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Trekking al Campo base del Everest. Etapa 6: aclimatación en Dingboche

Trekking al Campo base del Everest. Etapa 6: aclimatación en Dingboche

Continuamos nuestra aventura por Nepal, avanzando por el inmenso valle que nos ha dejado en la población de Dingboche. Llevamos varios días de ruta, ascendiendo ya por encima de los 4300 metros de altitud, por lo que nuestro cuerpo precisa de una nueva jornada de aclimatación. Y Dingboche es un lugar perfecto para ello, pudiendo dormir allí un par de noches y ascender, en una dura pero agradable excursión, a la cima del Nangkartsang (5085 m), un espléndido mirador.
Hoy te contamos nuestra jornada de aclimatación en Dingboche, ascendiendo al espectacular Nangkartsang, ya por encima de los cinco mil metros de altitud. ¿Nos acompañas a conocerlo?

Datos generales

Sexta etapa del trekking, de merecido descanso, aunque relativo. Pasamos dos noches en Dingboche, por lo que podemos dejar nuestras pesadas mochilas en el alojamiento y caminar con unas, más ligeras, en las que apenas llevemos lo imprescindible.
La ruta, sin pérdida, asciende de modo continuo (y duro), hasta alcanzar la cima del Nangkartsang, de 5085 metros de altitud. Se trata de un incomparable mirador, con panorámicas vistas en todas direcciones.
Merece la pena tomárselo con calma, ya que se asciende por encima de los cinco mil metros y se empieza a notar la fatiga asociada a la altitud. Además, un potente desnivel, cercano a los mil metros positivos, nos hará exprimirnos al máximo.

Ascender, aunque se hace duro, nos recompensa con estas insuperables vistas.

Datos técnicos

Fecha: 24 octubre 2022.
Inicio de la etapa: Dingboche (4318 m).
Fin de la etapa: Dingboche (4318 m).
Tipo de ruta: ida y vuelta.
Itinerario: Dingboche – Nangkartsang – Dingboche.
Distancia: 5,54 km.
Desnivel acumulado: 928 metros de desnivel positivo; 928 de desnivel negativo.
Altitud:
– Mínima: 4318 m (Dingboche).
– Máxima: 5085 m (cima del Nangkartsang).
Duración: 6 horas y 25 minutos, incluyendo paradas.
Dificultad/recomendaciones:
– Etapa corta pero con desnivel muy potente.
– Ascenso continuado, en altitud ya notable, supondrá un esfuerzo marcado. Conviene tomarse la etapa con calma y ascender lentamente, realizando numerosas paradas.
– La cima del Nangkartsang ofrece unas excelentes panorámicas; prever ropa de mucho abrigo y cortavientos.
Track GPS: descargar aquí.
*NOTA: los tiempos, distancia y dificultades encontradas están basados en nuestra experiencia, teniendo en cuenta la climatología, nuestra forma física y experiencia en montaña. Hay que salir al monte siempre bien equipado, con el material y una preparación adecuados, y consultando previamente la previsión meteorológica.

Mapa de la ruta realizada.
Perfil de la ruta. Subir realizando decenas de paradas; descender mucho más ligeros.

Sexta etapa del trekking: aclimatación en Dingboche.

Debido a la altitud, y quizá el frío, no hemos descansado del todo bien. Ayer ascendimos más de quinientos metros de altitud y ya hemos dormido por encima de los cuatro mil, por lo que una muy leve cefalea y las constantes ganas de ir al baño (hemos cumplido bien lo de hidratarnos) no nos han permitido dormir todo lo bien que nos gustaría. Por ello, decidimos quedarnos un rato más en la cama y no madrugar tanto como otros días.
Pero, sin embargo, nos levantamos con energías y con ganas de una nueva etapa por estos fascinantes paisajes. Desayuno abundante, ropa de abrigo y a caminar. Hoy llevamos nuestras mochilas pequeñas, sólo medio llenas, lo cual agradeceremos.

Salimos de nuestro alojamiento sin las pesadas mochilas. ¡Así se camina más cómodo!

Descendemos hasta la parte baja de Dingboche para, enseguida, divisar a nuestra derecha una característica estupa blanca con las moles del Taboche (6495 m) y el Cholatse (6440 m) de fondo. Sus verticales paredes parecen desafiar las leyes de la gravedad.
Hacia dicha estupa nos dirigimos, con ritmo tranquilo puesto que nuestro objetivo del día es aclimatar, y cuanto más tiempo pasemos en altura mejor.

Descendemos hacia la parte baja del pueblo. ¡Otro día de sol radiante!
Hay quien nos mira desde lo alto.
Llegamos a la primera estupa. Caminamos a ritmo tranquilo, que hoy toca ascender mucho.

A partir de aquí la senda vira hacia el norte/noreste, remontando un tramo de ascenso más suave que nos deposita en un amplio collado, en el cual hay otra pequeña estupa y una zona para sentarse. Mucha gente a estas horas de la mañana; unos se dirigen hacia el fondo del valle, en dirección al Campo base del Everest, mientras que otros ya se hallan en pleno esfuerzo ascendiendo al Nangkartsang, nuestro objetivo del día. No hemos madrugado y son muchos los que se adelantan en esta labor.

Esencia de Nepal.
Cruce de caminos. Hacia la derecha seguiremos el ascenso, duro, al Nangkartsang.

Siempre en la misma dirección, remontamos algunos tramos más duros y otros más cómodos, deteniéndonos cada pocos minutos a descansar, beber algún sorbo de agua y recobrar el aliento, ya que cada metro ascendido cuesta un esfuerzo notable.
La senda es evidente, señalizada con frecuentes mojones de piedras y con periódicas banderas tibetanas, situadas estratégicamente en los sitios que invitan a descansar unos minutos.

¡Uf!¡Menudas cumbres!
Pequeño descansito, que el ascenso se hace duro…

El ascenso, bastante escalonado pero sin un solo metro llano, nos va ofreciendo unas panorámicas de ensueño. Abajo va quedando la población de Dingboche, y poco a poco van apareciendo en el horizonte nuevas cimas, imposibles, vertiginosas y nevadas. En el amplio valle situado a nuestra derecha, que llevaría a la zona de Chukhung, destacan el Island Peak (6189 m) y, a lo lejos, el Makalu (8485 m).
Día de sol radiante pero, debido a la altitud, temperatura fresca. Corre una ligera brisa, por lo que agradecemos el ir con buen material. Los guantes y protección para la cabeza son imprescindibles, así como las gafas de sol, crema solar y protector labial.

Hasta allí arriba debemos llegar.
Asoma el Lhotse. Ocho mil quinientos y pico metros de vertiginosa belleza.
Dingboche va quedando allá abajo.
Desde aquí vemos la entrada al valle que llevaría a Chukhung.

Nos vamos cruzando con varios grupos que inician el descenso; no todo el mundo llega a hollar la cima de esta montaña, y muchos se quedan a mitad de ascenso. Nosotros pensamos que, sin duda, ascender a su cumbre merecerá la pena.
Así, vamos superando el fuerte desnivel realizando incontables paradas. Cada cinco minutos, a lo sumo, nos detenemos a tomar una fotografía, beber o comer algo o, por lo menos, a contemplar el paisaje unos segundos.

Ganamos altitud y refresca. Mejor otra chaqueta, cortavientos.
Paramos a coger aire. Al fondo, el Ama Dablam.
Paso a paso, metro a metro.

Realizando numerosas lazadas, la senda, sencilla en todo momento, nos acerca a la cifra de los cinco mil metros. Delante nuestro asoma ya una zona de rocas más oscura, que conforma la cumbre.
Cada vez estamos más altos, cada vez resulta más duro dar un paso más, cada vez cuesta más contener la acelerada respiración. Pero cada vez queda menos.

Rozamos los cinco mil metros.
Mañana recorreremos este impresionante valle.
¡Venga, un último esfuerzo!

Finalmente, alcanzamos la cumbre del Nangkartsang (2,66 km; 3 horas y 55 minutos; 5085 metros de altitud). Sonrisa de oreja a oreja, tremenda satisfacción. Nunca, hasta la fecha, habíamos estado tan altos. Y, aunque sabemos que este humilde récord personal pronto será batido, lo disfrutamos y saboreamos con gratitud.
En primer lugar nos abrigamos, puesto que en la misma cumbre la brisa se ha transformado en un viento moderado, por lo que la sensación térmica ha disminuido todavía más. Pero, enseguida, nos disponemos a contemplar las panorámicas de ensueño que nos ofrece la montaña.
En todas las direcciones vemos cimas nevadas, verticales, arrogantes, sobrecogedoras. Valles profundos, glaciares casi infinitos, nieves perennes y ríos furiosos… un espectáculo geológico de primer orden contemplado desde un mirador incomparable.
No podemos dejar de inmortalizarlo con nuestra cámara de fotos, que también nos retrata junto a las banderas tibetanas de la cima.

¡Cima!
Aquí arriba mejor abrigaditos, que sopla el viento con ganas.
Estos momentos no los olvidaremos nunca.
Taboche y Cholatse lo dominan todo.

Intentamos adivinar algunas de las cumbres que nos rodean. Nos encontramos en unos parajes desconocidos para nosotros, pero sí alcanzamos a reconocer algunas de ellas. El Ama Dablam (6812 m) nos ha acompañado a lo largo de la ruta, y resulta fácilmente reconocible. Hacia el este el triangular Island Peak (6189 m) y el grandioso Makalu (8485 m); hacia el oeste el Taboche (6495 m) y el Cholatse (6440 m). Nos parece reconocer, también en esa dirección, al Lobuche (6145 m). Hacia el sur, una miriada de picos entre los que creemos identificar el Thamserku (6623 m) y el Kyashar (6769 m). Ni en nuestros mejores sueños hubiéramos imaginado unas panorámicas así.
Estamos algo más de una hora en la cima, aprovechando también para comer algo cobijados detrás de una roca, la cual ejerce de protección contra el viento imperante aquí. Y, sí: el haber madrugado menos nos ha permitido disfrutar de la cima en completa soledad, lo cual resulta ya totalmente extraordinario.

A lo lejos, el Makalu, el tercer ocho mil que podemos contemplar en esta ruta.
Cholatse, inmensa verticalidad.
Otra perspectiva del Ama Dablam. Enamora, ¿verdad?

A pesar de estas maravillosas condiciones (¡nos quedaríamos horas aquí!) debemos emprender el camino de vuelta. Este lo realizamos por la misma senda, aunque con la respiración mucho menos entrecortada, sin que cada paso suponga un grandioso esfuerzo y a un ritmo mucho más alegre que el ascenso. Cosas de la altitud, está claro.
En total, empleamos casi seis horas y media en finalizar la ruta (teniendo en cuenta que pasamos en la cima más de una hora) y llegar de nuevo a Dingboche.

Felicidad (y punto).

Dejamos nuestra pequeña mochila en el alojamiento y salimos a dar un paseo, el cual finalizamos en la excelente cafetería 4410. Se trata de un local moderno, siempre repleto de gente, con muchas comodidades (televisión, enchufes gratuitos…) y, aunque algo caro, de casi obligada visita. Nos sentamos a tomar un buen té mientras disfrutamos de un documental de montaña en la televisión, aprovechando también para cargar las baterías de nuestra cámara, reloj GPS y teléfonos. Merecida parada.

Nos venimos a pasar la tarde a esta cafetería. Por dentro sorprende, de verdad.

Tras ello regresamos al alojamiento, tomamos otra infusión (el ginger-lemon-honey es una auténtica delicia) y damos cuenta de una abundante cena casera. El atardecer, con tonalidades naranjas y violáceas, completa un día redondo.

¿Puede terminar mejor el día?

Ha sido otro día intenso, pero lo hemos disfrutado muchísimo. Nos vamos pronto a dormir que queremos descansar bien antes de la jornada de mañana, que se prevé también dura. Pero eso, ya sabes… ¡lo contaremos en la próxima entrada del blog!

La etapa más panorámica que hemos hecho en el trekking. ¡Bravo!

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