
La localidad de Tella, en la Comarca del Sobrarbe, se encuentra encaramada a lo alto de un promontorio, a 1380 metros de altitud, sobre el Valle del Cinca y muy próxima al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Sin lugar a dudas, es uno de los pueblos con mejores vistas de todo el Pirineo aragonés. Además de encontrarse rodeada de una naturaleza sin parangón, Tella también es famosa por sus múltiples leyendas en torno a la brujería. Prueba de ello es la toponimia de sus alrededores y el refrán «Tella, Dios nos libre de ella».

Aunque, probablemente, la leyenda más popular es la del Silbán, un gigante de barba, largos cabellos y enormes dimensiones que habitaba la localidad, atemorizando a sus habitantes y robándoles el ganado. En cierta ocasión, se topó con una joven pastora llamada Marieta, de la cual se encaprichó, por lo cual la atrapó y la encerró en su cueva (la Espluca de lo Silbán). A cambio de cuidarlo y adecentarle la cueva, ella consiguió que el Silbán no la devorara. Con el paso del tiempo, el gigante se enamoró de Marieta; sin embargo, ella únicamente pensaba en escapar. Un día, aprovechando que el Silbán dormía, Marieta escapó y regresó al pueblo. Cuando el Silbán despertó, abatido, comenzó a gritar: «Marieta, Marieta, torna a buscar la mandileta» (Marieta, Marieta, vuelve a buscar el delantal). La joven pastora hizo caso omiso a su llamada, y no volvió. Temerosos de que regresara al pueblo, los más viejos decidieron tender una trampa al gigante, preparando un brebaje venenoso con hierbas, frutos y flores. Desde un escondrijo Marieta gritó: «Torna con yo, Lo Silbán, que no pas t’en deixaré marchar» (Vuelve conmigo, Silbán, que no te dejaré marchar). El gigante salió de su cueva, encontró el brebaje y se lo bebió de un trago. En ese mismo momento la boca se le puso negra y apenas tuvo fuerzas para regresar a su cueva; desde entonces nadie lo volvió a ver. Sin embargo, cuentan que si se guarda silencio al entrar a la cueva, todavía se pueden escuchar sus sollozos y lamentos.

Sea real o no esta historia, lo cierto es que en Tella hay una interesante Casa de la Bruja, pequeño museo donde adentrarnos en el mundo mágico del Pirineo. En los alrededores de la localidad podemos visitar, también, el Museo del Oso, la Cueva del Oso y el Dolmen de Tella, del neolítico. Por último, Tella ofrece un patrimonio arquitectónico e histórico notable. Además de la Iglesia de San Martín (siglo XVI), existen en las proximidades de la localidad un puñado de ermitas muy pintorescas cuya visita, realizando una corta y asequible ruta senderista, es obligada.
Hoy te contamos la Ruta de las Ermitas de Tella. ¿Nos acompañas a conocer un poco más?

Índice de contenidos
¿Cómo llegar?
La localidad de Tella se encuentra en lo alto de un promontorio rocoso, en el Valle del Cinca. Para llegar debemos tomar la A-138 en dirección Bielsa/Francia y, a la altura del Hospital de Tella, tomar un desvío por una carretera estrecha y revirada que asciende durante 9 kilómetros. Siguiendo la carretera llegaremos al centro de la población, donde hay un descampado en el que aparcar sin problemas.
Datos técnicos
Fecha: 2 de marzo de 2019.
Inicio y fin de la ruta: aparcamiento de Tella.
Itinerario: Tella – Ermita de San Juan y San Pablo – Ermita de la Virgen de la Peña – Ermita de la Virgen de Fajanillas – Tella.
Distancia: 2,5 kilómetros.
Desnivel acumulado: 115 metros.
Altitud:
– Mínima: 1328 metros (entrando en Tella).
– Máxima: 1410 metros (Ermita de la Virgen de la Peña).
Duración sin paradas: 45 minutos.
Duración total, por partes:
– 20 minutos a la Ermita de San Juan y San Pablo (5 minutos de descanso).
– 35 minutos a la Ermita de la Virgen de la Peña (5 minutos de descanso).
– 45 minutos a la Ermita de la Virgen de Fajanillas (5 minutos de desncanso).
– 1 hora: regreso a Tella.
Dificultad:
– Ruta sencilla, para todos los públicos.
– Con nieve o terreno húmedo cuidado con los resbalones en el último tramo de descenso antes de llegar a Tella.
Track GPS: descargar aquí.
*NOTA: los tiempos, distancia y dificultades encontradas están basados en nuestra experiencia, teniendo en cuenta la climatología, nuestra forma física y experiencia en montaña. Hay que salir al monte siempre bien equipado, con el material y una preparación adecuados, y consultando previamente la previsión meteorológica.




Nuestra experiencia en la Ruta de las Ermitas de Tella
Hacía tiempo que habíamos oído nombrar la Ruta de las Ermitas de Tella pero, por un motivo o por otro, siempre lo posponíamos. Este caluroso y soleado primer fin de semana de marzo, por fin, nos disponemos a salir a conocer este rinconcito del Pirineo.
Dejamos el coche en el aparcamiento de la entrada y, tras echar un pequeño vistazo a los paneles explicativos situados junto a la iglesia, iniciamos la ruta, bien indicada, en la parte izquierda de la misma.

Nada más salir del pueblo echamos un vistazo atrás. La silueta de la Iglesia de San Martín se recorta contra el fondo de montañas nevadas, algo más al sur reconocemos la inmensa mole de Peña Montañesa.

El camino, sencillo asciende suavemente para llegar, en unos pocos minutos, a un pequeño desvío. Nosotros giramos a la izquierda, siguiendo los carteles indicativos. Al fondo, cumbres que se elevan por encima de los 2500 metros pero que, al ser un año de escasas nieves, apenas tienen unas manchas blancas en algunas zonas.


A partir de este punto caminamos por una zona boscosa, en un tramo de subeybajas.
Llevamos 20 minutos caminando cuando llegamos a la Ermita de San Juan y San Pablo, guarecida bajo la gran roca del Puntón de las Bruxas. La ermita, consagrada en el año 1019, es la más antigua de todo el Sobrarbe. Posee una nave rectangular, cubierta por una bóveda de cañón; el ábside, su elemento más característico, tiene planta de herradura.



Tras esta breve visita regresamos a la senda principal, desde la que tenemos una excepcional vista de la ermita, con el Castillo Mayor (2020 metros) de fondo y, más al fondo aún, la piramidal cumbre del Soum de Ramond o Pico Añisclo (3256 metros).

Seguimos caminando, en un tramo de ascenso algo más duro, durante unos diez minutos, hasta llegar al punto más alto de la ruta: la Ermita de la Virgen de la Peña, construida en el siglo XIII. Fue dañada en la Guerra Civil y restaurada en 1995. Su interior, de planta rectangular, es bastante sencillo.


Desde la entrada de la ermita tenemos las mejores vistas de la jornada, en todo nuestro alrededor. La Garganta de Escuaín, Castillo Mayor, Peña Montañesa, Punta Llerga… En primer plano, unos metros más abajo, el bonito conjunto de Tella.




Descendemos de esta magnífica atalaya para acercarnos a la última ermita de la ruta, la Ermita de la Virgen de Fajanillas. Su construcción comenzó en el siglo XII y, posteriormente, se amplió en el XVI. Cabe destacar que hasta 1597 fue la sede de la parroquia del pueblo, en que se construyó la nueva iglesia, en el centro de la localidad.

Tras echar un vistazo al interior, reemprendemos la marcha en dirección a Tella.
Nos queda únicamente un tramo de descenso por un terreno adoquinado y de bastante pendiente (precaución si está húmedo o nevado), para llegar de nuevo a la localidad.

Entramos al pueblo y recorremos un par de estrechas calles, de arquitectura tradicional, en la que destacan un par de grandes chamineras (chimeneas).
Finalmente, tras una hora de ruta, volvemos al punto de inicio, junto a la Iglesia de San Martín.
Hemos completado una ruta sencilla, para todos los públicos, y que combina a la perfección naturaleza y patrimonio. Perfecta para cuando tenemos una mañana y queremos estirar las piernas descubriendo un pueblo pequeño, aislado y precioso.

Pedro! Muchas gracias por la recomendación. La hemos hecho con el peque y nos ha encantado.
Nada, como siempre es un placer pasar un rato con vosotros y, si encima descubrís lugares así de chulos, yo encantado.
¡A seguir disfrutando!