
Continuamos nuestra aventura en el Trekking al Campo base del Everest, tras una más que merecida jornada de aclimatación, en la que nuestro organismo ha comenzado ya a adaptarse a la altitud y a prepararse para las siguientes jornadas. Dejamos atrás la población de Namche Bazaar para proseguir el ascenso y llegar al bucólico Monasterio de Tengboche.
Hoy te contamos nuestra cuarta etapa del trekking al Campo base del Everest, en que abandonamos Namche Bazaar y llegamos a Tengboche. ¿Nos acompañas?
Índice de contenidos
Datos generales
Cuarta etapa del trekking, en la que partimos de la población de Namche Bazaar y recorremos un camino panorámico y cómodo, incluso en suave descenso hasta llegar a orillas del río. Tras un breve descanso a reponer energías, afrontamos el que, posiblemente, sea el ascenso más duro de toda la ruta, que nos lleva al bonito enclave en que se encuentra el Monasterio de Tengboche, una de las paradas más interesantes (culturalmente hablando) del trekking.
Además de internarnos en un nuevo valle, merece la pena llegar pronto a Tengboche para poder presenciar alguna ceremonia en el monasterio, oficiada por los monjes budistas a diario a las 16:00 horas.

Datos técnicos
Fecha: 22 octubre 2022.
Inicio de la etapa: Namche Bazaar (3410 m).
Fin de la etapa: Tengboche (3860 m).
Tipo de ruta: lineal.
Itinerario: Namche Bazaar – Sanasa – Phunki Tanga – Tengboche.
Distancia: 10,51 km.
Desnivel acumulado: 895 metros de desnivel positivo; 428 de desnivel negativo.
Altitud:
– Mínima: 3326 (puente al cruzar el río).
– Máxima: 3860 (Tengboche).
Duración: 5 horas y 50 minutos, incluyendo paradas.
Dificultad/recomendaciones:
– Jornada no demasiado larga pero sí dura. El tramo de ascenso desde que se cruza el río hasta llegar a Tengboche es largo, duro y constante. Mejor tomárselo con mucha calma, hacer paradas frecuentes e hidratarse adecuadamente.
– Aconsejable madrugar para poder llegar a Tengboche con tiempo y poder presenciar la ceremonia del monasterio budista.
Track GPS: descargar aquí.
*NOTA: los tiempos, distancia y dificultades encontradas están basados en nuestra experiencia, teniendo en cuenta la climatología, nuestra forma física y experiencia en montaña. Hay que salir al monte siempre bien equipado, con el material y una preparación adecuados, y consultando previamente la previsión meteorológica.


Cuarta etapa del trekking: Namche Bazaar – Tengboche
Hemos dormido de maravilla en nuestro alojamiento de Namche. Tras un desayuno, nuevamente energético y bastante sabroso, toca cargar nuestras pesadas mochilas y prepararnos para una nueva etapa por tierras nepalíes. Y otro día de sol radiante como hoy no hace más que invitar a caminar, disfrutando, de estos paisajes inigualables.

Desde el hotel descendemos al centro de la población, junto a su mítica estupa, para remontar las escaleras de la calle principal, rumbo este, en busca de la otra parte alta de la población. Es temprano y hace fresco, pero este duro tramo inicial enseguida nos hace entrar en calor.
Uno de los pocos carteles indicadores de la ruta nos confirma que vamos por buen camino: Tengboche/Gokyo. Así, siguiendo dicho cartel, tomamos un amplio camino que llanea mientras deja atrás la población de Namche, con el magnífico Konde Ri (6187 m) de fondo.


Recorremos una zona de bosque, por un camino muy transitado tanto por montañeros como por locales, cuyos rebaños (y espaldas) transportan todos los enseres necesarios para la cotidiana vida del valle.
Al fondo destacan, nevadas y ventosas, las cumbres del Everest, Lhotse y Ama Dablam, que amenizan el camino algo más monótono en estos primeros kilómetros.


Alternamos algunos tramos de ascenso, más o menos cómodos, con otros de suave descenso, más cómodos todavía. Periódicamente unas pequeñas estupas decoran el camino, otorgando un punto más mágico (si cabe) a los parajes que contemplamos. Siempre rumbo noreste vamos avanzando poco a poco.
Panorámico y ancho, el camino que pisamos es muy agradable. En algunas zonas adoquinado, en otras de tierra suave y cómoda. De vez en cuando se abre sobre el valle para permitirnos contemplarlo en todo su esplendor; en otras ocasiones, su trazado se sumerge en el bosque para protegernos del sol radiante. En todo momento, eso sí, tiene un encanto especial.



La ruta vira, poco a poco, hacia el norte y, más adelante, hacia el noroeste, mientras desciende también por bosque espeso. Así, nos lleva a un par de pequeñas localidades que pueden resultar un buen lugar para hacer una pequeña parada. Alojamientos, pequeños restaurantes y algunas tiendas de recuerdos dan la bienvenida al montañero que desea reposar, reponer energías o, simplemente, comprar un pequeño recuerdo (mejor para la vuelta, pensamos).
Nos detenemos a la sombra, unos minutos, mientras contemplamos el ir y venir de lugareños y gentes de todo el mundo. Lugares recónditos pero llenos de vida.



Seguimos el descenso y nos topamos con el desvío que nos llevaría hacia el Valle de Gokyo, el cual parte hacia la izquierda. Por ese camino regresaremos; ahora debemos continuar descendiendo hacia la derecha (norte/noreste).
Salimos de otra pequeña población, menos concurrida que la anterior, y reemprendemos el suave descenso por la margen derecha del río. Ahora caminamos por un terreno más abierto, con buenas vistas, sobre todo del siempre reconocible y extraordinario Ama Dablam (6812 mm). Su esbelta forma hace difícil el pensar por dónde transcurre el camino que, finalmente, accede a su cima. Bajo dicha montaña, se aprecia ya el diminuto enclave en que se halla el Monasterio de Tengboche. Un serpenteante camino asciende hasta él, y tiene pinta de largo y duro…




Perdemos altitud progresivamente hasta llegar a la población de Phunki Tanga (7,2 km; 2 horas y 55 minutos; 3316 m), situada junto al río. Nos parece un excelente lugar para descansar y comer algo, por lo que buscamos una terraza con vistas al puente tibetano y nos sentamos a comer. Sopa de ajo y patata (¡siempre deliciosa!), acompañada de unos tés y bastante agua, importante para aclimatar. Y casi una hora de descanso, que agradecen nuestras piernas.

Rellenamos nuestras botellas de agua y reanudamos la marcha, en primer lugar, por el gran puente colgante que nos lleva a la margen izquierda del río. Tras él, unos pocos alojamientos y restaurantes más y, enseguida, un punto de control. Nos piden el pasaporte, unas pocas preguntas (qué ruta hacéis, qué día volvéis, etc.) y solventamos el trámite en unos pocos minutos.


Comienza, a partir de aquí, el tramo más duro de la jornada y, posiblemente del trekking. La senda gana pendiente en medio de un bosque de pinos, a tramos escalonada y, en otros, serpenteando por el mismo.
Siempre que se abren los árboles obtenemos buenas panorámicas, por lo que nos detenemos a tomar un poco de aire y a reposar brevemente. Mejor tomárnoslo con calma, que desde lejos este tramo se veía muy largo, y vamos bien de tiempo.
Curva a izquierda, curva a derecha, metro arriba, dos metros más… Paso a paso ganamos altitud, con un esfuerzo casi extenuante que, sin embargo, intentamos llevar con la mejor de nuestras sonrisas. Sabíamos que esta aventura no resultaría fácil y que en algunos momentos nos tocaría sufrir: este, sin duda, es uno de ellos.


El largo repecho nos va llevando hacia el este, remontando nada más y nada menos que quinientos metros de desnivel en poco más de dos kilómetros. Pero por fin llega el momento en que una pequeña puerta nos da la bienvenida al asentamiento de Tengboche (10,51 km; 5 horas y 50 minutos; 3860 metros de altitud).


Entramos a nuestro hotel, el Tashi Delek, donde dejamos nuestra pesada mochila y descansamos unos minutos.
Decidimos salir a estirar un poco las piernas, bien abrigados puesto que a esta altitud y sin el sol pegando directamente la temperatura es fría. Reparamos en una pequeña colina que se alza frente al monasterio, ornamentada por coloridas banderas de plegarias. La ascendemos para divisar las panorámicas y descendemos pronto puesto que queremos presenciar la ceremonia budista del monasterio a las cuatro.
Dicha ceremonia, interesante, se hace, no obstante, algo larga y monótona. Conviene abrigarse puesto que en el interior del monasterio, sentados en el suelo, se pasa bastante frío.


Tras la ceremonia vamos a nuestro alojamiento, tomamos tés calientes y, posteriormente, cenamos. Nos vamos temprano a dormir puesto que la jornada de hoy ha sido dura y merecemos un buen descanso.
Mañana continuaremos el ascenso. Pero eso, ya sabes…¡lo contaremos en la próxima entrada del blog!
