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Visita a Cape Cross y Swakopmund: lobos marinos y ciudad colonial

Visita a Cape Cross y Swakopmund: lobos marinos y ciudad colonial

Aunque la visita a la costa de Namibia no se reduce únicamente a Cape Cross y Swakopmund, sino que habitualmente incluye también la Costa de los Esqueletos, quizá sea lo que menos nos gustó de todo el viaje a este país africano. Que sí, que poder contemplar una colonia de unos 200000 lobos marinos es algo que impresiona, pero la propia ciudad de Swakopmund no tiene casi nada que ofrecer para quien viaja por libre. Quizá, sus proximidades, las ciudades de Walvis Bay o Henties Bay tengan su atractivo, orientado en parte al turismo de aventura (rutas en bicicleta, tours por el desierto en 4×4…), pero ni siquiera con ello lo podemos aupar al top de lugares en Namibia.

Turistas de terraceo, en Swakopmund.

Probablemente tampoco ayude el hecho de que el clima en esta zona de la costa sea completamente diferente al del interior: aquí, debido a la fría corriente de Benguela, las temperaturas son mucho más suaves (se podría decir que frescas) y la niebla y el mal tiempo son frecuentes.
Si tenéis pensado viajar a Namibia y no tenéis tiempo de sobra, creemos que es una zona prescindible. En cambio, si queréis exprimir al máximo este enorme y diverso país, no os lo podéis perder. Porque, siendo sinceros, Swakopmund tiene su punto curioso y Cape Cross impresiona.
¿Nos acompañáis a conocerlo un poco más?

Los lobos marinos se cuentan por miles.

¿Cómo llegar a Swakopmund y Cape Cross?

Swakopmund y Cape Cross se encuentran en la franja costera central de Namibia, a unos 120 kilómetros (1 hora y 20 minutos) la una de la otra. La carretera que las une está asfaltada en su mayor parte, si bien en algunos tramos se convierte en pista o, directamente, está hecha de sal. Estos tramos de sal son especialmente peligrosos, puesto que resultan extremadamente resbaladizos y más si hay niebla (lo cual es habitual).
Las rutas más habituales para llegar a Swakopmund son las siguientes:
Desde Windhoek a Swakopmund (352 km; 3 horas 20 min): tomar la B1 (asfaltada) en dirección norte hasta Okahandja; desde allí la B2 (asfaltada) en dirección oeste hasta Swakopmund.

Desde Etosha a Swakopmund (492 km; 4 horas 49 minutos): tomar la C38 (asfaltada) hacia el sur hasta Outjo, donde debemos continuar por la M63(pista) durante 77 kilómetros hasta empalmar con la C33 (asfaltada), que finaliza en la B2 a la altura de Usab/Karibib. Desde allí tomamos la B2 (asfaltada) durante 162 km hasta Swakopmund.

Desde Sesriem/entrada al PN de Namib-Naukluf (343 km; 4 horas 27 min): tomar la D826 y, posteriormente, la C19 (ambas pistas) hasta la localidad de Solitaire. Desde allí continuar al norte por la C14 (pista) y que posteriormente converge con la M36, durante 222 km. Justo antes de llegar a Walvis Bay tomar la D1984 (asfaltada) hasta Swakopmund.

¿Dónde alojarse?¿En Cape Cross o Swakopmund?

La visita a Cape Cross apenas dura una o dos horas, por lo que casi nadie opta por dormir en esta zona. Existe un alojamiento (Cape Cross Lodge) allí mismo, de garantías aunque con precio elevado (habitación doble a partir de unos 3000 NAD, unos 180 €).
Lo ideal es alojarse en Henties Bay o en Swakopmund, donde la oferta es mucho mayor y variada.
En nuestro caso encontramos el Be Still Accommodation, un excelente aparthotel por 65€ la noche, ideal para descansar tras una semana seguida acampando.

Nuestro alojamiento fue un remanso de tranquilidad tras tantos días de acampada.

Horarios y tarifas de Cape Cross

Cape Cross abre desde las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde, de manera ininterrumpida, según indican los carteles situados a la entrada. En internet pone que es de 10 a 17:00 h, así que no sabemos qué decir al respecto.
Resulta imposible encontrar tarifas actualizadas en internet; en nuestro caso pagamos 80 NAD (4,71€) por persona y 10 NAD (0,6€) por el coche.

Esto es lo que pone a la entrada.

¿Qué hacer en Cape Cross?

Sólo hay una cosa que hacer en Cape Cross: ver lobos marinos. Pero, claro, veremos muchos. La colonia afincada en esta zona supera, según algunas estimaciones, los 200000 ejemplares.
La visita consiste en recorrer una pasarela de madera de unos 200 metros de largo, soportando un desagradable y pestilente olor a excrementos y animales muertos, mientras se contempla la actividad de los lobos marinos.
Es frecuente ver crías juguetonas con madres somnolientas, otras que se desperezan para darse un chapuzón y, de vez en cuando, algún combate entre machos en celo.
En los alrededores, aunque ya alejados de la zona de los lobos marinos, existen algunas mesas de picnic donde poder comer algo. No hay agua, baños ni restaurantes, por lo que conviene ir provisto de todo lo necesario.

Pues aquí estamos, pasando la tarde.
Estos pasan la tarde de manera más agresiva.

¿Qué hacer en Swakopmund?

Como decíamos anteriormente, Swakopmund es una ciudad que no nos gustó demasiado.
Esta antigua ciudad colonial alemana, con sus coloridas casas de madera, es la localidad costera más grande de toda Namibia. Si bien tiene algunos puntos de interés (merece la pena dar un paseo por el centro y tomar algo), lo más interesante se encuentra en las proximidades de la ciudad.
Algunas de las visitas más habituales son el faro, la iglesia luterana o el edificio de la antigua estación de tren.
El centro de Swakopmund parece seguro para caminar de día, puesto que está repleto de seguridad privada cada pocos metros. Sin embargo, se desaconseja salir de noche.
Por otro lado, todos los alojamientos (incluido el nuestro) tienen unas fortísimas medidas de seguridad, y es frecuente leer testimonios de gente a la que le han robado en el propio alojamiento.
A nosotros nos pareció una ciudad «sin más», totalmente prescindible en una ruta por Namibia.

Las calles del centro son tranquilas y limpias. Podrían pasar por una ciudad perfectamente europea.

Nuestra experiencia en Cape Cross y Swakopmund

Todavía ensimismados tras visitar Spitzkoppe, tomamos rumbo oeste por largas y rectas carreteras sin asfaltar. Tras más de una hora sin cruzarnos con nadie, nos detenemos brevemente para tomar alguna fotografía. Estamos en medio de la nada, nuevamente, pero esta vez la sensación de soledad es abrumadora.

Conduciendo por la nada. Literalmente.

Mientras conducimos vemos como, a lo lejos, una gran nube se cierne, amenazadora, sobre la vasta llanura namibia. Poco a poco nos vamos acercando, hasta vernos sumidos en una densa niebla, mientras el mercurio desciende rápidamente más de 10ºC. Sabíamos que el clima en la costa de Namibia no era benévolo, pero un cambio tan súbito no nos lo podíamos ni imaginar.

En esta zona son frecuentes las nieblas. Conduce con precaución y enciende las luces.
Sí, esto también es Namibia.

Llegamos a la periferia de Henties Bay, donde nos incorporamos a la carretera principal en sentido norte. Tras pasar un tramo de carretera construido en sal (puesto que atraviesa una gran llanura de este material), en el que debemos conducir con cuidado puesto que es sumamente resbaladiza, pronto vemos el desvío a la reserva de lobos marinos de Cape Cross.

Avanzamos unos pocos kilómetros más hasta llegar al puesto de entrada, donde pagamos los 80 NAD por persona (y los 10 NAD) del coche y continuamos hasta llegar a un gran aparcamiento. Hace frío, un día desapacible.

Aquí debemos detenernos a pagar la entrada.

Nada más bajar del coche llama la atención el hedor que desprende la gigantesca colonia de lobos marinos. Si a ello le sumamos los ruidos que producen, nos encontramos con un recibimiento que no puede pasar desapercibido.
Debemos sortear a cuatro o cinco lobos marinos que descansan en pleno aparcamiento; a pesar de que están tranquilos y se muestran despreocupados, mejor les damos una distancia de seguridad.

Llegamos a la zona de los lobos marinos.

Entramos en la plataforma de madera que camina un metro por encima de la playa, y desde la cual podemos contemplar el espectáculo. Y lo cierto es que impresiona. En todas las direcciones vemos lobos marinos, hay miles y miles.
Nos entretenemos más de una hora tomando fotografías a los más pequeños, pues nos parecen monísimos. También vemos alguna que otra pelea territorial de los machos, de una gran violencia.

¡Qué fresquito hace por aquí!
A muchos les apetece darse un chapuzón.
Premio especial a quien adivine cuántos ejemplares se ven en la foto.

Finalmente, decidimos que ya es hora de partir hacia Swakopmund.
De camino observamos uno de los barcos, encallado cerca de la orilla, cuyo casco es golpeado con furia por el mar embravecido. El nombre de Costa de los Esqueletos está muy bien puesto, sin duda.

Otro de los «esqueletos» que reposan, para siempre, en las costas namibias.

Llegamos a Swakopmund tras una hora y media de camino. Aparcamos en pleno centro, de calles asfaltadas, escaparates bien decorados, algunas terrazas y mucha (mucha) seguridad privada. El aparcamiento y casi todos los locales comerciales tienen algún miembro de seguridad. Tanta seguridad casi nos crea una sensación de inseguridad, aunque comprobamos que el centro es tranquilo y recorremos sus calles sin más problema.
Resulta curioso ver, en pleno continente africano y estas latitudes, casas coloridas de estilo colonial. Parece, por otro lado, una ciudad agradable.
También nos llama la atención que en el centro predominan turistas y lugareños de raza blanca, mientras que conforme nos alejamos a la periferia, la práctica totalidad de habitantes son negros. Contrastes con historia detrás…

Paseando por las calles de Swakopmund.

Decidimos, tras tantos días de acampada, darnos un pequeño homenaje y comemos en el restaurante The Tug, situado en un gran edificio junto al muelle. Aunque el precio es algo caro, realmente comemos muy bien.

Junto al muelle se encuentra el restaurante. Lo recomendamos, sí.

Tras ello nos acercamos a un supermercado para comprar algo de cenar (dormimos en una especie de apartamento) y, de paso, para los próximos días de acampada.
Vamos a nuestro alojamiento y nos pasamos el resto de la tarde descansando, leyendo y escribiendo el diario. Mañana será otro día.

Nos levantamos sin prisa, puesto que hemos dormido en una cama en condiciones (¡y comodísima!), por lo que hoy cuesta más desperezarse.
Desayunamos copiosamente y, tras recoger todo, es hora de continuar la ruta.
Pasamos brevemente por el centro de Swakopmund pero, al constatar que están todos los establecimientos cerrados, toca decir adiós a esta ciudad.
Ponemos rumbo sur hasta llegar a Walvis Bay. No entramos en la ciudad, pero sí nos detenemos en una laguna de las afueras donde decenas de flamencos tiñen de rosa el paisaje. Hermosísimos.

Decenas de flamencos tiñen de rosa el paisaje.

Ahora sí, debemos continuar hasta el próximo destino: el Parque Nacional de Namib-Naukluf, donde se halla el mundialmente conocido Deadvlei. Pero eso, ya sabéis…¡lo contaremos en la próxima entrada del blog!

¡Hasta la próxima! 🙂

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