Blog de viajes y montaña
 
Trekking al Campo base del Everest. Etapa 7: Dingboche – Lobuche

Trekking al Campo base del Everest. Etapa 7: Dingboche – Lobuche

Seguimos avanzando en nuestra ruta, seguimos adentrándonos en el Valle del Khumbu. Tras una merecida jornada de aclimatación, toca ascender nuevamente para dormir ya cerca de los cinco mil metros.
Dejamos atrás la comodidad del que ha sido nuestro hogar durante dos días, Dingboche, para caminar ahora por terrenos más salvajes y hostiles, llegando al enclave de Lobuche, donde pasaremos una noche.
Hoy relatamos la etapa entre Dingboche y Lobuche, llegando ya casi a los cinco mil metros de altitud. ¿Nos acompañas?

Datos generales

Séptima etapa del trekking, de moderada distancia pero notable desnivel, aunque bastante llevadera. La ruta comienza en suave ascenso para, una vez superado el asentamiento de Dughla, remontar un potente y largo ascenso que finaliza en el memorial a los fallecidos en el Everest. A partir de allí, territorios desolados, también en ascenso cómodo, hasta alcanzar Lobuche.
A pesar de que la etapa resulta llevadera, estamos transitando ya por gran altitud, durmiendo casi a cinco mil metros, por lo que conviene tomársela con calma, hidratándose de manera generosa y realizando frecuentes paradas, para así prevenir el siempre temido mal de altura.

Tomando el sol mientras se acerca la tarde.

Datos técnicos

Fecha: 25 octubre 2022.
Inicio de la etapa: Dingboche (4318 m).
Fin de la etapa: Lobuche (4934 m).
Tipo de ruta: lineal.
Itinerario: Dingboche – Dughla – Memorial de los fallecidos en el Everest – Lobuche.
Distancia: 8,77 km.
Desnivel acumulado: 693 metros de desnivel positivo; 78 de desnivel negativo.
Altitud:
– Mínima: 4318 m (Dingboche).
– Máxima: 4934 m (Lobuche).
Duración: 6 horas y 30 minutos, incluyendo paradas.
Dificultad/recomendaciones:
– Etapa con ascenso bastante progresivo, aunque supera un total de casi 700 metros de desnivel.
– Tras Dughla hay un ascenso muy duro y prolongado, mejor tomárselo con calma.
– Etapa que ya transcurre en gran altitud, vigilar y prevenir el mal de altura.
– La ruta transcurre por valles abiertos, ventosos. Protegerse bien de los elementos.
Track GPS: descargar aquí.
*NOTA: los tiempos, distancia y dificultades encontradas están basados en nuestra experiencia, teniendo en cuenta la climatología, nuestra forma física y experiencia en montaña. Hay que salir al monte siempre bien equipado, con el material y una preparación adecuados, y consultando previamente la previsión meteorológica.

Mapa de la ruta realizada.
Perfil de la ruta realizada.
Ruta realizada, en 3D.

Séptima etapa del trekking: Dingboche – Lobuche

Nos ha venido de maravilla este pequeño paréntesis en Dingboche. Ayer fue una etapa de gran desnivel pero sin tener que cargar con nuestras pesadas mochilas, por lo que nos ha servido de “descanso activo”.
Pero toca seguir avanzando, y comenzar una nueva etapa que nos llevará al asentamiento de Lobuche. Hemos dormido, esta vez sí, de maravilla. Nada de cefalea, poco cansancio y un sueño ininterrumpido que nos han permitido reponer energías.
Comenzamos a caminar, tal y como habíamos hecho el día anterior, ascendiendo hasta el pequeño collado donde hay una estupa y una zona de descanso. Este pequeño repecho se hace duro si lo comparamos con ayer, ya que hoy sí que vamos cargados con nuestra gran mochila.

¡Comienza una nueva etapa!
Primer repecho de la jornada.

Tras dicho collado descendemos unos metros y nos toca caminar ahora por la parte alta de un amplio valle, en muy suave ascenso, bajo la atenta mirada del Taboche (6495 m) y el Cholatse (6440 m). Tenemos una gran perspectiva del camino que nos toca recorrer, por el que transitamos numerosos montañeros, unos antes que nosotros y otros después.
El día ha comenzado soleado y con temperatura razonable, aunque sopla una ligera brisa que nos obliga a protegernos de las inclemencias meteorológicas.

Pequeño descenso; nos dirigiremos hacia el fondo de este gran valle.
Buenas panorámicas al comenzar la etapa.

Nos encontramos ya en un entorno más agreste, en el que predomina la roca, la nieve y el hielo; apenas algunos arbustos consiguen sobrevivir a estas altitudes y con estas temperaturas.
Echando un vistazo atrás vemos, en la parte baja del valle, la población de Pheriche, donde dormiremos en unos días. Al fondo, varias cumbres nevadas conforman un paisaje de postal.

Ahí abajo queda Pheriche.

La senda es sencilla y muy bien marcada, superando los diversos recodos de la montaña retorciéndose por sus laderas. A nuestro alrededor las montañas parecen gigantes, y no en vano se alzan más de dos mil metros por encima de nuestras cabezas.
Alcanzamos una nueva zona de descanso, donde aprovechamos para reposar un rato y comer algo. Sabemos que la etapa no es muy larga, por lo que preferimos caminar con calma, hidratarnos bien y reposar de vez en cuando, permitiendo a nuestro ya cansado organismo adaptarse a la altitud de manera progresiva. No obstante, cada paso en ascenso supone un esfuerzo intenso, notándose la altitud de manera clara.

Caminando bajo grandes colosos.
Inmensas paredes.
Este parece buen lugar para reposar un rato.

Continuamos recorriendo el valle, rumbo noroeste, transitando a media ladera. Aunque quizá nos encontramos en un tramo más monótono de la ruta, los paisajes que nos rodean no nos permiten aburrirnos ni un solo segundo. ¡Cuánto se disfruta caminando por aquí!

Caminos disfrutones.
Bastante gente en el camino.
Recorriendo el largo valle. Al fondo, el Ama Dablam.

Poco a poco el camino va virando hacia el norte, en busca de un grandioso barranco por el que bajan, furiosas, las gélidas aguas de un glaciar cercano. Frente a nosotros se observa el asentamiento de Dughla y, tras él, las espectaculares paredes del Lobuche Este (6090 m). Se aprecia también el tramo de duro ascenso que padeceremos más adelante, sin duda el principal reto de la etapa de hoy.

Ahí enfrente está Dughla, y el potente ascenso que le sigue.

Dejamos a nuestra izquierda el desvío que nos llevaría a Pheriche (y que tomaremos a la vuelta) y un poco más adelante nos toca cruzar el barranco. Por ello, la cómoda senda se transforma en terreno rocoso, y nos vemos obligados a pasar de una piedra a otra, remontando unos metros el cauce del río, hasta alcanzar un endeble puente de madera que nos permite superar las poderosas aguas.

Tenemos que cruzar ese barranco.
Aquí el camino resulta menos cómodo, conviene seguir los hitos y las trazas de senda para encontrar el mejor paso.
Cruzamos el río por este precario puente.

Tras el puente, apenas nos quedan unos minutos para llegar a Dughla (5,1 km; 2 horas y 55 minutos; 4608 metros de altitud). Es el único lugar habitado a lo largo de la ruta de hoy, por lo que resulta imprescindible parar aquí.
Varios restaurantes/cafeterías, un alojamiento e incluso una pequeña clínica componen este aislado asentamiento. Todos ellos organizados en torno a una pequeña plaza llena de sillas y mesas, cual terraza de bar. Aunque la temperatura no es demasiado alta, el radiante sol invita a sentarse para descansar un rato y comer algo, que es lo que hacemos. Una sopa de fideos y algo de té servirán como energía extra para nuestros ya fatigados cuerpos. Cuarenta y cinco minutos de descanso, merecido.

Parada a repostar.

Estamos muy a gusto aquí, pero nuestro objetivo de hoy es llegar a Lobuche, por lo que nos toca continuar la marcha.
Y nos toca continuar superando, en primer lugar, el tramo más duro de la jornada. Se trata de un repecho largo y prolongado, que el sendero intenta suavizar remontándolo mediante numerosas lazadas. No obstante, la altitud y la constancia del mismo hacen mella en nosotros y nos cuesta más de lo esperado superar su desnivel. Vemos que no somos los únicos sufriendo aquí; una aglomeración de montañeros se retuerce, casi literalmente, a cada paso. Buen lugar para comprobar la cantidad de gente que realiza la ruta, confirmando que algunos de ellos no presentan la forma física o preparación óptimas para una empresa como esta.

Comienza el duro ascenso.
Gran cantidad de montañeros se dispone a superar este tramo de ascenso.
Vamos superando metros.
¡Uf, qué duro es esto!

Nuestra mochilas se hacen más pesadas, si cabe, en este punto, pero paso a paso, y con múltiple paradas, logramos nuestro objetivo. Unas banderas tibetanas, coloridas, nos reciben en el punto final de este insufrible repecho.
Tras él, el memorial a los fallecidos en el Everest. Se trata de una gran planicie salpicada de hitos de piedras y algunos túmulos en honor a quienes perdieron su vida tratando de hollar la montaña más alta del planeta. Se trata de otro lugar de parada obligatoria, tanto para descansar como para pensar, en silencio, en la esencia del montañismo y de la vida misma.
Estamos por aquí unos cuantos minutos, tomando alguna fotografía del entorno y contemplando las placas de homenaje, en las que adivinamos nombres de casi cualquier rincón del mundo.

Aquí finaliza la larga subida.
Vista general del memorial.
Desde este punto hay buenas vistas.

Seguimos la marcha, nuevamente en ascenso suave, recorriendo la amplia explanada. Giramos ya hacia el norte y pronto asoman nuevas cumbres, tan características como espectaculares, que nos acompañarán en el resto de la etapa. Las que primer reconocemos son el Pumori (7161 m) y el Nuptse (7861 m).

Dejamos atrás el memorial.
Cambiamos de rumbo y un nuevo valle se abre ante nosotros.

El terreno adquiere características casi extraterrestres, con rocas grises que contrarrestan el radiante brillo de la nieve. Resulta inhóspito pero, por otro lado, inconmensurablemente bello el caminar por estos parajes. Estamos transitando ya por la parte baja del Glaciar del Khumbu, el cual se extiende desde casi el propio Everest, varios kilómetros arriba.
Cruzamos un pequeño riachuelo y dejamos atrás el cruce que nos llevaría al Cho La Pass (ojalá para otra ocasión). Estamos adentrándonos ahora en otro amplio valle, enmarcado por Pumori y Nuptse, por el cual ascendemos muy cómodamente, bien protegidos del sol y del viento. Imprescindibles, cada vez más, la crema solar, el protector labial, algo para la cabeza y las gafas de sol. Bien equipados se hace mucho más agradable la ruta.

Majestuoso el Pumori, a la izquierda del todo.
Venimos de allí al fondo; si siguiéramos el desvío llegaríamos al Cho La Pass.

Siguiendo el sendero, bien marcado, deteniéndonos de vez en cuando a descansar, sentados sobre alguna piedra. Un trago de agua, una barrita energética o, simplemente, contemplar el paisaje. Estamos caminando a gran altitud y debemos ser precavidos.
Así, a ritmo pausado, alcanzamos el asentamiento de Lobuche (8,77 km; 6 horas y 30 minutos; 4934 metros de altitud).

Nos aproximamos al final del Glaciar del Khumbu.
Llegamos a Lobuche.

No nos cuesta mucho encontrar nuestro alojamiento, situado en la parte alta, donde dejamos nuestras pesadas mochilas. Tras ello, salimos a comprar una tarjeta de internet (Everest link), disfrutar de las luces del atardecer sobre el Nuptse (fascinantes) y nos acomodamos a tomar té y escribir el diario.

Luces cálidas del atardecer sobre el Nuptse.

Con la hora de la cena, algo de dolor de cabeza y pocas ganas de comer. Síntomas leves de mal de altura, por lo que decidimos tomar algún analgésico, hidratarnos bien y descansar todavía mejor. Si no se pasan estos síntomas tendremos que tomar algo de medicación o plantearnos el descender. Esperamos tener una buena noche ya que, al día siguiente, si todo va bien, alcanzaremos el Campo base del Everest. Pero eso, ya sabes… ¡lo contaremos en la próxima entrada del blog!

¡Seguiremos contando!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *