
La jornada del día anterior, descubriendo Cordes-sur-ciel, Najac y Belcastel ha dejado el nivel muy alto. Sin embargo, para hoy tenemos prevista la visita a las que, probablemente, son las localidades más turísticas de los Midi-Pyrénées: Conques y Rocamadour. Son dos poblaciones imprescindibles en cualquier ruta por los Midi-Pyrénées; la primera más coqueta y detallista, la segunda grandiosa y espectacular, aunque quizá algo masificada.
¿Nos acompañas a conocer Conques y Rocamadour?

Índice de contenidos
Conques: un verdadero pueblo de cuento

Hablar de Conques es hablar de una de las localidades más hermosas de todo el Valle del Lot y, por qué no, de toda la región de los Midi-Pyrénées.
Situado en una zona de colinas onduladas de color verde intenso, la localidad de Conques posee una dilatada historia. Se piensa que la población se estableció, allá por el siglo V, en torno a una pequeña ermita.
Sin embargo, el hecho clave que cambió su historia aconteció a finales del siglo IX. Fue entonces cuando un monje local sustrajo las reliquias de la Santa Fe de un monasterio en los alrededores de Agen y las llevó al de Conques, que había sido fundado unos años antes. Dicho relicario atrajo numerosos visitantes y peregrinos, que hacían de Conques una parada obligatoria en su ruta a Santiago de Compostela.
En el siglo XI, con la idea de poder dar cobijo a los peregrinos y gracias a las donaciones que dejaban, se comenzó a construir la Iglesia de la Santa Fe de Conques, cuyas obras duraron hasta bien entrado el siglo XII. El resultado fue una de las principales obras de la arquitectura románica en el sur de Francia, en la que destaca el impresionante tímpano de la fachada principal, que representa el juicio final.

Conques fue una localidad tranquila, que mostró cierto declive a partir de los siglos XIV y XV. No obstante, la ciudad fue «redescubierta» en el año 1837 por el historiador, arqueólogo y escritor Prosper Mérimée, quien decidió acometer algunas obras necesarias para devolver el antiguo esplendor a la iglesia.
En la actualidad, con apenas 250 habitantes, Conques es una de las poblaciones más visitadas en los Midi-Pyrénées, no sólo por los caminantes y peregrinos que la eligen para hacer un alto en su camino, sino también por miles de visitantes que desean recorrer y fotografiar sus hermosas y perfectamente conservadas calles medievales.

Datos prácticos para la visita a Conques
– Aparcar: existe un aparcamiento en la zona baja de la población, de pago. Recomendamos continuar por la carretera ascendiendo y rodeando Conques hasta llegar al aparcamiento de su parte alta (Parking de la Salesse) que, aunque está medio en obras (mayo de 2019), es gratuito.
– ¿Cuánto tiempo dedicar?: con dos o tres horas puede ser suficiente para visitar la iglesia y recorrer las calles tranquilamente. Si se desea visitar el Tesoro habría que añadirle, al menos, una hora más. Por último, si queremos caminar hasta el Sitio del Bancarel, que es un excelente y recomendadísimo mirador, añadir otra hora más a nuestros planes.
– Oficina de turismo: situada dentro de una antigua residencia burguesa del siglo XVII, está en la calle principal, bien señalizada.
– ¿Qué visitar en Conques?: la Iglesia abacial de la Santa Fe (Sainte Foy en francés) es visita imprescindible; no en vano, está en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Su interior es sencillo y diáfano, muy agradable. Conviene también salir a ver el claustro y su característica fuente. El Tesoro es una espectacular colección de orfebrería que recoge piezas del siglo XI hasta el XVI, entre las que destaca el relicario de la Santa Fe (la que sufrió el «traslado furtivo» desde el monasterio de Agen y gracias a la que Conques es, hoy en día, tan relevante). No hay que olvidar recorrer las preciosas calles de la localidad, repletas de rincones, casas y edificaciones preciosas.
– Truco: si queremos obtener una panorámica global de Conques desde lo alto merece la pena caminar por el sendero que nos lleva hasta el Sitio del Bancarel. Esta senda desciende hasta el río para, posteriormente, ascender con firmeza hasta un promontorio rocoso con espléndidas vistas. Son unos 20 – 25 minutos de ida y algo menos de vuelta; recomendamos buen calzado y una mínima forma física.



Rocamadour: una ciudad sagrada al borde del precipicio

Rocamadour es, según las estadísticas, una de las localidades más visitadas de toda Francia, con más de un millón y medio de turistas al año. Como podéis ver en las siguientes líneas, motivos hay de sobra, aunque para nosotros fue una visita un poco decepcionante.
Los orígenes de Rocamadour se remontan a la época prehistórica, en que las cuevas de la zona ya estaban habitadas; prueba de ello son las pinturas rupestre de la Gruta de las Maravillas (Grotte des merveilles).
Se tiene constancia de la existencia de una pequeña capilla al abrigo de un barranco ya en el año 1105. En los años posteriores se instaló en Rocamadour Eble de Tourenne, abad de Tulle; a partir de entonces comenzaron a llegar pequeñas donaciones de los señores de la zona. Pero el hecho que cambió todo fue la anunciación de un milagro en el año 1148, ello atrajo a una gran cantidad de fieles que se acercaban a pedir o agradecer a la Virgen.

En ese mismo lugar se descubrió, en la segunda mitad del siglo XII, el cuerpo de un ermitaño que habitaba la zona y que la leyenda atribuyó a San Amador (de ahí el nombre del lugar, Rocamadour, roche d’Amadour, roca de Amador). A partir de entonces fue cuando se construyeron las diversas capillas del santuario y el lugar se convirtió en un importante centro de peregrinación cristiana.
A pesar de que en lo siglos siguientes Rocamadour fue destruido en algunas guerras y, posteriormente, saqueado, en el siglo XIX se inició una importantísima restauración, no exenta de dificultades dada la localización del santuario.
En el momento actual Rocamadour es considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia, no tanto por su poblado de aspecto medieval sino por el santuario y su ubicación privilegiada.
Dada la gran afluencia de visitantes, se ha creado una mini ciudad de servicios, con gran cantidad de aparcamientos, restaurantes, tiendas de recuerdos, etc… que quizá resta algo de encanto a Rocamadour.

Datos prácticos para la visita a Rocamadour
– Aparcar: existen, al menos, cinco grandes aparcamientos en la zona de Rocamadour. Si bien algunos son gratuitos, hay otros de pago (está claramente indicado cuál es de cada tipo). Nosotros recomendamos el P2 (Parking du Château), que es gratuito y se encuentra en la parte alta.
– ¿Cuánto tiempo dedicar?: a Rocamadour le debemos dedicar, al menos, medio día. Si añadimos a la visita alguna actividad en los alrededores, como la Gruta de las Maravillas, la Maison des Abeilles o el Bosque de los Monos, podemos estar un día completo.
– Oficina de turismo: hay varios puntos de información turística en Rocamadour (ver mapa más abajo).
– ¿Qué visitar en Rocamadour?: en su parte alta hay un castillo, propiedad privada, que no se puede visitar; sin embargo, se puede subir a la parte alta de sus murallas, desde donde se tiene una espléndida vista del Valle del Alzou (entrada 2€, llevar moneda de 2€ exacta o ir a cambiar a las taquillas del elevador). La principal visita de la localidad es al Santuario de Rocamadour (entrada gratuita), donde se pueden visitar la basílica de San Salvador y siete capillas, entre las que destaca la de Nuestra Señora de Rocamadour, con una estatua de una virgen negra del siglo XII. En la cripta se pueden visitar las reliquias de San Amador. Una buena opción para recorrer todo Rocamadour y alrededores es realizar una visita circular, descendiendo por el Chemin de Croix desde el castillo hasta el santuario, atravesar la pequeña población medieval (con incontables tiendas de recuerdos y productos artesanales) y ascender por la Voie Sante hasta L’Hospitalet para finalizar contemplando la panorámica desde los miradores de la Corniche.



Nuestra experiencia en Conques y Rocamadour
Continuamos la ruta por Midi-Pyrénées con ganas, puesto que hoy nos tocan dos de las poblaciones más populares de la región: Conques y Rocamadour.
Nos levantamos temprano y recorremos los escasos kilómetros que separan nuestro alojamiento en Viviez de la localidad de Conques. Decidimos dejar el coche en el aparcamiento de la parte alta de la ciudad que, aunque está en obras, es gratuito. Desde allí hasta la entrada del pueblo apenas nos separan unos cien metros.
Entramos a la oficina de turismo, donde nos facilitan un excelente tríptico informativo, con un detallado mapa y breves explicaciones de los principales lugares a visitar. Manos a la obra, ¡a recorrer Conques!

Siguiendo por la calle principal llegamos a la Plaza de la Iglesia, donde comprobamos que ha habido gente que ha madrugado más que nosotros y que ya reposan a la sombra tras visitar el pueblo. En la plaza destaca la fachada de la Iglesia de la Santa Fe, con su impresionante tímpano sobre la puerta principal. 124 figuras esculpidas con asombroso detalle, representando el juicio final. Nos quedamos mirándolo, absortos, un buen rato.



El interior de la catedral, de arcos estilizados y decoración sobria, contrasta marcadamente con la decoración profusa del tímpano.

Salimos al claustro, que luce su mejor cara en un día de sol radiante como hoy. Aunque fue restaurado en el siglo XIX, aún podemos apreciar algunos detalles antiguos. Optamos por no visitar el tesoro puesto que, a pesar de su relevancia histórica, preferimos dedicar nuestro tiempo a escudriñar todos los rincones de las callejuelas de Conques.


Para ello, provistos con el mapa de la información de turismo, trazamos una ruta que nos lleve a los puntos destacados en el mismo. Así, cruzamos las antiguas puertas de entrada a la ciudad (Porte de la Vinzelle, Porte du Barry, Porte de Fer…) y nos topamos con algunos de los edificios más relevantes, como el Château d’Humières, la Tour d’enceinte o le Convento de las Hermanas de Unión. A pesar de la gran afluencia de visitantes, no resulta difícil encontrar rincones tranquilos.



Finalizada la ruta por el pueblo nos animamos a hacer una pequeña caminata hasta el Sitio del Bancarel. Para ello salimos de Conques por su puerta sur (Porte de Fer), para caminar durante unos 20 o 25 minutos por un sendero que desciende suavemente entre huertos y prados hasta atravesar el Río Ouche. Una vez cruzado dicho río el camino gana pendiente, a ratos bastante dura, para llevarnos a lo alto del promontorio rocoso. Desde allí las vistas, como podéis comprobar en las fotos, son alucinantes. Parece, todavía más, un pueblo de cuento. Si queremos aprovechar este maravilloso rincón para comer, hay una mesa de picnic situada en este punto estratégico; bien pensado.


Aprovechamos para tomar unas cuantas fotos (bueno, seamos sinceros, muchas fotos) y, después, regresamos al pueblo.
Tras echar un último vistazo a la fachada de la iglesia, es hora de despedirnos de Conques.
Tomamos de nuevo el coche y, antes de marcharnos definitivamente, hacemos una breve parada a orillas del Río Dourdou, donde se encuentra el Pont Romain (ojo, no confundirse y pensar que es puente romano, puesto que es medieval; su denominación viene de la palabra romius, «peregrino» en occitano).

Proseguimos la ruta en dirección noroeste, conduciendo por carreteras secundarias muy entretenidas, surcando verdes paisajes y entrando en el Parc National Régional des Causses du Quercy.
En pleno corazón de dicho parque se encuentra el que, con toda probabilidad, sea el pueblo medieval más célebre de toda nuestra ruta: Rocamadour.
Nada más llegar nos damos cuenta de que esto es algo distinto a lo que hemos visitado previamente. Decenas, por no decir centenas, de coches desfilamos por la carretera de acceso, hasta que llegamos al aparcamiento donde dejar el coche (en nuestro caso el parking del castillo, P2).

Lo primero es ascender a las murallas del castillo, lo que cuesta 2€ (ojo, es necesario tener la moneda de 2€ exacta para entrar por los tornos; si no tenemos podemos ir a cambiar a la taquilla del elevador, situada al otro lado del aparcamiento). Desde lo alto de las murallas podemos ver el cuidado jardín del castillo, de propiedad privada y, por otro lado, la formidable vista de Rocamadour y el Cañón de Alzou. Aunque la visita es breve, consideramos que las vistas compensan el pequeño gasto que supone la entrada.

Tras ello descendemos el serpenteante camino, bien pavimentado, que desciende la ladera de la montaña, conocido como Chemin de croix. Si bien podemos realizar la ruta circular en ambos sentidos, nos parece mejor descender por aquí y, de regreso, ascender suavemente por el camino más tendido.
Llegamos a la entrada del santuario, comenzando por un pequeño patio en el que la gente se amontona buscando un sitio donde descansar. Desde este patio se accede a las diversas capillas del santuario, cada una con sus particularidades, y todas ellas con bastantes fieles rezando o realizando plegarias.


De entre todas ellas destaca la de Nuestra Señora de Rocamadour, con su característica virgen negra y las maquetas de barcos colgando del techo (según cuenta la tradición dicha virgen concedía milagros a los marineros).
Si nos fijamos en los detalles del santuario comprobaremos que, además de la evidente restauración llevada a cabo en el siglo XIX, existen todavía algunos vestigios de la obra original.
También destaca, clavada en una pared, una espada que, según la leyenda, fue lanzada por el caballero Roland antes de morir en Roncesvalles. Cosas de leyenda…


Finalizada nuestra visita a las capillas descendemos la Gran Escalera, cuyos 216 escalones nos depositan en la calle principal de la población. A pesar de su logrado aspecto medieval, la ingente cantidad de tiendas de recuerdos de todo tipo, restaurantes y puestos de comida para llevar crean la sensación de que nos encontramos ante una caracterización quizá demasiado forzada.
Sin embargo, y estoy hay que reconocerlo, algunos de los productos que venden en las tiendas (sobre todo los embutidos y los quesos) son deliciosos.

Una vez recorrido el pueblo nos queda regresar al aparcamiento, realizando una larga vuelta hasta llegar a la zona alta. Allí arriba encontramos varios miradores con buena panorámica del castillo, el santuario y la población. Aunque el día no acompaña, puesto que amenaza lluvia, la vista es excelente. Quizá ello ayude, también, a crear el regusto agridulce que nos ha dejado esta localidad: bonito, pero…¿demasiado masificado y un pelín artificial? Suponemos que para gustos, colores.

Acabamos la jornada de hoy dirigiéndonos al sur hasta las cercanías de Saint-Cirq-Lapopie, donde dormiremos. Mañana visitaremos esa localidad y algo más. Pero eso, ya sabéis, lo contaremos en la próxima entrada del blog.

Francia fue nuestro destino fetiche hasta que Macarena pudo ponerse las vacunas para viajar a otros destinos del mundo. Es un país muy cómodo para hacer camping, que es como nosotros viajábamos y, lejos de prejuicios, no es tan caro como se piensa. Además es ideal para viajar con niños. Hace tiempo que dejamos de ir, pero siempre estoy deseando volver.
Rocamadour, sin duda, uno de los must. Aunque cualquier sitio que me digáis ¡Me lo quedo!
Un besote
Pues sí, es ideal para escapaditas de 4 o 5 días (sobre todo si, como nosotros, lo tenemos a un paso). Está todo muy bien preparado para la acampada y puede ser muy chulo para los más peques.
Un besico!
Hola ,donde aconsejas quedarme a dormir para visitarlos ???
Hola, Nuria.
Pues nosotros, la noche previa a visitar Conques y Rocamadour dormimos en la población de Viviez, en un bonito castillo, bastante recomendable. La siguiente noche lo hicimos cerca de Saint Cirq Lapopie, en el que quizá fue nuestro alojamiento preferido.
Te pasamos el enlace donde los describimos brevemente, puedes echar un vistazo por cualquier web para ver precios actuales y más fotos.
https://www.conbotasymochila.com/ruta-por-midi-pyrenees-en-4-dias/#%C2%BFDonde_alojarse_en_Midi-Pyrenees
Esperamos que te haya sido de ayuda 🙂