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Sri Pada/Adam’s Peak. La montaña sagrada de Sri Lanka

Sri Pada/Adam’s Peak. La montaña sagrada de Sri Lanka

Posando, en el descenso, con el majestuoso Adam’s Peak a nuestras espaldas.
El Pico de Adán, más popularmente conocido por su nombre en inglés (Adam’s Peak) o por su denominación ceilanesa (Sri Pada) es una montaña que se yergue, en forma de vertical pirámide, hasta los 2243 metros de altitud, sobre la selva tupida de Sri Lanka.
Famosa por la gran roca (1,8 metros) con forma de huella que hay en su cima, dicha montaña es venerada por distintas religiones: los budistas afirman que la huella corresponde a Buda, los hindúes aseveran que pertenece a la pisada de Shiva y los musulmanes a la de Adán. Incluso existe la versión cristiana que indica que la marca en la roca fue creada por Santo Tomás.
Sean o no verdad esas leyendas, lo cierto es que el Adam’s Peak es un importante punto de peregrinación, sobre todo para los budistas, que acuden en masa entre diciembre y mayo para ascender las duras pendientes que llevan al pico.
En la actualidad, a los miles de peregrinos se unen cada vez más viajeros de todo el mundo, con la intención de presenciar un bellísimo amanecer desde la cima y, por qué no, reflexionar y buscar algo de paz interior mientras ascienden los más de 5200 escalones que llevan a la cumbre del Sri Pada.
Fieles budistas durante una ceremonia en la cima del Sri Pada.
¿Cómo llegar?
El Adam’s Peak se sitúa en las tierras altas, en el corazón de Sri Lanka, a unos 30 kilómetros de la ciudad de Hatton.
Existen varias rutas que permiten el acceso a la cima; las de Ratnapura y Kuruwita son menos conocidas y fundamentalmente utilizadas por los lugareños.
La ruta  más directa y frecuentada es la que parte de la pequeña localidad de Dalhousie (“Hatton route”). Para llegar a Dalhousie podemos hacerlo en autobús desde la ciudad de Hatton, una de las paradas que hace el tren de las tierras altas de Sri Lanka. Nada más bajar del tren y salir de la estación, un pequeño autobús ya nos estará esperando para trasladarnos a Dalhousie.
En Dalhousie se está produciendo un auténtico “boom” turístico, floreciendo decenas de alojamientos, restaurantes y tiendas para proveer al viajero de todo tipo de comodidades.
Tiendas en Dalhousie, con el Adam’s Peak al fondo.
¿Cuándo ir?
La época ideal para acometer el ascenso es entre diciembre y mayo, coincidiendo con la época seca en Sri Lanka. Pero, evidentemente, son también esos meses los de mayor afluencia de peregrinos budistas a la cima, llegando a contabilizarse hasta 20000 fieles que ascienden en un fin de semana de poya (luna llena). Puede llegar a darse el caso de que, dada la masificación, el viajero no pueda llegar a la cima antes del amanecer (hemos leído testimonios de gente que ha estado haciendo cola más de 2 horas tan solo unas decenas de metros antes de la cumbre). Así pues, parece aconsejable evitar el ascenso los días de poya (y tampoco ir en la época de monzón, claro).
Aún en días tranquilos son cientas las personas que ascienden al Adam’s Peak.
¿Es dura la ruta?
A pesar de que veremos niños y ancianos que emprenderán el ascenso al Sri Pada en chancletas y ropas tradicionales, no se trata de una ruta demasiado fácil.
No existen dificultades técnicas, es simplemente caminar y caminar, pero la ruta (ida y vuelta) desde Dalhousie son 11,3 km y más de 1100 metros de desnivel positivo (que superaremos mediante unos 5200 escalones), así que se requiere de cierta forma física.
Normalmente se emplean entre 2 horas y media y 4 horas en llegar a la cima, en función del ritmo empleado y las paradas que hagamos para descansar. Dado que el objetivo de la mayor parte de los viajeros es estar en la cima para ver el amanecer, se suele recomendar salir de Dalhousie sobre las 02:00 am, un madrugón que para muchos… ¡es lo más duro!
Mapa de la ruta realizada.
Perfil de la ruta. Más de 1100 metros de desnivel positivo.
¿Qué ver?
Sin duda, el motivo principal del ascenso al Adam’s Peak para los viajeros es disfrutar del bello amanecer mientras se contemplan los rituales budistas de los lugareños. Hay gente que se toma el ascenso como un reto tanto físico como mental y espiritual. Para gustos, colores. Lo que sí que está claro es que es una experiencia extraordinaria.
Además del amanecer, durante la ruta de ascenso veremos algunos puntos de interés. A destacar:
– Puerta principal: pasaremos bajo un antiguo arco de piedra.
– Estupas/estatuas de Buda: a lo largo del camino veremos alguna de estas construcciones, en las que los ceilaneses se detienen brevemente.
– Reliquia de la cima: una gran roca con forma de huella es el motivo por el que miles de ceilaneses peregrinan hasta la cima de esta montaña. Se puede ver en el pequeño templo de la cumbre.
– Rituales: al amanecer algunos lugareños, engalanados con ropas blancas, tañen música y cantan mientras rodean el templo de la cima. Los feligreses, sentados en el suelo, rezan en silencio. 
Estupa blanca cerca del camino al Sri Pada.
Caminaremos bajo esa bonita puerta de piedra.
¿Qué llevar?
Nos disponemos a realizar una larga excursión, de noche y ascendiendo a una altitud considerable, lo que va a condicionar el material y la ropa que llevaremos en la mochila.
Es imprescindible un buen calzado (zapatillas/botas de trekking) y llevar ropa de abrigo, puesto que en la cima puede hacer frío. Por experiencia propia podemos decir que además de la camiseta, deberíamos llevar como mínimo un forro polar y un cortavientos. Un gorro (o la capucha de la chaqueta) e incluso unos guantes pueden ser también útiles. Y sí, también vale la pena subir en pantalón largo, de los de montaña, para ir abrigados y cómodos.
En la mochila (la que utilizamos habitualmente para ir al monte) llevábamos agua, algo de comida (galletas, chocolate, etc…), la ropa de abrigo y un pequeño botiquín. A lo largo de la ruta, no obstante, existen pequeños puestecitos en los que comprar refrescos, té caliente o comida; los precios aumentan considerablemente según vamos ganando altitud.
Aunque no es imprescindible, puesto que en casi todo el trayecto hay farolas (encendidas en la época de peregrinación de diciembre a mayo), una pequeña linterna frontal nos puede venir bien en aquellos tramos más oscuros.
Intentando sonreir a pesar de las gélidas temperaturas. Imprescindible la ropa de abrigo.
¿Es peligroso?
No, tranquilos, no existe ningún punto del camino en que nos podamos “caer por el barranco”. El camino es amplio y hay barandillas en gran parte de la ruta. Pero eso no quita que debamos tomar precauciones, como habitualmente.
Siempre podemos tropezar o resbalarnos y golpearnos con los escalones, generalmente con pocas consecuencias. Aunque ya os podéis imaginar que durante la ruta no hay servicios médicos ni botiquines, por lo que debemos ir siempre con los 5 sentidos.
Según hemos leído, aprovechando las aglomeraciones de la cima, se han dado casos de pequeños robos aprovechando el descuido de los turistas (sin violencia ni nada parecido). Así que ya sabéis, como siempre, sentido común y estad vigilantes de vuestras cámaras, monederos y teléfonos móviles. Tanto en la cima como en varias oficinas a lo largo del camino había algún policía para controlar un poco, pero la sensación era de tranquilidad. Nosotros no vimos nada sospechoso y nos pareció en todo momento muy seguro, aunque no está de más advertirlo.
Camino bien protegido, para evitar caídas o sustos.
¿Cuál es el “plan” en Dalhousie y Adam’s Peak?
Dalhousie es una localidad pequeña en la que no hay prácticamente nada interesante que ver a excepción de la imponente Sri Pada, que se alza hacia el cielo.
Habitualmente los viajeros llegan a mitad de tarde y aprovechan para pasear un poco, comprar víveres o ropa de abrigo y cenar en algún restaurante pequeño; es un día de esos en los que resulta obligatorio irse a dormir pronto.
Sobre las 01:30 toca levantarse, desayunar algo y, en torno a las 02:00 tenemos que comenzar la marcha. Nos costará, en función del ritmo, entre 2 horas y media y 4 horas llegar a la cima. Allí, bien abrigados, tendremos que esperar al amanecer, bellísimo desde ese privilegiado mirador.
Con la llegada de los primeros rayos de sol contemplaremos los rituales de los fieles budistas y emprenderemos el descenso para llegar de nuevo a Dalhousie en torno al mediodía.
Tras desayunar/comer se puede optar por quedarse a pasar un día descansando en Dalhousie o bien tomar un bus hacia Hatton, para continuar la ruta (hay varios autobuses al día, preguntar horarios en el hotel).
Iniciamos el descenso a primera hora de la mañana.
Nuestra experiencia en el Adam’s Peak

Tras un espectacular viaje en tren por las tierras altas, llegamos a Hatton sobre las 15:30 horas. Nada más salir de la estación vemos, a la izquierda, un autobús en el que se indica claramente el destino a Dalhousie. Nos apresuramos a subir, tal y como hacen decenas de viajeros más.
El trayecto, que nos lleva por una carretera de montaña estrecha y sinuosa, durante una hora y cuarto (70 rupias/persona). El autobús va repleto de mochileros, nos sentimos como sardinas en lata.
Nos detenemos en un pequeño descampado que hace las veces de estación de autobús. Desde allí hasta nuestro hotel, el Daddy’s Guesthouse, apenas nos separan 200 metros. Nuestro hotel, al igual que la mayor parte de los establecimientos del pueblo, está en obras de ampliación. Parece ser que el turismo está comenzando a despuntar en esta remota zona de Sri Lanka.
Dejamos las mochilas en la habitación y salimos a pasear un poco por Dalhousie. Vemos varias tiendas en las que venden ropa de abrigo, guantes y gorros; sospechamos que en la cima, de madrugada, puede hacer bastante frío. Compramos algo de comida (chocolate, galletas…), agua y refrescos para la excursión de mañana.
Cenamos unos deliciosos koththu de huevo, vegetales y pollo, así como unos rotis de pollo que también nos encantan. Satisfechos, vamos a dormir pronto, sobre las 20:00 horas.

Apretujados en el autobús entre Hatton y Dalhousie. ¡Adam’s Peak, allá vamos!

Suena el despertador a las 01:30 y, con bastante pereza, desayunamos algo en la habitación mientras nos vestimos.
Caminamos hasta el pequeño descampado donde nos dejó el autobús el día anterior. Son las 02:15 y empezamos la ruta, bien señalizada con un gran cartel luminoso. Al fondo, en lo alto, se intuye la silueta del Adam’s Peak en la noche estrellada, con sus laderas atravesadas por una pequeña hilera de luces que nos sugieren por dónde va el camino.  
Al inicio del camino vemos un pequeño croquis de la ascensión.
Al principio caminamos por las calles del pueblo, junto a otros viajeros. Llaneamos durante unos 10 minutos hasta llegar a un pequeño cobertizo en el que un monje budista solicita un donativo mientras nos coloca una pulsera blanca y reza sus oraciones.
La ruta comienza por las calles del pueblo. Los comercios están ya abiertos a estas horas.
Un monje budista nos solicita un donativo y nos coloca una pulsera de hilo blanco.
La senda prosigue a partir de este punto en leve ascenso, hasta llegar a un gran arco de piedra bajo el cual pasamos. A partir de aquí comienza la pendiente, que superamos con escalones bastante tendidos al principio.
Numerosos viajeros, de todas las condiciones físicas y mejor o peor equipados nos van adelantando, a un ritmo que a todas luces parece excesivo. Nosotros, que vamos de vez en cuando al monte, sabemos que ese ritmo es imposible de mantener y que la subida se les puede hacer muy larga. Continuamos con nuestro paso tranquilo pero constante, que queda mucho aún.
En este primer tramo de la ruta sentimos una leve sensación de agobio, con gente por todos lados, que comparten nuestro mismo objetivo. No nos podemos imaginar lo masificado que estará esto un día de poya, ¡y eso que hasta ahora sólo hemos visto turistas!
Cada 5-10 minutos encontramos algún puestecito donde poder comprar comida o bebida; todos ellos tienen algún banco o silla donde descansar brevemente, aunque nosotros estamos fuertes y decidimos no parar todavía. Además, por si fuera necesario, también hay baños (bastante precarios) con frecuencia, a los se puede entrar pagando un módico precio.
En la ruta hay numerosos puestecitos donde comprar comida o bebida (foto tomada en el descenso).
También hay baños, más o menos limpios, pero baños al fin y al cabo.
Conforme vamos caminando la ruta gana pendiente, siendo ya los escalones constantes. Nos damos cuenta de que toda esa gente que nos adelantaba alegremente, unos minutos atrás, van poco a poco perdiendo fuelle. Uno tras otro los vamos adelantando, mientras ganamos altura en la noche ceilanesa.
La cosa se pone seria, y los tramos de escalones cada vez son más continuos.
El último kilómetro hasta la cima es, sin duda, el más duro. El camino está dividido en dos, un lado para los que suben y otro para los que bajan, separados por una barandilla. Ahora está la cosa tranquila pero en los días de poya quizá sea una buena opción para garantizar la fluidez del “tráfico”.
Es aquí cuando reparamos en el hecho de que, desde hace varios minutos, ya nos hemos adelantado a ningún turista más. En cambio, ahora vamos pasando a ceilaneses de todas las edades. Llama la atención ver a ancianas subir ayudadas por toda su familia, cojeando. No sabemos cuántas horas habrán tardado en llegar hasta aquí arriba, pero posiblemente muchas. Ya no les queda nada, pero el descenso se hará igualmente largo…
En estos últimos metros también hace acto de presencia el frío y, sobre todo, un viento que comienza a rachas suaves pero que pronto se transforma en un viento constante y helador.
Unos últimos pasos y ya lo tenemos. ¡Estamos en la cima del Sri Pada, a 2243 metros de altitud!
Pequeño templo en la cima del Sri Pada.
Son las 04:15 horas: nos ha costado exactamente 2 horas llegar hasta la cima. Hemos subido a un ritmo bastante bueno y sin detenernos (tenemos la costumbre de ir al monte en los Pirineos y el entrenamiento se ha notado).
Damos un paseo por la cumbre, con varios edificios entre los que destaca el pequeño templo de paredes blancas en cuyo interior está la roca sagrada.
En la cima ya vemos a varios ceilaneses apostados en unas gradas de hormigón, tapados con mantas. Se agrupan la mayor parte en la misma orientación, al este, para poder ver la salida del sol. Tomamos asiento y nos disponemos a esperar tan ansiado momento.
Sin embargo, el hecho de haber subido tan rápido tiene su desventaja: tenemos que esperar más de 2 horas en la cima con unas temperaturas gélidas y un viento que nos llega hasta el alma. Sacamos toda la ropa de abrigo, nos juntamos en un rincón y pasamos el rato viendo cómo llegan gran cantidad de lugareños y viajeros, que poco a poco se sientan a nuestro alrededor.
Los ceilaneses que esperan en la cima llevan bastante ropa de abrigo. Ya saben lo que les espera en la cima, evidentemente.
Por fin, en torno a las 06:30, vemos que el cielo comienza a clarear. La gente saca sus cámaras y teléfonos móviles para inmortalizar el momento. A pesar de que algunas nubes bajas impiden ver a la perfección la salida del astro rey, el momento es mágico; además, se agradece notar los cálidos rayos de sol golpearnos en la cara, puesto que el frío nos ha dejado entumecidos.
Unos minutos después vemos algunos grupos de ceilaneses, ataviados con ropajes blancos, tocar instrumentos mientras se oyen cánticos y la gente desfila hasta el templo de la roca. Otros fieles, a su vez, se sientan o arrodillan a orar mirando hacia el templo. Los viajeros, unos con mayor respeto que otros, contemplamos la escena. 
A pesar de las nubes bajas, el amanecer fue igualmente bonito.
Ceremonia religiosa.
 
Los fieles van entrando al templo para venerar la roca sagrada.
Instantes de introspección.
Al acabar todo el ritual damos una vuelta a la cumbre, para contemplar sus magníficas vistas. No existe en la zona ninguna montaña que pueda rivalizar con el Sri Pada, que proyecta su sombra piramidal sobre las llanuras colindantes. 
Con los primeros rayos de luz podemos contemplar el espectáculo de la sombra piramidal que proyecta el Adam’s Peak.
Foto en la cima, cuando ya ha salido (por fin) el sol. La mochila delante, por si acaso…
Profunda mirada la del líder religioso.
Tomamos unas cuantas fotos y decidimos iniciar el descenso. La ruta es la misma que para subir, con la salvedad de que ahora es de día y podemos disfrutar de unas amplias panorámicas, lo cual se agradece.
Paso a paso vamos descendiendo, con cuidado.
Aún nos quedan unos cuantos escalones hasta llegar abajo, ¿verdad?
Mientras descendemos podemos disfrutar de las vistas que nos ocultaba la noche de Sri Lanka.
Descendiendo nos cruzamos con centenares de personas que suben, cada uno a su ritmo, fundamentalmente ceilaneses. El descenso es cómodo y nos detenemos en numerosas ocasiones para echar la vista atrás y fotografiar la conquistada cima.
Aunque parezca difícil, venimos de ahí arriba.
Otro tramo del descenso, con bastante gente.
– Aunque parezca difícil, venimos de ah… – ¡Que sí, pesado, que ya sabemos que venís de ahí arriba!
El Adam’s Peak se eleva sobre la frondosa selva ceilanesa.
Durante el ascenso nos preguntábamos cómo hacían para subir los centenares de botellas de refresco y la comida a los puestecitos que veíamos a lo largo de la ruta, próximos a la cima, puesto que sólo se puede subir por las escaleras. La solución la vemos en el descenso: varios porteadores cargan con pesadas cajas sobre su cabeza; algunos de ellos tendrán que realizar un desnivel de casi 1000 metros positivos con todo ese peso. 
Subiendo material a los comercios situados cientos de metros más arriba.
Sobre las 09:30 de la mañana llegamos de nuevo a Dalhousie. En el hotel nos esperan con un nutritivo y sabroso desayuno. Charlamos un rato con el dueño, quien nos indica que subir en 2 horas (como hemos hecho nosotros) es un tiempo más que bueno. Estamos “en forma”, según parece.
Último tramo del camino antes de llegar a Dalhousie.
Pagamos el hotel y nos dirigimos a la estación de autobús, con tiempo de sobra para el siguiente viaje. Sin embargo, al llegar vemos que el autobús con dirección a Hatton está en marcha y numerosos viajeros suben. No desaprovechamos la oportunidad y, como viene siendo costumbre en este viaje a Sri Lanka, nos vamos con nuestras mochilas a otra parte. Encantados de conocerte, Dalhousie; ¡ascender al Adam’s Peak nos ha encantado!
El autobús nos lleva a Hatton y allí tomamos un tren en dirección a Kandy, nuestra siguiente parada. Pero bueno, eso mejor lo contamos otro día que la entrada de hoy se ha alargado un poquito… 😉
Subir al Adam’s Peak ha sido una de las actividades que más nos han gustado en nuestro viaje a Sri Lanka.

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6 comentarios

  1. Tomás Pérez

    Muchas gracias por vuestro excelente reportaje sobre el pico Sri Pada/Adam’s Peak/ Pico de Santo Tomás Apóstol. Me sirve de buena referencia para mi próximo viaje a la «lágrima de la India» en octubre. Espero tener tan buen tiempo como vosotros.
    Soy fotógrafo y montañero, con 64 años a las espaldas, pero me propongo como reto realizar la subida en un par de horas, como muy bien la habéis realizado. ¡espero conseguirlo!
    Mi más sincera enhorabuena por vuestra forma de comunicar y difundir a través de vuestro blog «Con botas y mochila».
    Saludos
    Tomás Pérez

    1. Conbotasymochila

      Hola, Tomás. ¡Muchísimas gracias por tus palabras!
      Seguro que disfrutas muchísimo de Sri Lanka, es un país maravilloso.
      Tal y como contamos en el blog, la subida al Sri Pada no tiene nada de especial a excepción del considerable desnivel pero, si estás habituado a la montaña, no es mayor problema. Nosotros lo hicimos en 2 horas pero a ritmo bastante alto y sin apenas paradas, si estás fuerte podrás hacerlo. El objetivo es llegar a la cima de noche para contemplar desde allí el amanacer, así que aunque tardes algo más no hay problema.
      Gracias de nuevo por tus palabras, intentamos transmitir nuestra pasión por los viajes y las montañas en el blog, y nos encanta ser de ayuda a la gente.
      Un fuerte abrazo!

      Pedro y Paula.

    1. Conbotasymochila

      ¡Hola, Albert! Bueno, nosotros estuvimos en el mes de enero, y fue una excelente experiencia. Por lo que tenemos entendido, la temporada de verano (julio-agosto en concreto) no es la mejor época porque suele haber lluvias, puede haber niebla en la cima que impida las vistas…

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