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Pisa, Cinque Terre y Florencia (III): Florencia, el arte hecho ciudad

Pisa, Cinque Terre y Florencia (III): Florencia, el arte hecho ciudad

Existen ciudades que emanan cultura en cada rincón, con arquitectura sublime y museos fastuosos, donde la pintura y escultura habitan en el corazón de sus residentes. Florencia es un perfecto ejemplo de este tipo de ciudades. O, quizá, el mejor.
La ciudad del arte, el arte hecho ciudad. Porque Florencia no es solo su majestuoso Duomo, su impresionante Galleria degli Uffizi o el célebre Ponte Vecchio. Florencia es un museo al aire libre, una obra maestra del renacimiento. Al pasear por sus calles cuesta poco imaginar al gran  Leonardo da Vinci o a Miguel Ángel buscando la inspiración para sus obras.
Florencia se encuentra en la parte norte de la región central de Italia, y es la capital de La Toscana. En la actualidad tiene algo menos de 400000 habitantes y, aunque en su economía la industria y la artesanía tienen bastante peso, el turismo es su motor fundamental. Se la considera una de las ciudades más bonitas del mundo; no en balde, su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en  1983.
La torre del Campanile y el Duomo, con las luces del atardecer.
Evidentemente, no podemos entender la Florencia actual sin aproximarnos brevemente a su espléndida historia. Fundada por Julio César en el año 59 a.C., Florencia tuvo su época de magnificencia entre los siglos XIV y XVI, en que se convirtió en la cuna del Renacimiento. Artistas, pintores, escultores y humanistas recorrieron las calles de la ciudad con su saber y maestría. Aunque Leonardo da Vinci es el prototipo de hombre del Renacimiento, Miguel Ángel, Donatello, Botticelli, o Bruneleschi fueron otros de los personajes que impregnaron de conocimiento y arte a Florencia.
En la actualidad Florencia es uno de los principales destinos turísticos del mundo, recibiendo casi 2 millones de visitantes cada año. Aunque en temporada alta suele estar demasiado masificado, su visita es un imprescindible para cualquiera. Un par de días pueden ser suficientes para una toma de contacto, pero podríamos perdernos por sus calles y museos tranquilamente una semana. ¿Nos acompañáis a conocerla un poco mejor?
El celebérrimo Ponte Vecchio, sobre el río Arno.

DATOS PRÁCTICOS/CONSEJOS

Alojarse en el centro: la cantidad y variedad de hoteles en Florencia es prácticamente infinita. Los hay de todo tipo y precios. Nosotros nos alojamos en el Hotel Rex, situado a menos de 5 minutos de la Piazza del Duomo. Lo reservamos a través de Centraldereservas.com y nos pareció perfecto en todos los sentidos (si queréis buscar hoteles en Florencia podéis hacer clic aquí). Y sí, salir del hotel y tener todos los monumentos a cuatro pasos… ¡es algo impagable!
Paciencia: la gran cantidad de turistas en la ciudad hace que, a diario, se formen colas interminables para entrar a los principales monumentos. En nuestro caso fueron una hora para el Campanile, una hora y cuarto para el Duomo y una hora y media para la Galleria degli Uffizi. 

Sí, así está la Piazza del Duomo a casi todas horas.
Entradas: la visita a los principales monumentos de la ciudad (museos, iglesias…) es de pago. Y, para qué nos vamos a engañar, sale por un buen pico. Eso sí, entraremos a museos de primer nivel y a lugares de gran belleza, por lo que merece la pena. Para acceder a la catedral, el Campanile y el baptisterio es preciso comprar entradas (la entrada para todos ellos cuesta 15€) en las oficinas situadas en la Piazza del Duomo. Si, además, queremos subir a la cúpula, no debemos pagar precio adicional pero debemos reservar horario. Más info en www.museumflorence.com. Ojo, en temporada alta puede ser que no podamos reservar en la cúpula hasta 2-3 días después, así que un buen consejo es comprar los billetes nada más llegar a la ciudad.
Reservar por internet: para visitar los principales monumentos hay que hacer largas colas para comprar la entrada. Algunas de ellas se pueden comprar por internet, lo que nos ahorrará tiempo de espera en las colas.

¿QUÉ VISITAR?

 La lista de lugares a visitar es interminable. Aquí van los más importantes:
Duomo: la catedral de Santa Maria del Fiore es una de las obras maestras del Renacimiento italiano. Su construcción se inició ya en el siglo XIII, aunque la fabulosa cúpula se erigió en 1471 (obra de Filippo Bruneleschi) y la actual fachada se realizó en los años 1876 y 1877. La altura de su cúpula alcanza los 116,5 m, siendo una de las mayores de su época. En la actualidad se puede visitar la catedral y la cúpula (esta última requiere reservar hora previamente, al comprar la entrada).

Impresionante, ¿verdad?
Campanile: con el nombre de Campanile de Giotto se conoce a la torre del campanario de la Catedral de Santa Maria del Fiore. Tiene una altura de 84,7 metros y su construcción fue finalizada en 1349. Desde lo alto se tienen unas buenas vistas de la plaza y, sobre todo, de la enorme cúpula del Duomo. 
Baptisterio: el Battisterio de San Giovanni, de morfología octogonal, ocupa un lugar preferente en la Piazza del Duomo. Lo más destacable son sus puertas, que representan escenas bíblicas. En la actualidad, dichas puertas son réplicas, reposando las originales en el Museo dell’Opera del Duomo.
Aunque por fuera no es demasiado llamativo, el interior del Baptisterio es espectacular.
Ponte Vecchio: uno de los puentes más famosos del mundo. Se trata de un puente medieval, de tres arcos, sobre el río Arno. Contiene numerosos comercios, siendo uno de los lugares más visitados de Florencia. Según la tradición, el término “bancarrota” fue acuñado por este puente, puesto que a los comerciantes que se arruinaban se les rompía el puesto o mesa donde hacían sus ventas (banca – rota).
Piazza della Signoria: la Plaza de la Señoría, como su nombre bien indica, era el centro de la vida política de Florencia. Atesora numerosos edificios de importancia, como el Palazzo Vecchio, la Logia dei Lanzi, el Tribunal de las Mercancías o el Palacio Ugoccioni. Antiguamente era la plaza donde se situaba la famosa escultura del David de Miguel Ángel; trasladado ahora a la Galería de la Academia (en su lugar original se puede ver una copia).
El Palazzo Vecchio, el edificio más relevante de la Piazza della Signoria.
Galleria degli Uffizi: una de las pinacotecas más importantes del mundo. Se trata de un palacio cuya construcción se inició en 1560, y alberga una colección de obras de arte de valor inconmensurable. Aunque “El nacimiento de Venus” (Boticelli), la “Virgen del Jilguero” (Rafael), o la “Adoración de los Reyes Magos” (Leonardo da Vinci) son algunas de las más conocidas, en sus enormes galerías podemos encontrar centenares de obras maestras de los mejores autores italianos de la historia. La entrada cuesta 12,5€; reservando por internet se pagan 6 euros extra (a cambio de ahorrarse largas colas).
Galleria dell’Accademia: es uno de los museos más visitados de Florencia, fundamentalmente por ser el que alberga la fabulosa estatua del David de Miguel Ángel. Esta gigantesca escultura de mármol, de más de 5 metros de altura y 5572 kg de peso, es una de las obras maestras del Renacimiento, y resulta espectacular cuando se contempla desde cerca. Además de esta obra, en el museo se pueden contemplar otras pinturas y esculturas. La entrada cuesta 12,5€.
¿La escultura más perfecta del mundo? ¡Acercaos a Florencia para comprobarlo! 😉
Plaza y Basílica de la Santa Cruz: la Basilica di Santa Croce es una iglesia renacentista cuyas obras se iniciaron en el año 1294, siendo un verdadero símbolo del arte florentino. La bella fachada da a una gran plaza en la que los viajeros se amontonan a cientos. En su interior, aunque sobrio, se encuentran las tumbas de italianos ilustres como Miguel Ángel, Dante Alighieri, Maquiavelo, Galileo Galilei o Guillermo Marconi. La entrada cuesta 8€.
Santa Maria Novella: otra de las grandes iglesias de la ciudad, con un interior muy colorido y decorado con numerosos frescos. La entrada cuesta 7,5€.
Piazzale Michelangelo: situada en lo alto de una colina, al otro lado del Arno, la Plaza de Miguel Ángel es el mejor mirador para contemplar la ciudad de Florencia, especialmente al atardecer. 
Os contamos, en las siguientes líneas, nuestros días en Florencia.
Aunque parezca una pintura, así es Florencia al atardecer.

¿CÓMO FUERON NUESTROS 2 DÍAS EN FLORENCIA?

Salimos desde Pisa, en tren, hasta Florencia, ciudad a la que llegamos en unas dos horas.
Nuestro hotel (Hotel Rex) está situado a unos 10 minutos de la estación de tren, muy próximo a la Piazza del Duomo (si queréis reservar este hotel u otros, podéis hacer clic aquí). Dejamos las mochilas y salimos a dar un primer paseo para reconocer la ciudad.
En primer lugar recorremos la abarrotada Piazza del Duomo, el auténtico centro turístico de la ciudad. Contemplamos el Baptisterio, el Campanile y la majestuosa Catedral. Impresionante, nos quedamos observándola boquiabiertos durante unos minutos.

Salimos del hotel y, enseguida, observamos esto. ¿Qué os parece?
Detalles del Baptisterio y el Duomo.
Bellísima Florencia tras la lluvia.
Seguimos paseando hasta llegar a la Plaza de la Señoría, donde reconocemos el majestuoso Palazzo Vecchio; la Fuente de Neptuno está cubierta por andamios y no se puede ver. Sin embargo, lo que más llama la atención es una enorme escultura moderna con forma de m***da, que choca bastante con su entorno. 
Entorno hermoso, escultura horrenda.
Réplica del David, en su ubicación original (la Piazza della Signoria).
Atravesamos las numerosas filas que esperan para entrar a la Galleria degli Uffizi y llegamos a orillas del Arno. A nuestra derecha se encuentra el Ponte Vecchio, otro de los emblemas de la ciudad. En este punto resulta complicado tomarse fotografías, puesto que hay mucha gente que intenta hacer lo mismo, entorpeciendo nuestro campo de visión.
Aún no sabemos cómo, pero encontramos un huequecito para poder tomar esta foto entre tanta gente (¡bien, chicos, bien!)
Decidimos cruzar por dicho puente hasta llegar a la otra margen del río. Continuando recto llegamos hasta el Palacio Pitti, un edificio gigantesco que no podemos visitar por estar cerrado este día (1 de enero, día de Año Nuevo). Posteriormente callejeamos por esa zona. Allí se encuentra el barrio de Oltrarno, el cual era la zona popular allá por el siglo XVI. Pasear por sus calles, tranquilas, descubriendo rincones casi inexplorados nos resulta tremendamente placentero.
El gigantesco Palazzo Pitti, cerrado por festivo.
El barrio de Oltrarno, tan cerca y tan lejos del ajetreo del centro de la ciudad.
Una de las calles principales del barrio es el Borgo San Jacopo, que transcurre paralela y próxima al río Arno. En dicha calle, a la altura del Hotel Lungarno, hay un pequeño callejón donde tomar tranquilamente fotografías con el Ponte Vecchio de fondo, sin los empujones y apreturas de otras zonas de la ciudad. El día gris no acompaña demasiado, pero es un pequeño y coqueto rincón de la ciudad.
Aquí podemos tomar las fotos con mucha más calma.
En lugar de regresar al centro optamos por subir, caminando, al Piazzale Michelangelo. Son unos 20 minutos desde el Ponte Vecchio, que se hacen algo pesados por ser un camino en constante ascenso. Sin embargo, una vez arriba las vistas compensan con creces. También se puede llegar hasta ahí en autobús, ahorrándonos el esfuerzo.
Disfrutamos de una vista panorámica de toda la ciudad, contemplando como las luces cálidas del atardecer iluminan con tonos rojizos a los edificios más emblemáticos de Florencia. Embelesados con las vistas, recreando la mirada en cada detalle, pasamos un largo rato en este lugar. No obstante, debemos continuar la ruta por Florencia.
Gran panorámica de la ciudad.
Descendemos de la colina y, callejando, arribamos a la Piazza de la Santa Croce. Esta plaza, diáfana, es una ebullición de turistas, un constante ir y venir sin rumbo aparente. Como bello telón de fondo vemos la fachada de la basílica, en un blanco radiante. 
La Basílica de la Santa Croce destacando, iluminada, en la noche florentina.
Nos dejamos llevar por nuestro instinto, desviándonos por calles sinuosas, hasta llegar a la Plaza del Mercado de San Lorenzo, un buen lugar donde comer, cenar o tomar una copa. En su planta superior, centenares de personas comparten mesa y disfrutan de animadas conversaciones entre pizzas, focaccias y productos de la zona.
La comida y la bebida animan a cualquiera. Buen ambiente en el Mercado de San Lorenzo.
Nosotros decidimos seguir callejeando hasta encontrar, muy cerca de nuestro hotel, un pequeño bar donde tomar un buen “aperitivo”. Esta costumbre, extendida desde Turín al resto de Italia, es una excelente opción de tomar una copa mientras se come un suculento (y bastante económico buffet). Basta con pedir una copa, típicamente un Spritz, y servirse lo que uno quiera del buffet preparado en la barra del bar. ¿Los precios? Habitualmente entre 6 y 10€. En nuestro caso son 8€ y, aunque no es una cena como tal, cumple su función.
Un poquito de aquí, otro poquito de allá… ¡Riquísimo todo!
Para bajar un poco la comida nos animamos a dar un último paseo por la zona próxima al hotel. Así, conocemos la hermosa Piazza della Repubblica y la Luogia del Mercato Nuovo (donde se encuentra la estatua del Porcellino, un jabalí en cuya boca debemos introducir una moneda para que nos dé suerte).
El día ha sido largo, así que toca dormir. Mañana buen madrugón.
Luces en la Piazza della Repubblica.
Venga, Porcellino, ¡sonríe!

Suena el despertador temprano, muy temprano.
Desayunamos en el hotel y a las 08:00 nos dirigimos a la Piazza del Duomo. Allí, en una oficina junto al Baptisterio, compramos las entradas para poder visitar los principales edificios de la plaza. Para la cúpula no podemos reservar hasta el día siguiente, así que tendremos que hacer una visita exprés antes de ir al aeropuerto.
A las 08:15 comenzamos a hacer cola para visitar el Baptisterio. Estamos pocos esperando, ha sido buena idea madrugar (como siempre). A nuestro alrededor la plaza está tranquila, aunque los viajeros menos perezosos ya empiezan a caminar inquietos en busca de los fascinantes museos y edificios que Florencia les ofrece.
Conforme avanza la fila en la que estamos podemos observar el impresionante detalle con el que están decoradas las puertas, aunque sabemos que son réplicas. Pero, una vez entramos al interior, nuestra sorpresa es mayúscula. ¡Qué espectáculo! La enorme cúpula, decorada con motivos dorados, deslumbra al visitante. Infinidad de figuras, representando motivos religiosos, están dibujadas con una precisión fascinante.

Mosaicos de la cúpula del Baptisterio.
Detalle de una de las puertas de entrada.
Tirando de zoom alcanzamos a ver algunos detalles, como este de la foto.
Tras unos 15 minutos en el interior del Baptisterio, salimos de nuevo a la plaza y optamos por unirnos a la fila (sí, otra fila) de la gente que espera para entrar al Campanile. Ahora la cola es más larga, nos toca esperar aproximadamente una hora. Una vez dentro, nos toca ascender los 414 escalones estrechos hasta llegar al mirador de su parte superior. Desde allí tenemos unas vistas inmensas, entre las que destaca la enorme cúpula, unos metros por encima de nosotros. A nuestros pies, Florencia se despereza en esta mañana de enero.
No son ni las 09:00 y ya tenemos esta cola para entrar al Campanile.
Pues a esperar toca. ¡Qué remedio!
Florencia amanece en esta fresquita mañana de enero.
La cúpula del Duomo de Florencia es grandiosa.
Son, aproximadamente, las 09:30. La catedral no abre hasta las 10; no obstante, ya hay una interminable hilera de personas que aguardan, pacientes, para entrar a visitarla. Nos parece demasiada espera, así que preferimos dejarla para otro rato.
Nos ocurre lo mismo en la Galleria degli Uffizi, donde se estiman unas 2 horas de espera.
Aunque dudamos unos instantes si sumarnos a alguna de esas filas, puesto que a este ritmo no veremos nada, finalmente nos parece más conveniente dirigirnos a la Piazza de la Santa Croce, y allí visitar la Basílica de la Santa Croce. La entrada cuesta 8€ (sí, todos los sitios tienen entradas caras). El interior de la basílica es amplio y diáfano, aunque más recatado que su fachada. Además de los grandes frescos y el púlpito, en su interior podemos ver las tumbas de Dante, Miguel Ángel y otros. De la nave principal se pasa a un verde claustro y un pequeño museo, con algunas piezas de interés.
Vamos a informarnos un poco antes de entrar. A ver qué hay en su interior.
Sácanos guapos, ¿eh?
El interior de la basílica es enorme, aunque con decoración poco profusa.
Tumba de Miguel Ángel Buonarroti, el famoso artista florentino.
Claustro de la basílica.
Para comer vamos a la Piazza del Mercato Centrale, donde se encuentra el famoso restaurante Mario. Lo localizamos fácilmente puesto que, aunque es todavía pronto para comer, ya hay fila en la puerta (sí, hasta para comer…). Pedimos vez y esperamos un rato hasta que entramos. Nos sentamos en las pequeñas mesas, que compartimos con una pareja de locales. Pedimos unos trippai (callos) y un plato de pasta, bastante buenos aunque la sensación de agobio en el local no nos permite disfrutarlos al cien por cien. Si se tiene mucha hambre, es prácticamente obligatorio pedir un bistecca alla fiorentina, el plato insignia de la cocina de Florencia.
Pequeño y siempre lleno, la famosa Trattoria Mario de Florencia. Un must.
Trippai a la fiorentina. Deliciosos.
Con el hambre calmada nos dirigimos a uno de los museos más importantes de la ciudad: la Galleria dell’Academia. Pagamos los 12,5€ (este es el precio que nos pareció más hinchado, sin duda) y entramos a contemplar al conocidísimo David. Esta obra de Miguel Ángel se considera una de las esculturas más bellas de la historia de la humanidad, y razones no le faltan. Impresionante el detalle y la delicadeza con la que se trabajó, hace más de 500 años, aquel gran bloque de mármol para construir la estatua.
Además del David, en la galería hay otras obras, aunque quedan totalmente eclipsadas.
Lo vemos nada más entrar. Allí está, con más de 5 metros de altura: el David.
Detalles del David.
Dos cuerpos esculturales junto al David de Miguel Ángel.
¿La escultura perfecta? A nosotros nos fascinó.
Todavía impresionados, caminamos hasta la Piazza del Duomo. Queremos entrar a la catedral, así que nos va a tocar hacer fila un buen rato. Una hora y cuarto, en concreto. Mientras esperamos nos compramos un delicioso helado (hoy el día sí que acompaña) y recreamos nuestra vista con los incontables detalles de la fachada de la catedral, que va adquiriendo tonalidades anaranjadas conforme va cayendo la tarde.
El interior de la catedral es enorme, pero austero. Apenas llama la atención un reloj y algunos frescos de gran tamaño. Para ver la cúpula, que sí es impresionante, tendremos que realizar la visita mañana (tenemos reserva), puesto que desde la nave principal apenas se intuye una pequeña parte, ya que hay vallas que impiden el paso a la parte delantera.
Cae la tarde en Florencia.
Detalles de la fachada del Duomo.
Tonos cálidos.
Algo decepcionados con esta última visita nos dirigimos al Museo dell’Opera del Duomo. En él se exponen numerosas pinturas y esculturas, bastante interesantes. Lo que más destaca, no obstante, son las tres puertas originales del Baptisterio y un altar realizado en plata.
Paula contempla una de las puertas originales del Baptisterio.
Una de las obras del museo, la María Magdalena de Donatello.
Para cenar vamos al restaurante Fuoco Matto, algo alejado de la zona más céntrica pero con una excelente carta y óptima relación calidad/precio.
¿Hay hambre?

Otro día de madrugón, que tenemos que aprovechar las horas que nos quedan en Florencia.
A las 08:15 estamos ya en la fila para entrar a la Galleria degli Uffizi. Y, aunque es temprano, nos va a tocar esperar. Nada más y nada menos que una hora y media esperando, pacientes, a que llegue nuestro turno.
Pagamos los 12,5€ de la entrada y nos disponemos a entrar. Sí, no vamos a poder disfrutar la galería como se merece (podríamos dedicarle una jornada completa, puesto que hay mucho que ver), pero no queremos irnos de Florencia sin conocer, al menos, sus obras más importantes.
A lo largo de unas dos horas recorremos sus numerosas salas, contemplando algunas pinturas que nos resultan muy conocidas y descubriendo otras nuevas que nos fascinan igualmente. Destacan, por encima de todas, algunas como El nacimiento de Venus, de Boticelli, el Baco de Caravaggio o La Virgen del Jilguero de Rafael. Tenemos muy claro que, cuando regresemos algún día a Florencia, dedicaremos mucho más tiempo a disfrutar, pausadamente, de la galería.

Recorriendo los largos pasillos de la Galleria.
La primavera, de Boticelli.
Retrato de un conocido (Pedro) y Retrato de Desconocido (obra de Boticelli).
Gran cantidad de gente fotografiando al nacimiento de Venus, de Boticelli.
Baco, de Caravaggio. ¡Viva el vino!
Nos apresuramos a llegar a la Piazza del Duomo, para unirnos (otra vez más) a una fila, esta vez para acceder a la cúpula. Aunque tenemos horario reservado, la cola es bastante desordenada, con gente de cualquier horario. Finalmente, accedemos más o menos a la hora que nos tocaba.
Subimos varios tramos de escalones, algunos en espiral, otros más estrechos, otros con más pendiente… Un total de 464 peldaños nos separan de su parte más elevada. A mitad de camino los pasillos nos llevan a un balconcito que rodea la cúpula y nos permite contemplarla. Gigantesca, hermosa e impresionante. Otra de las majestuosas obras de arte que nos regala Florencia.
Ascendemos unos escalones más hasta llegar al mirador. Tenemos la ciudad a nuestros pies. Sin embargo, lo que no tenemos es demasiado tiempo, así que tomamos unas cuantas fotografías y en pocos minutos comenzamos a descender.
En un par de minutos llegamos a otro mirador de la cúpula, situado más alto que el primero. Tenemos los frescos prácticamente al alcance de la mano. Un último vistazo a tamaño lienzo y decidimos regresar al hotel.
Vista global de la enorme cúpula.
Detalle nº 1.
Detalle nº 2.
Vistas de Florencia desde lo alto de la cúpula. En primer plano, el Campanile.
Cogemos las mochilas y salimos rápidamente hacia la estación. De allí un tren a Pisa y luego el avión de vuelta a casa, con el tiempo perfectamente ajustado.
Ha sido un viaje enormemente provechoso, y lo hemos disfrutado al 100%. ¡Hasta la próxima!
Desde lo alto de la cúpula nos despedimos. ¡Ciao, ciao!

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