
Querido 2019,
Igual que hace 365 días, aquí nos tienes sentados frente a la pantalla del ordenador, intentando exprimir recuerdos de todo lo acontecido en tu compañía. Quizá has sido un año algo atípico, menos viajero, pero sin duda especial. Pronto te unirás a tus hermanos pequeños (2018, 2017 y 2016), y les contarás todo lo caminado juntos.
Porque tus primeros pasos transcurrieron por Italia, descubriendo Venecia, Módena, Bolonia y la ciudad eterna: Roma. Un perfecto comienzo en unas de las ciudades más bellas del planeta.

Empezamos también, allá por enero, con nuestras rutas por el monte. Y elegimos una que habíamos llevado mucho tiempo en mente, pero que siempre postergábamos. Finalmente descubrimos la cara oculta de los Mallos de Riglos, en el Camino del Cielo.

Las nieves cubrían las montañas, por lo que aprovechamos para acercarnos a descubrir esa otra versión del Pirineo, aquella en la que se convierte en una idílica postal. Así, a la visita más cultural de las Ermitas de Tella se unió la más aventurera con raquetas hasta el Ibón de Estanés. ¡Qué paisajes!


Trajiste la primavera, lo que supuso una escapada en la distancia y en el tiempo. Porque visitar los Midi-Pyrénées fue como retroceder a la época medieval, caminando por calles adoquinadas rodeados de murallas y castillos.

A finales de mayo llegaba uno de los grandes viajes del año. Desierto e historia a partes iguales: Jerash, Amman, Wadi Rum, Petra… Jordania fue como un perfume intenso y concentrado, del que quisimos disfrutar hasta la última gota.

Pronto vino el verano y, a pesar de que nuestras renqueantes rodillas no nos permitieron disfrutarlo al máximo, celebrar un cumpleaños en la cima del Pico Aspe fue una experiencia inolvidable. Por no hablar de una ruta sencilla y suave, y no por ello exenta de belleza: los Lagos de Ayous desde Astún. Fin de semana completo de montaña, disfrutando como niños.


Antes de que los calores veraniegos nos abandonaran, tuvimos la fortuna de descubrir uno de esos pequeños regalos que todos guardamos cerca de casa y que nunca nos decidimos a abrir. Pudimos conocer, con todo lujo de detalles, el Parque Cultural del Río Vero, una auténtica joya histórica, paisajística y patrimonial. Volveremos este año, está claro.

Aunque, bien lo sabes, querido 2019, nos guardabas el gran viaje para el final. Un viaje de los de verdad, de esos que dejan un recuerdo imborrable, de los que marcan un antes y un después. Visitar los paisajes del norte de Chile y recorrer parte de Bolivia fue algo memorable. Y poner la guinda al pastel con unos días en Cuzco (Perú), subiendo a la Montaña de los siete colores fue ya el súmmum.



Hoy quedan apenas unas horas para despedirnos de ti, 2019. Sabes que has sido un año un poco raro, ajetreado y confuso, pero que dejarás una huella que perdurará para siempre. Porque, amigo nuestro, realmente has sido un gran año.
Hasta siempre y muchas gracias. Gracias por todos los momentos y experiencias vividas y compartidas. Gracias por lo que nos has enseñado. Y gracias también por haber hecho crecer (¡todavía más!) ese gusanillo viajero.
Dile a tu hermano, el 2020, que se prepare. Que seguimos con ganas de viajes y de montaña, y de contarlos por aquí. Cuídate mucho.
Un fuerte abrazo,
Pedro y Paula