
Es por todos sabido que la isla de La Palma es un auténtico paraíso para el senderismo. Para quien no la conoce todavía, podría imaginarse como un terreno seco y desolado, de manera análoga a otras ínsulas vecinas. Nada más lejos de la realidad: La Palma sorprende por su paisaje montañoso, con frondosa vegetación y algunos parajes que parecen sacados de otro planeta.
Y, precisamente, si se desea poder degustar toda esa esencia palmera, la célebre Ruta de los Volcanes es una manera espectacular de adentrarse en esta mezcla perfecta de volcanes, bosques y nubes. Sorprendente, grandiosa e inolvidable, muchos de quienes hemos tenido la fortuna de realizarla la tenemos en nuestra lista de excursiones imprescindibles.
Hoy te invitamos a recorrer la Ruta de los Volcanes, en la isla de La Palma. ¿Nos acompañas a conocerla?
Índice de contenidos
¿Cómo llegar al inicio de la ruta?
Si bien se trata de una ruta lineal y que, por tanto, se podría realizar en cualquiera de los dos sentidos, la práctica totalidad de quienes realizan la ruta lo hace partiendo del Refugio del Pilar, en el centro de la isla, y finalizando en el Faro de Fuencaliente, en su extremo sur.
Para ello, y si no se dispone de dos vehículos (lo cual es habitual en el caso de los viajeros que se acercan a conocer La Palma), lo más frecuente es dejar el coche en el Faro de Fuencaliente y contratar un taxi para que te lleve hasta el Refugio del Pilar (en torno a una hora de camino; aunque va con taxímetro, calcular en torno a 50€ por el trayecto). Conviene buscar teléfonos en internet, preguntar en alguna oficina de turismo o en el alojamiento para contractar el taxi un par de días antes, puesto que en temporada alta pueden estar más solicitados y no estar disponibles exactamente a la hora que se desee.
Junto al Faro de Fuencaliente hay un enorme aparcamiento, por lo que no hay problema en estacionar allí el vehículo.

Datos técnicos
Fecha: 29 de septiembre de 2023.
Inicio de la ruta: Refugio del Pilar.
Fin de la ruta: Faro de Fuencaliente.
Tipo de ruta: lineal.
Itinerario: Refugio del Pilar – Mirador Birigoyo – Hoyo Negro – Pico Nambroque (desvío) – Mirador de Duraznero – Las Deseadas – Mirador Volcán de Martín – Los Canarios – Volcán San Antonio – Teneguía – Faro de Fuencaliente.
Distancia: 25,16 km.
Desnivel acumulado: 818 metros de desnivel positivo, 2245 metros de desnivel negativo.
Altitud:
– Mínima: 35 metros (Faro de Fuencaliente).
– Máxima: 1939 metros (Las Deseadas).
Duración sin paradas: 6 horas y 55 minutos.
Duración, por partes:
– 15 minutos hasta el Mirador Birigoyo (5 minutos de descanso).
– 1 horas y 35 minutos hasta el cráter del Hoyo Negro (5 minutos de descanso).
– 1 hora y 50 minutos hasta el Pico Nambroque (5 minutos de descanso).
– 2 horas y 10 minutos hasta el Mirador de Duraznero (5 minutos de descanso).
– 2 horas y 50 minutos hasta el Volcán Las Deseadas (20 minutos de descanso).
– 4 horas hasta el Mirador del Volcán de Martín.
– 5 horas y 45 minutos hasta Los Canarios (10 minutos de descanso).
– 6 horas y 15 minutos hasta el Volcán San Antonio.
– 6 horas y 45 minutos hasta el Volcán Teneguía.
– 7 horas y 45 minutos hasta el Faro de Fuencaliente.
Dificultad/recomendaciones:
– Popular y bastante frecuentada ruta, una de las más célebres en la isla de La Palma.
– Ruta muy larga, con moderado desnivel positivo y muy potente desnivel negativo. Precisa buena forma física, más que recomendables bastones de trekking.
– Camino bien señalizado y acondicionado, carente de dificultades técnicas.
– Climatología variable, por lo que es preciso llevar desde impermeable y algo de abrigo (se llega casi a los dos mil metros de altitud) a protector solar (¡imprescindible!).
– Ruta lineal, que se puede realizar con dos coches o bien tomando un taxi en el Faro de Fuencaliente que lleve al inicio de la ruta, el Refugio del Pilar.
Track GPS: descargar aquí.
*NOTA: los tiempos, distancia y dificultades encontradas están basados en nuestra experiencia, teniendo en cuenta la climatología, nuestra forma física y experiencia en montaña. Hay que salir al monte siempre bien equipado, con el material y una preparación adecuados, y consultando previamente la previsión meteorológica.


Nuestra experiencia en la Ruta de los volcanes
Un par de días antes habíamos contactado con un taxista para que nos recogiera en el Faro de Fuencaliente, donde aparcamos nuestro vehículo de alquiler. Puntual a su cita, el taxi llega y enseguida surca la revirada carretera que parte del faro hacia el interior de la isla.
El día ha comenzado gris pero las previsiones meteorológicas son bastante halagüeñas, aunque sabemos que la climatología en La Palma es altamente variable y, dada su geografía, muy diferente en unas partes y otras de la isla.
Así, llegamos al entorno del Refugio del Pilar sumidos en una niebla bastante densa, que otorga un aire místico a esta cuidada área recreativa. Nada más descender del taxi reparamos en un cartel de madera que nos indica el camino a seguir: Ruta de los Volcanes – Faro de Fuencaliente (23,8 km).
La humedad es tal que no tenemos claro si es una niebla densa o una ligera llovizna; lo cierto es que hace bastante fresco y nos vemos obligados a utilizar nuestra ropa impermeable para comenzar la marcha rumbo sur siguiendo el sendero que parte junto a un gran panel explicativo de la ruta.


En un primer momento ascendemos suavemente por un terreno de negra ceniza volcánica, alfombrado por hojas secas de pino, muy agradable de pisar. De manera constante pero sin ser excesivamente dura vamos ganando altitud hasta recibir los primeros rayos del sol en nuestras caras. ¡Estamos encima de las nubes!
Nos detenemos unos instantes a contemplar el panorama que se alza frente a nosotros, mirando al norte, con todas las cumbres que conforman la Caldera de Taburiente recortándose frente al cielo azul. Entre ellas reconocemos, por su prominencia, al Pico Bejenado, un notable mirador.


Toca ahora llanear durante un tramo, a media ladera, mientras el camino emerge de la niebla y se sumerge en ella cada dos por tres. Pronto el sendero llega a un cruce con una pista, donde debemos desviarnos a la izquierda para continuar por ella en potente ascenso. Son apenas unos ochocientos metros por aquí, en los que ganamos bastante altitud.
Dicha pista se va internando en un pinar, hasta que se topa con un nuevo desvío a la derecha (bien señalizado), que nos obliga a caminar nuevamente por senda, cómoda y agradable a la sombra.



Es un tramo de subeybajas, por el que caminamos a ritmo tranquilo, disfrutando del día soleado y de temperatura agradable. Conforme ascendemos el bosque se va abriendo poco a poco, permitiéndonos disfrutar del casi infinito mar de nubes que nos rodea, en todas direcciones.


Tras un duro repecho alcanzamos una suerte de collado, en torno a la cota 1800 m, teniendo frente a nosotros el cráter del Hoyo Negro (4,5 km; 1 hora y 35 minutos; 1903 metros de altitud), espectacular y al que merece la pena asomarse un poco. Aprovechamos para reposar unos instantes en este punto.

Seguimos caminando rumbo sur pero enseguida llegamos a un desvío, bien señalizado, hacia la izquierda, que nos llevará al Pico Nambroque (5,79 km; 1 hora y 50 minutos; 1921 m). Este tramo está quizá menos marcado pero no tiene pérdida, y nos acerca a dicha cumbre en menos de diez minutos. Desde su cima la panorámica es fastuosa, e incluso permite atisbar la lejana silueta del Teide, a decenas de kilómetros de aquí. Las fotos resultan, evidentemente, increíbles.

Regresamos al sendero principal y tomamos de nuevo rumbo sur, teniendo de nuevo de frente otro cono volcánico, en esta ocasión el del Volcán Duraznero, el cual contemplamos desde su mirador (6,67 km; 2 horas y 10 minutos; 1898 m). El sendero que asciende hasta casi su parte superior se reconoce fácilmente entre la arena negruzca, en otro tramo de duro repecho.
A mitad de ascenso encontramos un desvío: frente a nosotros la senda asciende directa hacia el pico, a la derecha otra senda transcurre a media ladera por la cara oeste del volcán. Optamos por el primero de ellos, que nos obliga a esforzarnos para superar los metros de ascenso, esfuerzo recompensado por las impresionantes vistas del cono que nos otorga.




Desde aquí vemos, poco más adelante, la bicéfala cumbre del Volcán La Deseada (1944 m), de arena negruzca y cuyas laderas se ven salpicadas de unos pinos de color verde, que contrastan de manera intensa con el paraje desolado que los rodea.
Llegamos a la cumbre este de dicho volcán (8,25 km; 2 horas y 50 minutos; 1938 m), el más alto de la dorsal de Cumbre Vieja y que es un mirador extraordinario. No nos cansamos de mirar en todas direcciones, pues nos hallamos por encima de un interminable mar de nubes, por encima del cual sólo sobresalen las más elevadas cumbres de la isla.



Toca, a partir de aquí, descender progresivamente, aunque nos detenemos enseguida a la sombra de un árbol para sentarnos a comer nuestro bocadillo y contemplar las panorámicas durante un buen rato.
Con energías renovadas descendemos por un sendero de tierra fina, con bastante pendiente pero muy cómodo, que nos permite clavar talones para perder altitud de manera rápida y sin complicaciones. Entramos en terreno boscoso nuevamente, protegidos del viento que imperaba en la cumbre, donde el descenso pronunciando suaviza y se transforma en un largo tramo de pequeños ascensos y descensos.



El camino, siempre bien señalizado y delimitado, continúa descendiendo ahora entre helechos, en una zona de ceniza volcánica espectacular que se prolonga por algo más de un kilómetro y medio, superado a buen ritmo.
Siguiendo las indicaciones de otro cartel, toca un leve desvío a la izquierda para remontar un nuevo repecho, más largo de lo que esperábamos y que nos lleva pronto a alcanzar una bonita planicie en la que destaca un volcán de forma piramidal. Se trata del Mirador del Volcán de Martín (11,74 km; 4 horas; 1570 metros), desde el que contemplar el fabuloso cono volcánico, semi oculto tras las nubes.


Un poco más adelante del mirador hay un desvío: hacia la derecha el camino principal (en descenso) y hacia la izquierda una fuerte pendiente que se asoma al cono del volcán. Optamos por esta segunda opción para así poder contemplar, durante unos instantes, esta joya geológica. Pronto retrocedemos sobre nuestros pasos y tomamos el camino principal, que desciende por la vertiente oeste de la cumbre y se sumerge, progresivamente, en el mar de nubes.



Enseguida desciende la temperatura que, sin embargo, continúa siendo agradable. Lo que resulta quizá algo menos agradable es la humedad del ambiente; no tenemos claro si es una fina lluvia o es la propia niebla la que nos va empapando poco a poco. Por ello, y ante la ausencia de buenas panorámicas que contemplar en este tramo, descendemos a ritmo ligero por el camino que serpentea por el bosque, alternando zonas de fuerte pendiente con algunas más cómodas.
Nos topamos con varios desvíos por este bosque, todos ellos bien señalizados y que no tienen pérdida alguna. Vemos, en cada uno de ellos, que la distancia a Los Canarios y al Faro de Fuencaliente va reduciéndose a buen ritmo, pero todavía nos queda una gran distancia que recorrer.

Aunque rodeados de una niebla a ratos densa, nos gusta este paisaje. Bosque verde, con negra ceniza por el suelo, alfombrada por hojas secas de pino y con la niebla otorgándole un punto onírico. No nos cruzamos a nadie en un buen rato, por lo que nuestra mente fantasiosa bien podría pensar que estamos caminando en un sueño.
Continuamos el descenso atravesando un par de pistas (en todos los cruces señalización) y alcanzando terrenos más humanizados, con algunas pequeñas casas de campo o almacenes.

Así, nos topamos con una carretera asfaltada que debemos tomar hacia la izquierda, continuando el descenso, durante unos trescientos metros. Otro desvío a la izquierda nos lleva a un tramo adoquinado, de fuerte pendiente, que nos deposita en la entrada de la población de Los Canarios (18,67 km; 5 horas y 45 minutos; 741 metros), a la altura de la Estatua del Caminante.


La lluvia arrecia por momentos, por lo que nos guarecemos bajo la entrada de un edificio y aprovechamos para comer y descansar un rato. A pesar de la climatología adversa estamos disfrutando de esta jornada de montaña, pero necesitamos energías puesto que aún nos quedan varios kilómetros de ruta.
Recorremos el pueblo y llevamos a la carretera principal, que lo atraviesa de este a oeste. Aquí conviene prestar atención a las señalizaciones, puesto que al llegar a la misma debemos desviarnos hacia la izquierda y, tras caminar unos pocos metros por ella, virar a la derecha (en descenso) a la altura de una pizzería.
Seguimos descendiendo por las calles del pueblo, llegando otra vez a la carretera y tomando la Calle Los Volcanes, que desemboca más abajo en el turístico Volcán San Antonio (19,88 km; 6 horas y 15 minutos, 627 metros).
Dejamos la entrada a nuestra izquierda y nos desviamos por una senda, bien señalizada, que desciende realizando numerosas lazadas mientras ofrece una bonita panorámica de la zona de viñedos de uva malvasía, con la que se realizará un suculento vino dulce, ideal para acompañar postres y aperitivos.



Alcanzamos una nueva pista, que debemos tomar hacia la izquierda, rodeando el gran cráter del volcán. Estamos en la zona de Los Quemados y Llanos Negros, una zona de cenizas negras debidas a la erupción del Volcán San Antonio en el año 1677.
Esta pista desciende suavemente durante un par de kilómetros y, aunque se hace algo monótona, nos permite tener unas vistas fascinantes del célebre Volcán Teneguía.

Este tramo de arenas negruzcas nos permite caminar entre la lava solidificada producida por la erupción de dicho volcán en el año 1971. Resulta espectacular caminar por aquí, puesto que el sendero se introduce, de lleno, en los campos de lava, permitiéndonos observar rocas de formas imposibles y hacernos una vaga idea de la fuerza de la naturaleza.


Divisamos, ya al fondo, el Faro de Fuencaliente y la gran explanada donde hemos dejado nuestro vehículo. Apenas nos queda un tramo de descenso por senda, bastante pronunciada, que atraviesa la carretera en varias ocasiones (aunque no hay mucho tráfico, precaución como siempre). Merece la pena fijarse con detalle en el inmenso mar que nos rodea, puesto que se pueden contemplar desde aquí las islas de El Hierro, La Gomera y Tenerife, donde atisbamos la silueta del Teide.
Así, tras algo menos de unas ocho horas de ruta, llegamos al aparcamiento del Faro de Fuencaliente, donde ponemos fin a una extraordinaria jornada senderista.


En conclusión, una ruta muy larga y de potente desnivel, completa y variada, imprescindible para cualquier amante del senderismo que visite la Isla de La Palma.
