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Ruta 66: de Williams a Las Vegas

Ruta 66: de Williams a Las Vegas

Tras la visita al Gran Cañón, un lugar que nos ha maravillado, toca regresar al recorrido de la mítica Ruta 66. Pero por poco tiempo, puesto que los 182 kilómetros que separan Williams de Kingman serán los últimos que realicemos en la Mother Road. Tocará desviarse hacia Las Vegas y, posteriormente, hacia el noroeste para disfrutar de algunos de los parques nacionales más impresionantes de los Estados Unidos.
De este modo, hoy disfrutamos de las últimas horas de conducción por la Ruta 66, en su versión más turística y llamativa (para nosotros algo más «artificial» y menos genuina), aunque con tanto carácter y tanta épica como todos los días previos.
Momentos de la ruta.

WILLIAMS

Con apenas unos 3000 habitantes, Williams es una ciudad turística perfectamente situada en el cruce entre la Ruta 66 y la carretera que se aproxima al Gran Cañón. Su calle principal, repleta de tiendas de recuerdos, es sumamente entretenida e invita a pasear.
En nuestro caso, regresamos a Williams tras haber ido al Grand Canyon National Park a contemplar el amanecer. Es media mañana y aparcamos el coche en la entrada para recorrer la ciudad caminando por su calle principal. Nos llama la atención la gran cantidad de tiendas de recuerdos, bares, restaurantes y demás parafernalia relacionada con la Ruta 66, cosa que hasta ahora no habíamos visto. La razón está clara: mucha gente únicamente hace la Ruta 66 desde Los Ángeles a Williams para llegar al Gran Cañón; la mayor parte de la ruta, desde Chicago a Williams, es mucho menos turística y más «auténtica».
Pero, claro, es nuestro último día en la Mother Road y entramos en varias tiendas en busca de algún recuerdo. Dicho y hecho.
Vemos también, aunque brevemente, la Pete’s Gas Station and Museum, una antigua gasolinera restaurada y parcialmente reconvertida en museo.
Aunque es temprano, decidimos darnos un buen capricho y comer (abundantemente y bien) en Twisters Soda Fountain. Se trata de una hamburguesería constantemente renovada y con un ambiente logradísimo, típico de los años 50. Además de sus deliciosas hamburguesas, conviene pedir un helado o batido (¡no os defraudarán!).
Con el estómago lleno y el azúcar por las nubes, decidimos continuar nuestra ruta.
Williams, la puerta de entrada al Gran Cañón.
Típico ambiente de la Ruta 66.
Si queréis parar a comer en Williams, os recomendamos este lugar.

ASH FORK

Pequeño pueblecito sin grandes atracciones de interés.
En su calle principal nos topamos con el De Soto’s Salon, una barbería fundada en lo que en la década de los 60 fue una gasolinera. Aunque, aparentemente, la barbería está cerrada, resulta llamativo el precioso coche que se sitúa en su fachada y atrae la mirada de los visitantes.
De Soto’s Salon, con su gran reclamo publicitario.
Tienda-museo típica de esta zona de la ruta.
Uno de los tipos duros con los que nos topamos en la ruta.

SELIGMAN

Salimos de Ash Fork hacia el oeste por la I-40 durante unos kilómetros, hasta encontrar el desvío a la histórica Ruta 66 (que transcurre paralela a la interestatal) y llegar, en unos 30 minutos, a la localidad de Seligman.
Estamos en otro de esos pueblos que han sabido adaptarse y se han reconvertido en mecas de la Ruta 66. Ofrece numerosas tiendas de recuerdos, moteles y algún punto de interés.
Nosotros, nada más llegar, nos detenemos en Delgadillo’s Snow Cap, una hamburguesería en cuya terraza numerosos turistas disfrutan de sus fastuosas comidas y refrescantes cervezas. Hemos comido hace ya un buen rato, por lo que nos dedicamos a contemplar los incontables detalles del local: coches antiguos, carteles y demás parafernalia.
Unos metros más adelante, también en la calle principal, encontramos una curiosa tienda de regalos y The Rusty Bolt. Este último es uno de los lugares más pintorescos de Seligman; una antigua tienda decorada cómicamente con muñecos de personajes famosos.
De Santa Mónica a Chicago. O viceversa.
Estrambótico vehículo en Delgadillo’s Snow Cap.
En la entrada de The Rusty Bolt.
Como podéis comprobar, en esta parte de la ruta la parafernalia de la Ruta 66 es omnipresente.

HACKBERRY

Nuestro siguiente destino es Hackberry, de la que nos separa una hora de conducción por la histórica Ruta 66.
La principal atracción en la localidad es la Hackberry General Store, una tienda-museo que siempre se encuentra abarrotada de turistas. En nuestro caso, un gran grupo de moteros llegados de Los Ángeles.
En la parte trasera de la tienda hay varios coches antiguos, un tanto destartalados y corroídos por el sol y el paso del tiempo, que son ideales para tomar curiosas fotografías.
Interior de la tienda.
En la parte trasera de la tienda hay unos cuantos coches destartalados.
Carteles, carteles y más carteles.

KINGMAN

La última localidad de toda la Ruta 66 que visitamos es Kingman, donde merece la pena entrar a visitar The Powerhouse, una antigua central eléctrica reconvertida en museo.
Punto y final al recorrido por la Mother Road, puesto que ahora nos desviamos en dirección noroeste para abandonar el estado de Arizona y entrar en el de Nevada.
El principal punto de interés de Kingman es The Powerhouse, su museo y centro de visitantes.
En este punto nos despedimos de la Ruta 66.

HOOVER DAM

Nada más entrar en Nevada nos desviamos brevemente de la carretera principal para contemplar esta gran presa construida sobre el Río Colorado, de 221 metros de altitud, y que crea un embalse de más de 630 km cuadrados.
Para poder aproximarnos a la presa debemos pasar un breve control de seguridad, que en nuestro caso no supuso más de un minuto (aunque en algunos coches la inspección era más profunda).
Dejamos el coche en un gran aparcamiento para acercarnos, caminando, al Mike O’Callaghan – Pat Tillman Memorial Bridge. Se trata de un puente sobre el Río Colorado desde el que se tienen las mejores vistas de la presa y del lago que esta forma.
Aunque el embalse está bastante seco, impresionan los más de 200 metros de altura de su presa.
Quedan apenas unos 50 kilómetros para llegar a nuestro destino de esta jornada: Las Vegas. Pero eso, ya sabéis, lo contaremos en la próxima entrada.
¡Hasta siempre, Ruta 66!

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