templo, la mayor parte de ellos ataviados con ropajes blancos.
Gran afluencia de público en este día señalado para los budistas.
A punto de entrar al gran templo.
Entramos al gran recinto, comenzando por un largo camino flanqueado por banderas multicolores, el cual nos lleva a la entrada principal del templo. Allí tenemos que hacer una cola bastante larga para poder pagar (1500 rupias/10€; gratuito para los ceilaneses) y, tras descalzarnos (ya habíamos previsto pantalón largo y camisetas que cubrieran los hombros) hacemos otra cola para finalmente acceder al interior.
– Sácanos guapos, ¿eh?     -Bueno, bueno, que la cámara no hace milagros…
Sí, en medio de esa muchedumbre estamos los dos esperando nuestro turno para entrar.

Resulta un poco agobiante el estar apretujado entre la multitud de fieles, mientras caminamos pasito a pasito hacia el interior del templo. Muchos de ellos portan una pequeña bandeja de cartón sobre la que reposan delicados pétalos de flores multicolores.

Ofrenda típica.

El templo es espectacular ya desde la entrada. Zonas de piedra minuciosamente tallada, murales dorados, piezas de marfil… Realmente vale tanto la pena como habíamos leído.

Coloridas figuras.
Piedra tallada con un detalle exquisito.
El primer pasillo que atravesamos es uno de los más llamativos.
Formas geométricas, dibujadas al milímetro.
Fastuosa decoración.
En el interior cientos de fieles se arremolinan, subiendo las escaleras de madera, hasta llegar a la planta superior, en la que se encuentra la reliquia del diente de Buda. Observamos, durante un buen rato, como los fieles budistas rezan sus plegarias y se acercan a contemplar, durante unos breves segundos, la preciada reliquia. Nosotros, respetuosos, nos mantenemos en un segundo plano, disfrutando del espectáculo místico-social-cultural.
Lugar donde se depositan las ofrendas.
Allí al fondo, en esa pequeña ventana, se sitúa la reliquia del diente de Buda.
Los fieles aprovechan cualquier pequeño espacio para sentarse a orar.
Numerosos fieles en el templo.
Tras un buen rato recorriendo las múltiples estancias del templo, salimos al exterior. El calor es agobiante, lo que hace que numerosos fieles busquen cobijo bajo la sombra de los árboles del recinto. Nosotros nos dirigimos hacia una zona en la que, con la excepción de un par de monjes vestidos con su hábito naranja, todas las fieles son mujeres con ropajes blancos. 
Salimos al exterior, ¡aquí no estamos tan apretados!
Para entrar a los templos debemos descalzarnos. No sabemos si luego será fácil encontrar nuestras sandalias.
Templo en el que predominan claramente las mujeres.
Conversaciones.

Hoy es día importante, de poya, y se nota en que está todo abarrotado. Aunque quizá no hemos podido contemplar el templo tan al detalle como nos gustaría, nos llevamos la impresión de que disfrutarlo en día de poya es una experiencia única. Grata coincidencia, sin duda.
Salimos del templo y, un par de calles más allá, tomamos un tuk tuk que nos devuelva al hotel, para recoger las mochilas y llevarnos a la estación de autobús. Allí, en medio del caos (la estación de Kandy es grande, confusa y desaliñada) nos ponemos a buscar el autobús para nuestro próximo destino: el triángulo cultural del norte de Sri Lanka.
Y, sí, lo habéis adivinado. Lo contaremos en la próxima entrada 😉

Con esta impactante foto nos despedimos hoy.

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2 comentarios

  1. Anónimo

    Hola chicos. Lo primero, enhorabuena por el blog. Pronto voy con unos amigos a Sri Lanka así que últimamente os leo mucho más. Me ha gustado mucho esta entrada, y Kandy será la primera ciudad que visitemos. Como llegamos por la tarde seguiremos exactamente vuesro plan. También he leído que hay plantaciones de té cerca. Vosotros fuisteis a alguna? Muchas gracias de antemano y a seguir así. Carlos.

  2. ¡Gracias, Carlos, nos vas a sacar los colores!
    ¡Sri Lanka es brutal! Tanto por la zona de Kandy como por la zona de Ella había plantaciones inmensas de té, y sabemos que se pueden hacer excursiones por la zona. Nosotros las que vimos eran en la zona de Ella, mientras subíamos al Mini Adam's Peak. El paisaje era hermoso.
    Un saludo!

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