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Milos nunca defrauda: qué hacer en cuatro días

Milos nunca defrauda: qué hacer en cuatro días

¿Quién no sueña con relajarse en una playa de arenas blanquecinas y aguas azul celeste?¿Quién no desea pasear por un coqueto pueblo de casas blancas y detalles azules?¿Quién no anhela gozar de una gastronomía tan sana como deliciosa?¿Quién no disfruta con un irrepetible atardecer sobre el plácido mar?
Milos, una de las múltiples islas que conforman el Archipiélago de las Cícladas (junto con Mykonos, Santorini, Naxos y otras), es la perfecta definición de ese remanso de paz tan necesario, aderezado con un pedacito de ambiente nocturno, una pizquita de gastronomía y unos toques de belleza cultural.
Ni tan lujosa (¡ni frecuentada!) como Santorini, ni tan fiestera como Mykonos, ni tan idílica como las playas de Naxos… pero logrando un perfecto equilibrio entre todas ellas, para nosotros Milos fue el destino que más nos agradó de nuestro viaje por Grecia. Alguien nos dijo que no nos defraudaría y, desde luego, no lo hizo.
Hoy te contamos qué ver en la isla de Milos, donde tuvimos la oportunidad de disfrutar de cuatro días inolvidables. ¿Nos acompañas a conocer un poco más?

¿Cómo llegar a la isla de Milos?

La isla de Milos es una de las más occidentales del Archipiélago de las Cícladas, y se encuentra a unos 180 kilómetros al sur de Atenas, así como a unos 150 km de Santorini.
La manera más habitual de llegar a Milos es mediante ferry, con varias conexiones diarias:
Desde el Puerto del Pireo (Atenas): existen numerosas opciones que conectan la capital griega con la isla de Milos, con precios y tiempos de ruta que varían entre las diversas compañías. En temporada baja hay 2-3 barcos diarios; mientras que en temporada alta la oferta se multiplica. Los precios parten de los 40€ y llegan a unos 75€; los más rápidos recorren el trayecto en menos de tres horas mientras que otros tardan más de siete.
Desde el Puerto de Santorini: aunque con menos frecuencia, también existe la posibilidad de llegar de Santorini a Milos (y viceversa) en ferry. Existen también varias compañías; los precios son baratos para los barcos más lentos (en torno a 20€; más de cinco horas de trayecto) y caros para los barcos rápidos (casi 100€; poco más de dos horas de ruta).
Para más información sobre precios y horarios, se puede consultar en el comparador Ferryscanner o buscar en las páginas de algunas compañías, como Blue Star Ferries, Aegean Speedlines  o SeaJets.

Montando en el ferry a Milos.

Otra opción, aunque menos frecuente, es llegar a Milos en avión. El aeropuerto de Milos se encuentra al suroeste de la isla, y tiene algunas conexiones diarias con Atenas (45 minutos de vuelo, precios a partir de 45€).

En nuestro caso llegamos a la isla de Milos, desde Atenas, tomando un ferry de la compañía Aegean Speedlines (3 horas 55 minutos, 59€ por persona). Lo reservamos, por internet, unos días antes, aunque probablemente se puedan reservar “sobre la marcha” dada la gran frecuencia de barcos que hay en temporada alta. Para salir de Milos, rumbo a Santorini, también lo hicimos en ferry.

Llegamos de los primeros al ferry. ¡Con muchas ganas de Milos!

¿Cómo moverse por Milos?

La isla de Milos es una de las más grandes de las Cícladas y tiene bastante que ver, por lo que si deseamos conocerla al máximo vamos a necesitar de algún medio de transporte.
Como opción ideal, sin duda, el coche de alquiler. Permite recorrer prácticamente cualquier rincón de la isla con comodidad y total libertad. Las carreteras son bastante decentes, aunque estrechas y con constantes cambios de rasante; por ello, los coches grandes no son los más prácticos. Las playas más turísticas tienen buen acceso y, aunque a algunas se llega por pistas sin asfaltar, el estado de las mismas es bueno y se puede llegar con un turismo normal. Los precios parten, aproximadamente, de los 30€ por día. En nuestro caso reservamos un coche mediante la empresa Enterprise, cuya oficina se encuentra a unos 300 o 400 metros del puerto. Aunque el coche que nos dieron, un Mitsubishi Space Star, se notaba algo viejillo, funcionó a la perfección y por cuatro días nos costó 159,02€, un precio bastante razonable para ser temporada alta.

Los coches pequeños son ideales para moverse por la isla.

En la zona oeste de la isla existen playas más recónditas de acceso difícil, por pistas en peor estado y que sólo se pueden visitar si se va caminando (poco recomendable, puesto que están alejadas), moto o quad. Los precios de estos últimos van desde los 40€/día en temporada baja a 70€ en temporada alta (quads para dos personas).
Una opción, menos popular, es la de utilizar el transporte público. En Milos hay varias líneas de autobús; la mayor parte de ellas conectan Adamas con otras localidades o destinos turísticos. El precio del billete es de 1,80€ por trayecto; se pueden consultar los precios y las diversas líneas en la página web oficial.
Otra manera de conocer las playas más aisladas es mediante un tour en barco, que suelen visitar el suroeste de la isla, prácticamente inaccesible de otra manera. En nuestro caso contratamos un barco de la empresa Armi Sea, con una ruta de media jornada por 35€/persona, y quedamos bastante satisfechos (en la actualidad los precios han subido, pero mantienen su filosofía de llevar los barcos con menos personas a bordo – máximo 18 personas – , lo que se agradece).
Y, como siempre, aunque nosotros siempre viajamos por libre, también está la cómoda opción de llevar ya algún tour guiado o contratado previamente. Te dejamos aquí debajo algunos enlaces que pueden ser de tu interés en dicho caso.

¿Dónde alojarse en Milos?

Aunque hay numerosas y variadas opciones de alojamiento en la isla, lo cierto es que gran parte de ellas se concentran en su parte nordeste, fundamentalmente en las cercanías del puerto de Adamas, en Plaka y alrededores y en la zona de Pollonia.
La verdad es que, por otro lado, disponiendo de coche para moverse por la isla, la localización del alojamiento no es tan importante como en otros destinos.
En nuestro caso nos alojamos en pleno corazón de la bellísima población de Plaka, en el Plaka Queen Room. Habitación pequeña pero súper bien equipada y muy acogedora; situada a apenas dos minutos andando de una de las zonas con más ambiente de la isla a la hora del atardecer y de la cena. Repetiríamos, sin duda.

Entrada de nuestro alojamiento en Milos.
Plaka es un lugar precioso para pasear y perfecto para encontrar un coqueto alojamiento.

¿Dónde comer en Milos?

Milos es, dentro de Grecia, uno de los lugares donde mejor comimos. Y no únicamente por la calidad de los platos que pudimos degustar, sino porque los coquetos restaurantes en ambientes únicos nos parecieron excelentes.
Algunos de los platos a recomendar en la isla son, además de las ensaladas, los tomates secos, el belté (puré de tomate que acompaña diversos platos), los quesos y el koufeto (un dulce hecho de calabaza).
De los restaurantes que pudimos probar, destacaríamos:
Avli: en la población de Plaka, platos ricos y muy abundantes, precio moderado. A destacar el giouvetsi, los mejillones y la ensalada griega.
Astakas: situado junto al mar, en Klima, permite disfrutar de un hermoso atardecer mientras se degustan excelentes platos de pescado y marisco. A destacar el pulpo y el calamar relleno. Imprescindible reservar con antelación para poder ver el atardecer en primera línea. Precios, eso sí, algo elevados.

Hoy disfrutamos de una magnífica cena en Klima.

O!Hamos!: junto a la playa Papinipou, cerca de Adamas. Aunque quizá demasiado turístico y, por ende, algo caro, permite probar algunos de los platos tradicionales de la isla. Nos gustaron las empanadillas y la selección de quesos.
Archontoula: también en Plaka, la pasta con langostino estaba increíble, y la ensalada griega fue una de la que más nos gustó de todo el viaje. Precios moderados y muy coqueto.
Medousa: en la población de Mandrakia, junto al mar (excelentes vistas), es uno de los restaurantes más famosos de la isla. Conviene llegar con tiempo y saber que la atención es algo lenta. Quizá nos esperábamos algo más de este lugar (no dejar de pedir el pescado del día), pero lo cierto es que comimos bien.

Aunque no nos fascinó, el Restaurante Medousa es uno de los más célebres de Milos.

¿Qué visitar en Milos?

Como buena isla griega, sus excelentes playas son uno de los principales atractivos. Pero, adicionalmente, algunas bellas localidades de casas encaladas y coloridas puertas y ventanas, pueblos pesqueros y un par de pequeños pero cuidados museos pueden completar la visita.
Pasamos a describir, brevemente, algunos de ellos:
Playas: sin duda, el gran atractivo de Milos. Hay muchas y variadas, grandes playas y pequeñas calas, algunas recónditas y otras de sencillo acceso, algunas muy visitadas y otras apenas conocidas. Merece la pena recorrer varias de ellas, puesto que cada una ofrece diversos encantos. Aunque detallaremos todas las que visitamos en una completa entrada sobre las playas de Milos, podemos destacar las de Sarakiniko, Kleftiko, Gerakas, Fyriplaka, Paliochori, Alogomandras o Voudhia.

Rocas blanquecinas conforman el espectacular paraje de Sarakiniko.
Una de las playas que, probablemente, más disfrutamos es la de Fyriplaka.

Tour en barco por las playas del sur: una de las actividades más demandadas en la isla de Milos es la de realizar un tour en barco; generalmente estos permiten descubrir las aisladas playas del sur y el suroeste de la isla. En nuestro caso, con la empresa Armi Sea, visitamos las hermosas aguas del entorno de Kleftiko y las playas de Gerontas y Gerakas.

¿Ves a Paula saludando desde el agua?

Pasear por Plaka: la población que nos enamoró, con estrechas callejuelas, rincones de postal y un ambiente nocturno (desde el atardecer hasta la cena) fascinante. Para nosotros el lugar ideal para alojarse (repetiríamos allí, sin duda), también una excelente opción para cenar en una coqueta terraza.
Atardecer desde el Castillo de Plaka: si se desea estirar las piernas antes de cenar, se puede ascender al castillo de la población (unos diez o quince minutos desde el centro), el cual tiene unas vistas incomparables del atardecer sobre el Mar Egeo. Aunque quizá algo masificado, lo cierto es que es uno de los atardeceres más bonitos de la isla.

De camino al castillo de Plaka, con magníficas vistas.

Gastronomía: uno de los grandes alicientes de un viaje a Grecia es su gastronomía. Aunque un poco más arriba hemos destacado algunos de los que más nos gustaron, lo cierto es que la oferta es variada y, en general, muy satisfactoria. Imprescindible cenar algún día en la población de Plaka: ambiente agradabilísimo que no defraudará.

Apetece, ¿verdad?

Mandrakia: situado junto a la playa en una pequeña ensenada, su puerto rodeado de casitas de colores resulta de lo más pintoresco. Bellísima estampa desde el acceso al pueblo, en lo alto. Paseando entre sus casas se pueden observar algunos pulpos secándose al sol, que posteriormente se degustarán en el célebre restaurante Medousa.

Paseando por la colorida Mandrakia.

Catacumbas de Milos: una de las principales visitas culturales de la isla, se hallan próximas a la localidad de Trypiti. Aunque se vanaglorian de ser las mejor conservadas del mundo tras las de Roma, la visita (4€ por persona, guiada) apenas dura unos minutos y no nos gustó demasiado.

Interior de las catacumbas de Milos, una de las visitas culturales en la isla.

Teatro romano y lugar de descubrimiento de la Venus de Milos: también en las proximidades de Trypiti se encuentra un antiguo teatro romano, totalmente reconstruido, pero que guarda su forma y localización original (buenas vistas). En la actualidad se organizan, de vez en cuando, actuaciones en el recinto. Muy cerca de allí se halla el lugar en que se encontró a la célebre Venus de Milos (la estatua original se encuentra en el Museo del Louvre). Entrada gratuita.

Solitario y poco visitado teatro romano de Milos.

Klima: preciosa localidad costera, especialmente bella con las luces del atardecer. Pasear por el puerto, recorriendo sus casas y pequeños embarcaderos de colores, es una de las experiencias más bonitas de Milos. Para culminar la jornada, se recomienda cenar en el restaurante Astakas.

Klima es precioso, sobre todo al atardecer.

Pollonia: otra de las poblaciones con encanto de la isla, con buen ambiente, playa y numerosos restaurantes y alojamientos.
Iglesia Agios Nikolaos: posiblemente la más pintoresca de la isla, con sus característicos tonos azules y blancos. Se halla en la población de Pollonia, en el cabo más septentrional de la isla. La perfecta definición de “fotogénica”.

Agios Nikolaos, la iglesia más fotogénica de la isla.

Otros: la lista previamente detallada no pretende ser exhaustiva. En Milos también se puede disfrutar de buen ambiente nocturno, se pueden encontrar espectaculares miradores o se pueden visitar museos (como el Museo Arqueológico o el Museo del Folklore de Plaka), entre otras.

Nuestra experiencia durante 4 días en Milos

Han sido casi cuatro horas de trayecto en ferry desde Atenas hasta aquí, el Puerto de Milos, en la localidad de Adamas. Salimos del puerto, abarrotado cada vez que llega un barco, y vamos caminando hasta la empresa de alquiler de coches, situada a unos trescientos metros de allí.
Nos dan un pequeño Mitsubishi algo vetusto pero más que suficiente para movernos por las estrechas carreteras y callejuelas que surcan la isla.
Nos dirigimos a nuestro alojamiento, el Queen Plaka Rooms, y, aunque nos encanta, únicamente estamos unos minutos por allí puesto que tenemos ganas de comenzar a conocer la isla. Y comenzamos cerca, en la propia población de Plaka, cuyas laberínticas calles esconden rincones realmente hermosos.

Rincones pintorescos.

Cenamos temprano en el restaurante Avli-Milos, una excelente introducción a la gastronomía de la isla. Tras ello, decidimos acometer el ascenso hasta el castillo de la población, que ofrece unas panorámicas brutales del atardecer en la bahía.
Ya de noche, regresamos al alojamiento y nos vamos temprano a dormir.

Hermosas tonalidades al atardecer.


Nos tomamos con calma el levantarnos y prepararnos, dando buena cuenta del desayuno en la espectacular terraza del alojamiento.
Nuestro primer destino es la playa de Firopotamos. Descendemos en nuestro coche prácticamente hasta la misma playa, en que se encuentra el aparcamiento. Aunque inicialmente estamos casi solos, pronto se empieza a llenar de gente que quiere disfrutar de un soleado día de verano.
Durante un par de horas nos relajamos en la playa, jugando a las cartas y conversando sobre lo agradable que es el lugar.

Esa pequeña playa es la de Fyropotamos.
Detalle de las casitas de pescadores.

Desde allí nos vamos hacia la población de Mandrakia. Allí se encuentra el célebre restaurante Medousa, repleto de gente (conviene acercarse con tiempo puesto que no admiten reservas por adelantado).
Mandrakia es una diminuta pero coqueta localidad situada en una pequeña ensenada, con casitas de colores donde atracan los barcos de los pescadores locales. Nos acercamos a su fotogénica parte baja, en que algunos pulpos se secan, de manera tradicional, al sol.

Mandrakia, una de las poblaciones más coquetas de la isla.
Los pulpos al sol.
Otro bonito punto de vista.

Retrocediendo unos metros por la carretera se puede llegar a la cercana playa de Tourkothalassa; de aguas azul turquesa y muy solitaria, aunque llena de algas. No nos parece recomendable para darnos un baño, por lo que decidimos seguir nuestra ruta.

Aunque desde arriba parece una playa solitaria y apetecible, desde cerca las algas no invitan mucho al baño.

La siguiente parada es en uno de los lugares más espectaculares de toda la isla de Milos: la playa de Sarakiniko. Dejamos el vehículo en el atestado aparcamiento y caminamos durante unos minutos hasta llegar a la zona de las formidables rocas blancas que conforman un paraje extraordinario y bello, irreal. Aunque se trata de una de las playas más famosas, tampoco hay tanta gente en esta mañana de verano. Merece la pena caminar por la zona, puesto que hay varios enclaves muy fotogénicos y también varios lugares para el baño. Aquí sí que no podemos evitar darnos un buen chapuzón, puesto que el entorno es realmente hermoso y el calor sofocante exige refrescarse.

Rocas blanquecinas, irreales, en la zona de Sarakiniko.
Merece la pena recorrer estos paisajes, insólitos y fascinantes.
Apetece, y mucho, un chapuzón aquí.

Tomamos el coche de nuevo para dirigirnos a las Catacumbas de Milos. Pero nuestro gozo en un pozo: han cerrado hace unos minutos y no podemos visitarlas. Por ello, vamos caminando hacia el antiguo teatro romano y pasamos por delante del lugar en que fue descubierta la famosa Venus de Milos. Ambas paradas, aunque breves, aportan un toque cultural al día de hoy.

Sin ser nada del otro mundo, el teatro romano de Milos bien merece una visita. Al fondo, Klima.

Otra vez al coche, para descender hasta el pintoresco pueblo de Klima. Sus coloridas casas de pescadores, con las tibias luces del atardecer, son una auténtica preciosidad. Obligatorio paseo a orillas del mar, donde se pueden tomar espectaculares fotografías. Y, para culminar el día, el “capricho” de cenar en el restaurante Astakas, quizá algo más caro que la media pero situado junto al mar y con excelentes vistas de la puesta de sol (imprescindible reservar con tiempo).
Tras una muy agradable cena nos vamos a dormir, que mañana toca más (y mejor).

Pasear por Klima, con las luces del atardecer, es algo obligatorio.
Instantes mágicos.


Nos levantamos temprano y desayunamos en la terraza de nuestro alojamiento.
Tomamos el coche en dirección sur hasta la playa de Agia Kyriaki, ancha y grande, agradable. Allí comienza el tour en barco que hemos reservado con la empresa Armi Sea.
Puntuales montamos en el barco, tan solo seis viajeros, por lo que el viaje va a ser más cómodo.
Recorremos la costa sur de Milos, de aguas límpidas y tranquilas, aproximadamente una hora hasta llegar a la zona de Kleftikos. Se trata de un bello rincón con varias cuevas y arcos naturales, de aguas limpias, donde nadar o hacer snorkel (aunque no hay demasiados peces). El agua, transparente y tranquila, invita al baño, por lo que nos relajamos una hora por allí.

Comienza nuestro paseo en barco. ¡Yuju!
Primera parada: Kleftikos.
Disfrutando de un agradable baño.

El barco inicia el camino de regreso, deteniéndose también en la playa de Gerontas. Nos bañamos también un rato allí; aunque no es tan espectacular como Kleftikos, también hay un par de zonas de cuevas bastante bonitas.
La última parada del tour es en la playa de Gerakas, únicamente accesible en barco. De bonitas aguas y encerrada por unas paredes casi verticales, en su zona derecha hay una zona con aguas calientes (por este lugar hay actividad volcánica). Posiblemente es el lugar que más disfrutamos de nuestra ruta en barco, que finaliza algo más tarde de las tres.

Playa de Gerakas: prácticamente para nosotros solos.

Una vez acabado el tour nos quedamos un rato en la playa de Agia Kyriaki, grande y de fácil acceso. Aprovechamos su tranquilidad para tumbarnos un rato y darnos otro baño, disfrutando de esta jornada de sol.

La playa de Agia Kyriaki es grande y no muy concurrida. Nos gusta.

Tenemos que seguir con nuestro día de descubrimiento de Milos, por lo que montamos de nuevo en el coche para dirigirnos a la playa de Paleochori. Grande y tranquila, aunque con un chiringuito bastante ajetreado en su entrada, merece la pena recorrerla con calma, por lo que paseamos un buen rato por allí.
Nos acercamos después a la playa de Tsigrado, otra de las más célebres de la isla. El acceso a la misma, a través de una fisura en la roca y, posteriormente, por una escalera de madera algo deteriorada (a fecha de junio 2021), resulta complejo. De hecho, vemos a alguna persona pasarlo regular para regresar de la playa. Tomamos alguna fotografía pero preferimos no descender hasta allí y dedicar nuestro preciado tiempo a visitar alguna otra playa.

La pequeña playa de Tsigrado, curiosa pero de acceso nada fácil.

Así, nuestro siguiente destino es la cercana playa de Fyriplaka. Quizá una de las más populares de la isla, con un par de locales repletos de tumbonas y sombrillas. Sin embargo, nosotros decidimos caminar más allá de los chiringuitos, en que la playa se torna salvaje y se halla enmarcada en un paisaje surreal, con rocas de mil colores que le otorgan una estampa espectacular. En algunas zonas de la misma se nota cierto olor a azufre, fruto de la actividad volcánica en la zona. Paseamos hasta el final, mojándonos los pies a ratos esquivando algunas rocas. Entorno precioso, más que recomendable.

Fyriplaka comienza con tumbonas, sombrillas y chiringuitos…
…pero enseguida se torna salvaje y solitaria.
Así, la podemos disfrutar en soledad.

Ya con las luces del atardecer cenamos en el restaurante O!Hamos!, cerca de la población de Adamas. Sirve especialidades típicas de la isla, aunque quizá es demasiado turístico y, por tanto, con precios algo elevados. No obstante, cenamos de maravilla.

Otro día más para explorar Milos.
Tras un buen desayuno, nos acercamos a visitar las Catacumbas de Milos. Aunque resultan interesantes y se encuentran bien conservadas, la visita guiada es excesivamente rápida (¡apenas llega a diez minutos!) y nos parece que se aprovecha poco. Tras conocerla, quizá nos parece una visita totalmente prescindible.

Interior de las catacumbas.

Por ello, decidimos continuar recorriendo la isla para descubrir nuevas playas. La primera de ellas es la de Voudhia, en el extremo este de la isla. Aunque la entrada a la playa resulta ciertamente fea (junto a una gran planta de extracción de minerales, de la que salen gigantescos cargueros), caminando por ella se llega a zonas más tranquilas y de aguas claras. Superado un pequeño espolón rocoso, caminando unos metros por el agua, hallamos una zona más tranquila con arcos en la roca de gran belleza. Estamos un par de horas por allí, disfrutando del entorno casi en soledad.

Contraste de colores en la playa de Voudhia.
He aquí nuestro humilde rincón. Sí: si en el alojamiento os prestan una sombrilla os será sumamente útil.

Tras dicha visita nos acercamos a la localidad de Pollonia, turística y con gran oferta de alojamientos, en la que hay una playa de arena fina. Dicha playa, no obstante, resulta menos agradable que otras al hallarse enmarcada en plena población. Decidimos, por tanto, no darnos un baño allí.

La playa de Pollonia, aunque animada, no nos convence mucho.

Sin embargo, sí que optamos por ir a la cercana Iglesia de Agios Nikolaos, muy fotogénica con su típica pintura blanca y azul. Uno de los rincones más coquetos de Milos, aunque no muy conocido.
La siguiente parada en nuestra ruta es en la conocida playa de Papafragas. Se trata de una pequeña lengua de arena situada en una zona de cuevas y acantilados, a la que el mar llega por una fisura en la roca. Todo lo bonito que tiene la playa se pierde porque, dado su pequeño tamaño, suele estar absolutamente llena. Es el caso de nuestra visita, en que ni siquiera nos planteamos bajar hasta la arena por no disponer de sitio casi ni para sentarnos.

Playa minúscula y de acceso complejo. Habitualmente sin apenas sitio donde estirar la toalla.

Así, preferimos acercarnos a la playa de Alogomandra. Llegamos a ella por una pista de tierra en buen estado, apta para cualquier tipo de vehículo; nos sorprende llegar al aparcamiento y que haya varios coches allí. La explicación está clara: además de una gran playa situada a su izquierda, a la derecha hay una pequeña zona en que el mar se introduce tras un espolón rocoso formando una gran cueva. Idílico paraje que merece la pena conocer. Sus aguas tranquilas invitan al baño, por lo que nos quedamos por allí un par de horas.

Aguas tranquilas en Alogomandra.

Nos acercamos, aunque sea más tarde lo habitual, a comer al restaurante Medousa, en la población de Mandrakia. Restaurante muy famoso, nos gusta pero tampoco nos parece maravilloso.
Ya a media tarde, regresamos a la localidad de Plaka. Reposamos un rato y recorremos sus calles, subiendo también al castillo para contemplar de nuevo las vistas desde allí. Nos tomamos unas cervezas en un pequeño bar y vemos el atardecer desde una plazoleta próxima a la iglesia. Mucho ambiente, quizá demasiado, pero no deja de ser un momento especial.

Pasear por Plaka…¡qué delicia!
Espectacular mosaico en la plaza de la iglesia.
Y así finaliza otro día en Milos.

Cenamos en la propia Plaka, en el restaurante Archontoula (recomendable), y nos vamos temprano a dormir.

Toca madrugar, preparar las mochilas y dejar todo listo para la partida. Sin embargo, nos sobra un rato que dedicamos a explorar callejuelas de Plaka, siempre fotogénicas.
Tomamos el coche para devolverlo en la oficina de alquiler, y caminamos hasta el cercano Puerto de Adamas. A las 10:45 horas parte el ferry que nos llevará a la popularísima isla de Santorini. Pero eso, ya sabes… ¡lo contaremos en la próxima entrada del blog!

¡Milos, nos has conquistado!

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