
Vamos avanzando, poco a poco, en nuestra aventura por Nepal, con la intención de finalizar el trekking al Campo base del Everest. Tras una etapa bastante dura y que nos llevó al idílico Monasterio de Tengboche, toca ascender para superar ya la barrera de los 4000 metros de altitud y llegar a la población de Dingboche, donde pasaremos dos noches.
Hoy relatamos la quinta etapa de nuestro trekking al Campo base del Everest, caminando desde Tengboche hasta Dingboche. ¿Te vienes con nosotros?
Índice de contenidos
Datos generales
Quinta etapa del trekking, saliendo del siempre idílico Monasterio de Tengboche, y que nos lleva hasta Dingboche, ya por encima de los cuatro mil metros de altitud.
Tras un inicio cómodo, en suave descenso, el camino asciende constantemente, aunque sin pendiente excesiva, durante el resto de la jornada. Se atraviesa la animada población de Pangboche y se continúa rumbo noroeste en busca de terrenos más agrestes, en que los bosques dejan paso a pequeños arbustos y paisajes más salvajes.
Jornada con grandes panorámicas, en la que se camina prácticamente bajo el Ama Dablam y se tienen unas excelentes panorámicas del Lhotse.

Datos técnicos
Fecha: 23 octubre 2022.
Inicio de la etapa: Tengboche (3860 m).
Fin de la etapa: Dingboche (4318 m).
Tipo de ruta: lineal.
Itinerario: Tengboche – Deboche – Pangboche – Shomare – Tsuro – Dingboche.
Distancia: 10,86 km.
Desnivel acumulado: 686 metros de desnivel positivo; 242 de desnivel negativo.
Altitud:
– Mínima: 3737 m (llegando a Deboche).
– Máxima: 4318 m (Dingboche).
Duración: 5 horas y 20 minutos, incluyendo paradas.
Dificultad/recomendaciones:
– Etapa no muy larga ni muy dura, aunque prácticamente es toda ella en continuo ascenso.
– Se asciende ya por encima de los cuatro mil metros, remontando más de quinientos metros de altitud en una jornada. Imprescindible caminar lentamente, reposar periódicamente e hidratarse bien para prevenir el mal de altura.
– Dingboche es un buen lugar en el que dormir dos noches para aclimatar.
Track GPS: descargar aquí.
*NOTA: los tiempos, distancia y dificultades encontradas están basados en nuestra experiencia, teniendo en cuenta la climatología, nuestra forma física y experiencia en montaña. Hay que salir al monte siempre bien equipado, con el material y una preparación adecuados, y consultando previamente la previsión meteorológica.


Quinta etapa del trekking: Tengboche – Dingboche
Un sol radiante da la bienvenida a este nuevo día, tras una fría noche en Tengboche. Damos cuenta de un potente desayuno y nos preparamos para una nueva jornada de caminata por estos maravillosos parajes. Son apenas las ocho de la mañana cuando salimos del alojamiento, saludando al espectacular Ama Dablam, y a los más lejanos Everest y Lhotse. ¡Buenos días, Himalaya!¡Buenos días, mundo!

Con una sonrisa quizá algo mitigada por el frío matutino, damos nuestros primeros pasos en dirección norte, descendiendo por un camino a la sombra, pues transcurre por medio de un bosque. Así, en apenas unos quince minutos llegamos a la población de Deboche (0,85 km; 16 minutos; 3737 metros de altitud). Hemos caminado a buen ritmo, por lo que aprovechamos una zona de reposo para dejar momentáneamente nuestras mochilas y quitarnos alguna de las muchas capas de abrigo que llevamos.


A partir de aquí, y durante un buen rato, caminamos por la margen izquierda del río, alternando pequeños tramos de ascenso y descenso, hasta toparnos con un puente colgante (2,49 km; 55 minutos; 3799 m), que nos lleva a la otra orilla. Tras él, comienza un ascenso no muy duro pero continuo, y así será hasta al final de la etapa.

Nos vamos aproximando, poco a poco, al Ama Dablam, montaña incomparable y, según muchos, la más bella del mundo. Resulta difícil realizar una lista de semejantes bellezas, pero no nos cabe duda de que esta, por motivos evidentes, debería estar en los puestos de honor.
El camino sigue siendo bueno, incluso con algunos tramos de escaleras que permiten, jugando con el zoom y la perspectiva, obtener unas fotos espectaculares.

Ganamos altitud progresivamente, viendo cómo, poco a poco, la vegetación va menguando y lo que antes eran frondosos bosques ahora son apenas algunos árboles sueltos y muchos más arbustos o hierbas de menor entidad. Más arriba, eso sí, la vegetación desaparece por completo y las nieves perennes cubren las cimas imposibles de estas montañas.

Casi sin darnos cuenta, puesto que hasta el momento el camino ha sido sencillo, llegamos a la población de Pangboche (3,88 km; 1 hora y 35 minutos; 3912 metros). A pesar de su situación, adentrada en el valle, se trata de una localidad de cierta entidad y con abundantes campos, restaurantes y alojamientos. Resulta un buen lugar para hacer una pequeña parada, puesto que hoy pensamos tomarnos la etapa con calma puesto que dormiremos ya por encima de los cuatro mil metros.
Así, encontramos una sencilla terraza con vistas al Ama Dablam, donde tomamos unos reconfortantes tés y unas barritas energéticas. Desde dicha terraza contemplamos, asimismo, el trasiego de rebaños de yaks, lugareños y montañeros. Estamos aquí, más o menos, media hora, disfrutando del paisaje y la soleada mañana.



Salimos de la población y continuamos el ascenso, a ritmo tranquilo. No tardamos mucho en toparnos con el desvío que nos llevaría, retrocediendo, a la parte alta de Pangboche y, más allá, a Phortse y el Valle de Gokyo. Dicho camino lo tomaremos a la vuelta, así que tomamos nota de dónde se encuentra para no pasárnoslo.
Nos seguimos cruzando con numerosos rebaños de yaks, a los cuales cedemos amablemente el paso. Grandes e imponentes, pero son nobles y mansos, pasando a nuestro lado sin ni siquiera mirarnos. Tenemos precaución, no obstante, puesto que un pisotón o un empujón podría lastimarnos y arruinar nuestro periplo por estas tierras.



Un tramo de ascenso algo más potente nos acerca a la población de Shomare (6,61 km; 3 horas y 10 minutos; 4058 metros). Tras ella, el camino transcurre por una zona de altiplano salpicada de grandes rocas, siendo un tramo más cómodo y agradable de caminar, por un paraje singular.



A ritmo más alegre vamos aumentando la distancia recorrida en el día de hoy. Frente a nosotros, el Nuptse y Lhotse, cuyas cimas se ven sacudidas por fuertes vientos. Y bajo ellos, una modesta colina de color marrón, cuya cara sur se ve surcada por una senda y que pronto reconocemos: se trata del Nangkartsang (5070 m), que ascenderemos al día siguiente para aclimatar. Bajo ella, intuímos, se encuentra Dingboche.
Dejamos a nuestra izquierda el desvío que nos llevaría a Pheriche (por dicho camino regresaremos), y realizamos un descenso suave por una zona de campos, hasta llegar a la orilla del río, justo bajo la majestuosa efigie del Ama Dablam.


Nos detenemos brevemente a tomar una barrita energética y, tal y como hacemos incontables veces en cada etapa, a beber.
Cruzamos el río por un pequeño puente (8,97 km; 4 horas y 25 minutos; 4173 m) y nos disponemos a afrontar otro tramo de ascenso, quizá el más duro y largo de la etapa. A nuestra derecha vemos los restos de un gigantesco desprendimiento de la ladera de una montaña. Nos sentimos verdaderamente diminutos en este entorno, en que somos minúsculos puntos apenas distinguibles entre moles de hielo y roca.



Aquí, a pesar del sol radiante, sopla un fuerte viento que hace descender, notablemente, la sensación térmica. Lo compensamos, con creces, con el calor generado por nuestros músculos al remontar este fuerte y constante repecho.
Una vez alcanzada la parte alta del mismo nos encontramos en un nuevo altiplano, con grandes panorámicas. A nuestra izquierda, en el sentido de la marcha, se observa la puntiaguda cumbre del Taboche (6495 m). Nueva parada a comer y beber, que el esfuerzo hasta aquí ha sido duro.

Con algo más de energía, apenas nos queda un tramo de falso llano para llegar a la entrada de Dingboche (10,86 km; 5 horas y 20 minutos; 4318 m). Más grande de lo que imaginábamos, la práctica totalidad de sus edificaciones están dedicadas a acoger a los montañeros que llegan a estos valles desde cualquier rincón del mundo.

Dejamos nuestras pesadas mochilas en el alojamiento (Green Tara), agradable y familiar, y salimos a conocer la población. Estamos cansados y tenemos un ligero dolor de cabeza, debido muy probablemente a la altitud, así que el paseo es breve.
Regresamos al alojamiento y decidimos sentarnos a hidratarnos bien, tomar algún analgésico suave (y muy efectivo) y reposar. Hemos ascendido bastante y nos encontramos por encima de los cuatro mil metros; debemos vigilar nuestros síntomas puesto que el mal de altura acecha y no conviene menospreciarlo.

Tomamos una deliciosa jarra de té, entretenimiento habitual en los alojamientos por las tardes, mientras escribimos nuestro diario y conversamos un rato. Tras la cena, muy rica y cuidada, nos vamos a dormir.
Pasaremos dos noches aquí para aclimatar, lo que es una excelente idea. Y, para ello, mañana ascenderemos a la cima del Nangkartsang, ya por encima de los cinco mil metros. Pero eso, ya sabes… ¡lo contaremos en la próxima entrada del blog!
